La novela más triste de la historia es un libro que nadie conoce y que ahora cumple 50 años

Una joya literaria que explora el dolor, el nacimiento y la muerte con una sensibilidad única. Si no la has leído, prepárate para sufrir

William Kotzwinkle - Cultura
Una fotografía en blanco y negro del escritor William Kotzwinkle.
Archivo

Hay libros que sobreviven en la sombra, sin apenas promoción. Sin marketing agresivo. Sin colecciones de lujo ni galardones mediáticos. Y sin embargo, ahí están, latiendo en silencio, esperando al lector preciso en el momento preciso. El nadador en el mar secreto, del norteamericano William Kotzwinkle, es uno de ellos.

Y ahora, medio siglo después de su publicación original, este título inclasificable, descarnado y profundamente humano, regresa a las librerías españolas gracias a una reedición que reconoce su carácter de obra ineludible.

Pere Sureda, editor de Navona hasta su cierre en 2021, fue uno de sus grandes defensores. Cuando alguien no sabía qué leer, recomendaba El nadador en el mar secreto con una fe casi mística, llegando incluso a prometer la devolución del dinero si el libro no convencía. Tal era su confianza en esta historia breve pero devastadora. Y con motivo del 50 aniversario, la editorial ha decidido relanzarlo en formato de bolsillo, manteniendo la magnífica traducción al castellano de Enrique de Hériz.

La promesa rota del nacimiento

Pero, ¿qué es lo que convierte a El nadador en el mar secreto en uno de los libros más tristes jamás escritos? En primer lugar, su capacidad para abordar un tema universal —el nacimiento, el amor, la muerte— con una honestidad brutal.

La historia arranca con la rotura de aguas de una mujer embarazada. Lo que sigue es una narración casi quirúrgica del proceso de parto, vista a través de los ojos del futuro padre. Y desde la primera página, el lector intuye que algo va a ir mal. Porque El nadador en el mar secreto no es una celebración de la vida, sino un canto desgarrado a la pérdida.

El nadador en el mar secreto - Cultura
Portada de la novela ‘El nadador en el mar secreto’, de William Kotzwinkle.
Navona

La novela de Kotzwinkle no busca consolar ni ofrecer respuestas. Simplemente muestra. Muestra con pulso firme lo que ocurre cuando lo que debía ser el inicio de una historia de amor se convierte en su final anticipado. No hay subterfugios. No hay recursos melodramáticos. Hay una prosa pulida hasta el hueso, que convierte lo real en algo más profundo que cualquier alegoría.

Una nouvelle de culto

Publicada en 1975, la obra pasó desapercibida durante años. Kotzwinkle era por entonces un autor joven, más conocido en los márgenes del circuito literario por obras de ciencia ficción y fantasía como Doctor Rat (con la que ganaría el World Fantasy Award) o por la novelización de E.T. El extraterrestre, escrita en 1982. Pero El nadador en el mar secreto pertenecía a otra galaxia. Una galaxia más íntima, más cercana a lo que entendemos como literatura del yo, sin etiquetas ni géneros.

Con el tiempo, el boca a boca convirtió El nadador en el mar secreto en un pequeño fenómeno subterráneo. Y quienes lo han leído rara vez lo olvidan. Porque no es fácil encarar su lectura. No lo era entonces y no lo es ahora. Pero ese dolor contenido, ese retrato de la pérdida contado desde la contención y la ternura, sigue funcionando como una descarga emocional.

Un hombre frente al abismo

Lo más notable de El nadador en el mar secreto es su perspectiva. El lector asiste al proceso del parto, paso a paso, desde las contracciones hasta el posparto. Se describen los movimientos del cuerpo de la madre, la interacción con el personal médico, los pensamientos del hombre que espera con miedo y esperanza. Y después, el silencio. El dolor.

Pero más allá del duelo, el retrato de este hombre es lo que hace que El nadador en el mar secreto brille con una luz especial. No es un héroe, ni un mártir, ni un arquetipo masculino endurecido por la vida. Es simplemente un ser humano enfrentado a lo inenarrable. Humilde, atento, frágil y valiente. Un reflejo de otra forma posible de masculinidad. Más empática, más vulnerable, más presente. Kotzwinkle lo retrata con una sobriedad que estremece.

El nadador en el mar secreto es, además, una lectura accesible. Su brevedad permite que incluso lectores poco habituales se acerquen a ella. Pero lo que encuentra uno entre sus 96 páginas es algo que no se mide en número de palabras. Es una experiencia. Una catarsis. Una llamada a detenerse y mirar de frente la vulnerabilidad humana.

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