Con los años, la saga John Wick ha abandonado progresivamente la simplicidad de la película de Chad Stahelski que le dio inicio, un despojado thriller sobre un exasesino a sueldo que vuelve a agarrar sus pistolas, y que protagoniza una sucesión de coreografías de acción innovadoras y espectaculares, para vengar la muerte de su perro. A lo largo de la década posterior a su estreno, aquella película ha ido generando una mitología cada vez más enrevesada a través de tres secuelas crecientemente barrocas, una precuela televisiva, numerosos videojuegos y cómics, un proyecto de anime y el spin-off que ahora se estrena en todo el mundo.

Historia de Eve, una asesina que contempló la muerte de su padre siendo niña y que llegado el momento decide vengarla, Ballerina ha llegado a los cines bajo sospecha por los sucesivos retrasos que sufrió su producción y porque, aunque oficialmente su director es Len Wiseman, se sabe que fue modificada con escenas adicionales por parte de Stahelski. Resulta imposible saber cuáles fueron esos cambios y de qué manera afectaron al producto final, pero seguramente sirvan para explicar por qué su metraje da la sensación de contener dos películas en lugar de una.
En su primera mitad, Ballerina es excepcionalmente tediosa, y en la segunda se desvincula de su rutinaria trama para adentrarse alegremente en el terreno del absurdo mientras orquesta una orgía de violencia. Como resultado, es una película que no proporciona una narración mínimamente compleja pero sí una sucesión de secuencias de acción extremadamente creativas que apabullan los sentidos.

A la eficacia de esas escenas sin duda contribuye de forma crucial el trabajo de la actriz Ana de Armas, que en en la última entrega de las aventuras de 007, Sin tiempo para morir (2021), dio muestras demasiado breves de sus recursos como intérprete de cine de acción. Ballerina es el escaparate perfecto para su destreza física, y la muestra formidable en brutales enfrentamientos mano a mano y a la hora de usar tanto pistolas como una amplia gama de armas ‘ad hoc’ como picahielos, katanas, mazos y mangueras contra incendios. En uno de esos momentos, Eve inserta una granada en la boca de uno de sus enemigos; en otro, utiliza un par de patines como si fueran nunchakus, y el que quizá sea el más deslumbrante de todos ellos es un duelo con lanzallamas tan ridículo como increíblemente bello.
Durante esa sucesión de enfrentamientos, Ballerina exhibe el tipo de sentido del humor del que la saga John Wick lleva demasiado tiempo careciendo, y eso queda especialmente claro en una escena durante la que, mientras De Armas golpea a alguien en la cabeza con un mando a distancia, un televisor cercano pasa de emitir una escena de lucha de Aterriza como puedas (1980) a mostrar una exhibición de slapstick de Buster Keaton. Entretanto, en cualquier caso, De Armas no comete el error de hacer que sus peleas parezcan fáciles. La vemos sudar, gruñir y estremecerse de dolor, y de ese modo se hace obvio que Eve -que, por razones nunca explicadas en la película, fue entrenada como bailarina- no iguala en términos de fuerza a la mayoría de sus adversarios.

Esas escenas son tan satisfactorias que, por momentos, al ver Ballerina uno se olvida de que nada de lo que sucede entre ellas tiene la más mínima importancia. Es una película llena de boquetes argumentales, de largos momentos expositivos que carecen casi por completo de sentido y de diálogos que no soportan el más mínimo escrutinio, y desde el principio sabemos exactamente qué peripecias argumentales van a suceder en su transcurso porque ya las hemos visto mil veces en otras ficciones de temática similar. Dicho esto, hay que repetirlo, es un placer contemplar a De Armas repartiendo hostias como panes.
Las alusiones que Ballerina hace al universo John Wick mientras todo eso sucede -entre ellas un par de apariciones de Keanu Reeves en la piel de Wick- ocupan mucho tiempo en pantalla pero no parecen tener más propósito que recordarnos el ya ilustre linaje al que pertenece. Sea como sea, la película promete ser el inicio de una nueva saga en la que el destino de Eve se unirá cada vez más al de Wick y, visto lo visto, lo más sensato es esperarla con cierto optimismo pero con cautela.