La Juana de Arco japonesa que la historia ha borrado: la joven sacerdotisa que empuñó una espada por su pueblo

Una joven que, sin haber cumplido la mayoría de edad, se declaró avatar de una deidad, desafió a un ejército y luchó por su pueblo

Ohori Tsuruhime - Cultura
Una imagen simbólica que recrea el rostro y la figura de Ohori Tsuruhime.
Artículo14/ Krea

En la historia universal, hay nombres que se repiten una y otra vez como símbolos de resistencia, sacrificio y fe. Juana de Arco, la adolescente campesina que lideró a Francia contra Inglaterra, es uno de ellos. Pero en los confines de Japón, en pleno siglo XVI, nació otra figura que encarna con la misma intensidad ese mismo espíritu: Ohori Tsuruhime, la llamada “Juana de Arco japonesa”.

Una joven de apenas quince años que, tras la muerte de su padre y de sus hermanos, tomó la dirección de un santuario sintoísta y, al mismo tiempo, se convirtió en líder militar para defender a su pueblo de los invasores. Su historia, envuelta en mito, tragedia y memoria, ha permanecido casi borrada de los grandes manuales, aunque sigue viva en festivales locales y en la tradición oral de la isla de Ōmishima.

Una infancia marcada por la guerra

La vida de Ohori Tsuruhime comenzó en 1526, en plena era Sengoku, ese período turbulento de la historia japonesa en el que los clanes se disputaban el poder en una interminable guerra civil. Era hija de Ōhori Yasumochi, sacerdote principal del santuario Ōyamazumi, dedicado a las deidades del mar y la montaña.

Desde niña, Tsuruhime fue entrenada en artes marciales. Algo inusual para las mujeres de su tiempo, pero no extraño en una familia donde la protección del territorio estaba íntimamente unida al deber religioso.

Mito de Ohori Tsuruhime - Cultura
Una imagen simbólica del mito de Ohori Tsuruhime.
Archivo

La muerte la visitó temprano. Primero sus hermanos, caídos en enfrentamientos con las fuerzas del poderoso clan Ōuchi. Luego, a los quince años, su padre. De golpe, la adolescente quedó al frente de un templo, de una comunidad y de una isla bajo amenaza. Allí empezó la leyenda de Ohori Tsuruhime.

La proclamación de una guerrera sagrada

Las crónicas, siempre teñidas de mito, cuentan que Ohori Tsuruhime se declaró a sí misma “avatar” de la deidad de Mishima, el kami protector de la isla. En una sociedad profundamente religiosa, aquella proclamación no era solo un gesto espiritual: era un modo de legitimarse como líder y de asumir un rol de autoridad que pocos hombres se habrían atrevido a discutir.

La adolescente sacerdotisa vestía la armadura familiar, empuñaba una naginata y, sobre todo, irradiaba un aura que combinaba lo divino y lo militar. Así se convirtió en la voz que organizaba la defensa cuando las tropas del clan Ōuchi pusieron rumbo a Omishima en 1541.

El mar interior de Seto fue escenario de su gesta. Ohori Tsuruhime no se conformó con permanecer en las murallas. Embarcó a sus hombres, se lanzó al abordaje y, según las leyendas, llegó incluso a retar personalmente a un general enemigo en combate singular.

Se dice que lo derrotó, aunque los historiadores advierten que este detalle puede formar parte del tejido legendario alrededor de su figura.

Lo que sí está claro es que lideró la resistencia local en varios enfrentamientos, en un contexto en el que las mujeres rara vez aparecían como protagonistas de la guerra. La imagen de una sacerdotisa adolescente cruzando el mar con su armadura y al frente de sus seguidores alimentó el mito que todavía hoy sobrevive.

El amor y la tragedia

El relato de Ohori Tsuruhime no termina con victorias. Dos años después, en 1543, llegó la noticia de que su prometido, Yasunari Ochi, había muerto en combate. La joven, que apenas había vivido diecisiete años, no soportó el dolor. La tradición cuenta que se arrojó al mar, ahogándose con la armadura aún puesta.

Antes de lanzarse a las aguas, habría pronunciado unas palabras que se repiten como epitafio legendario: “Con el océano de Mishima como testigo, mi amor quedará grabado con mi nombre”. Esas frases, bellas y trágicas, son imposibles de verificar en los documentos contemporáneos. Pero forman parte inseparable del mito de Ohori Tsuruhime. Como Juana de Arco en Occidente, su vida corta, su fe ardiente y su final dramático consolidaron una imagen de heroína intemporal.

Ohori Tsuruhime, entre la historia y el mito

Santuario de Ōyamazumi - El mito de Ohori Tsuruhime
Santuario de Ōyamazumi en la Isla Ōmi.
Wikipedia

Lo que sabemos con certeza sobre Ohori Tsuruhime se mezcla constantemente con lo que imaginamos. Los documentos de la época apenas mencionan detalles. Y buena parte de lo que se cuenta procede de crónicas posteriores, de literatura y de la tradición oral. La batalla naval, el duelo con el general, el suicidio romántico. Todo eso puede haber sido adornado con el tiempo.

Sin embargo, el núcleo de la historia —una joven que asumió el mando militar y espiritual de su pueblo y que lideró la defensa de Omishima— es sólido. Su figura es reconocida en el santuario Ōyamazumi, donde aún se conserva una armadura que la tradición atribuye a ella. Allí, entre reliquias y ofrendas, se alimenta la memoria de una adolescente que encarnó a la vez sacerdotisa y guerrera.

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