Fue espía, escritora y activista: la vida imposible de una mujer adelantada a su siglo

Espía temida por la Gestapo, autora de unas memorias inolvidables y figura clave en la Resistencia: mucho más que una heroína de guerra

Nancy Wake - Cultura
Una fotografía de archivo de Nancy Wake en blanco y negro.
Wikipedia

Hay nombres que se escapan a la lógica de su época. Vidas que se narran como si no pertenecieran al mundo que las engendró. Mujeres imposibles que parecen haber nacido con el siglo equivocado a cuestas. Nancy Wake fue una de ellas.

Mientras Europa ardía en llamas durante la Segunda Guerra Mundial, mientras el miedo se apoderaba de los pasillos de París y la Gestapo tejía su red de silencio y delación, Nancy Wake cruzaba fronteras con documentos falsos, dinamita y mensajes cifrados. Como si la vida fuera una novela de espionaje escrita por ella misma. Y de algún modo lo fue.

Nancy Wake no solo fue una de las espías más eficaces del siglo XX. También fue escritora, activista y símbolo. Su historia desborda los márgenes del relato bélico y se instala en el terreno de lo legendario. Y, sin embargo, sigue siendo una gran desconocida.

La infancia que no presagiaba el huracán

Nancy Wake nació en Nueva Zelanda en 1912. Sin embargo, fue en Australia donde se crio y forjó el carácter indomable que más tarde la haría famosa. Abandonada por su padre cuando solo era una niña, Nancy creció con una mezcla de rebeldía y orgullo, dispuesta a no suplicar nunca nada a nadie. Pronto se sintió atraída por Europa y a los veinte años se trasladó a Londres para estudiar periodismo. Aquel viaje fue el preludio de su gran transformación.

Cuando estalló la guerra, Nancy Wake ya había recorrido medio continente y trabajaba como corresponsal. Fue entonces cuando presenció de primera mano el ascenso del nazismo y la brutalidad con que los soldados alemanes sometían a los pueblos ocupados. Aquello la marcó para siempre. En 1939, se instaló en Marsella y contrajo matrimonio con un acaudalado empresario francés. Y cuando Hitler invadió Francia, Nancy no dudó: eligió la resistencia.

Nancy Wake y la Resistencia Francesa

A partir de ese momento, Nancy Wake se convirtió en un fantasma. La Gestapo la apodó “el Ratón Blanco”, porque era capaz de escurrirse una y otra vez por entre los dedos de los nazis. Participó en la Resistencia Francesa con una entrega radical, organizando redes de evasión para pilotos aliados, saboteando infraestructuras alemanas y colaborando con los británicos en misiones de alto riesgo.

Documental de Nancy Wake - Cultura
Fotograma del documental ‘Nancy Wake, the White Mouse’.
Österreichischer Rundfunk (ORF)

Su belleza, lejos de ser una debilidad, fue una de sus grandes armas: distraía, desorientaba, mentía con elegancia. Nancy Wake arriesgó la vida tantas veces que ella misma perdió la cuenta. Escapó de Francia tras ser delatada, cruzó los Pirineos a pie y acabó formándose como agente del SOE británico.

En 1944, fue lanzada en paracaídas sobre el Macizo Central para dirigir más de 7.000 guerrilleros franceses en la preparación del desembarco aliado. Lideró enfrentamientos directos contra los nazis, demostró un temple férreo y una inteligencia táctica extraordinaria. Nancy Wake no obedecía órdenes: las daba.

Una escritora al servicio de la memoria

Pero no solo fue espía. Nancy Wake también fue escritora. En 1985 publicó su autobiografía, The White Mouse. Un testimonio vívido de su vida durante la guerra, marcado por la ironía, la valentía y una honestidad descarnada. No buscó en ese libro la glorificación ni el victimismo. Escribió para contar la verdad, para ajustar cuentas con una historia que durante años fue ignorada o minimizada. Y, sobre todo, escribió para que el mundo no olvidara.

La escritura de Nancy Wake tenía algo urgente, algo de supervivencia. En cada página dejaba claro que el precio de la libertad no se mide solo en sangre, sino también en memoria. Porque la guerra no la abandonó nunca del todo. Su marido, Henri Fiocca, fue torturado y ejecutado por no delatarla. Nunca pudo olvidar ese sacrificio. En sus palabras hay duelo, pero también una determinación férrea: contar para que otros comprendan.

Película de Nancy Wake
Fotograma del documental ‘Nancy Wake, the White Mouse’.
Österreichischer Rundfunk (ORF)

Después de la guerra, Nancy Wake continuó participando en la vida pública, aunque con menos notoriedad. Se presentó como candidata política en Australia y luchó, con más o menos éxito, contra un sistema que aún no estaba preparado para mujeres como ella. Aunque nunca se definió como feminista en los términos de su tiempo, su vida entera fue una forma de activismo. Rompió moldes, desafió normas, impuso su presencia en espacios reservados a los hombres.

Nancy Wake fue muchas cosas. Enfermera, periodista, espía, guerrillera, escritora, símbolo. Su historia desafía la lógica lineal de las biografías. No encaja en ningún molde. Se mantuvo fiel a sí misma hasta el final, rechazando homenajes tardíos que consideraba hipócritas y viviendo sus últimos años con una mezcla de lucidez y desencanto. Murió en 2011, a los 98 años, dejando tras de sí una leyenda que todavía hoy nos interpela.

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