¿Se disfraza la explotación sexual tras el concepto ‘chicas de imagen’?

Los expertos alertan del peligro de normalizar estas prácticas, que muchas veces se presentan como oportunidades inocentes, pero es una entrada a la prostitución

¿Qué son las 'chicas de imagen'?
KiloyCuarto

La presencia de personas con enanismo y chicas de imagen en la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal reabre de nuevo el debate de la explotación sexual. Muchos usuarios han calificado el evento como machista; ya que, según apuntan fuentes cercanas al futbolista, se habrían exigido ciertas características físicas para poder asistir como ‘chica de imagen’ a su celebración: en concreto, la talla de pecho y el color de pelo. Un catálogo de chicas jóvenes y guapas, y una selección intensiva para trabajar esa noche allí. Una vez contratadas, estas invitadas recibirían, a cambio de su presencia, unas tarjetas con cifras que oscilan entre los 10.000 y los 20.000 euros.

¿Es este trabajo un disfraz para la explotación sexual?

Las llamadas ‘chicas de imagen’ traen de nuevo a la mesa la pregunta que ya nos hacíamos hace unas semanas: ¿Se está intentando romantizar la prostitución? ¿Es este trabajo un disfraz para la explotación sexual?

Las chicas de imagen se enfrentan a dos realidades: una que, desde sus ojos, está llena de glamour y éxito, y otra muy distinta: explotación y sexualización de las mujeres. Para adentrarnos en este mundo hemos hablado con su círculo cercano, con una persona que actúa de nexo entre los clientes y estas chicas, y con la psicóloga Bárbara Zorrilla, especializada en Mujer y Violencia de Género.

Desde la psicología advierten de los peligros ocultos en estas prácticas, que muchas veces se presentan como oportunidades inocentes, pero en realidad normalizan situaciones que no lo son. No solo lo hacen quienes intermedian, sino también los propios clientes y las chicas, en un contexto de relaciones de poder profundamente desiguales.

Chicas muy jóvenes, con menor experiencia vital y afectivo-sexual

El fenómeno está cada vez más extendido. Los especialistas señalan que se intenta justificar que, por ser jóvenes, ricos y guapos, se legitimen comportamientos abusivos, agresiones sexuales o vejaciones. Apuntan también que uno de los conceptos más distorsionados que sirve de “efecto llamada” es el supuesto empoderamiento, ya que se vende la idea de que van a sentirse libres y poderosas ganando su propio dinero, sin reflexionar sobre la situación de desigualdad en la que quedan atrapadas.

Sobre las razones que empujan a muchas jóvenes a iniciarse en este trabajo, se destaca la manipulación de la información: se presenta como algo temporal, sencillo y sin riesgos, pero no se explica la verdad. Además, señalan la importancia de la edad como factor de vulnerabilidad, ya que estas captaciones suelen dirigirse a chicas muy jóvenes, con menor experiencia vital y afectivo-sexual, especialmente en la adolescencia.

Ser chica de imagen puede salir caro. Se dedica mucho tiempo y dinero a mantener un canon de belleza inalcanzable, con un coste no solo económico, sino también emocional, psicológico y social. También alertan de las similitudes con plataformas como OnlyFans, que se presentan como opciones libres y privilegiadas, pero funcionan como una vía de entrada a la prostitución y la explotación sexual, avanzando poco a poco hacia contactos físicos bajo presión.

A menudo, estos casos solo se hacen visibles cuando alcanzan cierto nivel de polémica mediática, como en la fiesta del joven futbolista, pero la dinámica de fondo no es nueva.

El cumpleaños de Lamine Yamal ha reabierto del debate sobre las ‘chicas de imagen’

Las consecuencias sobre la salud mental son graves, con un riesgo integral tanto físico como psicológico. Destacan que estas mujeres aprenden a verse desde la mirada de quienes las consumen, valorando solo una parte de sí mismas y supeditando su autoestima a esa validación externa. Esa búsqueda constante de aprobación empuja a muchas jóvenes a invertir cada vez más tiempo y dinero en alcanzar cánones de belleza imposibles. El problema se agrava cuando normalizan la idea de que pueden ser utilizadas, generando problemas como disociación corporal, dificultades en el área sexual, trastornos de la conducta alimentaria, abuso de sustancias o miedo persistente.

Porque no se trata solo de una fiesta ni de un futbolista joven: se trata de un negocio que normaliza que hombres, ricos, famosos, futbolistas, compren belleza y silencio mientras llaman libertad a la explotación. Es el reflejo de una industria que convierte la juventud y la vulnerabilidad en mercancía, disfrazando de glamour lo que no es más que desigualdad de poder. Y mientras sigamos aceptándolo como algo normal o anecdótico, seguiremos validando un sistema que enseña a las mujeres que su valor se mide en dinero, en cuerpos y en miradas ajenas.