La Asociación La Roldana ha situado este año en el centro del debate educativo un hecho flagrante: en la Selectividad 2025, los exámenes de Historia del Arte, Fundamentos del Arte y Movimientos Culturales y Artísticos reflejan una presencia femenina estrepitosamente baja. Sólo el 14,4 % de las preguntas se refirió a artistas mujeres, una cifra que la asociación considera una radiografía clara de un sistema educativo que “invisibiliza a la mitad de la creación artística”.
De las 457 preguntas evaluadas en toda España, tan solo 66 mencionaron a mujeres, y se citó a un total de 36 artistas femeninas. Es cierto que 30 de los 50 exámenes incluyeron al menos alguna referencia a mujeres, pero esta presencia es engañosa: por comunidades autónomas, varias de ellas no incluyeron ni una sola figura femenina o lo hicieron apenas una vez, lo que evidencia una disparidad territorial preocupante.
Si analizamos por asignaturas, la desigualdad es aún más evidente: en Historia del Arte, la más tradicional de las pruebas, las mujeres artistas representan apenas el 4,7 % de los contenidos. En Fundamentos del Arte aparecen en el 15,2 % de los casos, mientras que en Movimientos Culturales y Artísticos, la proporción sube al 22,5 %. Aun siendo la asignatura mejor calificada por su paridad, está muy lejos de la equidad que demanda La Roldana: alrededor del 40 %, la cifra que debería reflejar una historia que reserve a las mujeres su justo lugar.
Una desigualdad perpetuada en el tiempo
Este desequilibrio no es anecdótico ni ocasional: responde a una invisibilización estructural. La Roldana sostiene que si no se nombra a las artistas, no se conocen; si no se enseñan, no se evalúan; si no se cuestiona, se perpetúa la desigualdad. Una narrativa reductiva y parcial afianza durante generaciones el mensaje de que la creación artística es patrimonio exclusivamente masculino.
La plataforma, nacida en 2021 y respaldada por más de cien profesionales de historia del arte, bellas artes, educación, gestión cultural y diseño, se apoya en la exigencia de la Ley Celaá (LOMLOE): los currículos deben incorporar la perspectiva de género, analizar el papel de las mujeres en la historia y eliminar estereotipos sexistas. Pero la ley no basta si no se traduce en contenidos reales en libros de texto, temarios y evaluaciones oficiales.
En su trabajo han detectado que, antes de 2021, los manuales imprimían apenas una fugaz mención a unas 22 artistas, siempre como notas marginales. De ahí surgió la iniciativa de “Artistas Imprescindibles”, un catálogo que propone una veintena de creadoras fundamentales —como Artemisia Gentileschi, Sofonisba Anguissola, Luisa Roldán o Frida Kahlo— para ser integradas en las asignaturas de Bachillerato. La Roldana busca que la historia del arte se cuente de forma unitaria, con mujeres y hombres compartiendo el foco en lugar de relegarse estas figuras a anexos.

La EBAU o Selectividad es el momento culminante: después de años de formación, los estudiantes se examinan de lo que consideran “relevante” en un sistema educativo oficial. Si esos exámenes apenas incluyen a las mujeres artistas, se refuerza el mito de que no existieron o no importaron. Y eso tras haber documentado La Roldana que las mujeres no solo existieron sino que fueron protagonistas creativas en todas las épocas, desde la prehistoria hasta la contemporaneidad. “La presencia femenina es un espejismo”, explican desde la asociación.
Sin embargo, hay signos de cambio, aunque débiles. En 2024, la plataforma registró una leve mejora con respecto a años anteriores: en una asignatura de Bachillerato, las mujeres llegaron a suponer el 8 % de las figuras mencionadas, frente a apenas una presencia residual en otras disciplinas. Pero ese avance es una brecha aún muy estrecha si se considera la riqueza del panorama global.
Una exclusión que va más allá del currículo
La exclusión de las mujeres en la historia del arte no es exclusiva de la educación: también está presente en museos, ferias y cargos directivos. Asociaciones como Clásicas y Modernas o El Legado de las Mujeres alertan del predominio masculino en las programaciones, adquisiciones y equipos de gestión, y critican que los museos adquieran con cuentagotas obra femenina, como ocurrió hasta hace muy poco en instituciones como la del Bellas Artes de Sevilla.

Pero si no se empiezan a nombrar en las aulas, este desequilibrio se perpetúa. Tener referentes femeninos visibles permite a alumnas y alumnos comprender que las mujeres no han sido meras musas, sino creadoras de obra propia y valor, capaces de influir en los grandes movimientos artísticos de la historia. Un currículo paritario es, por tanto, esencial para una formación crítica y completa.
La Roldana exige que las administraciones introduzcan de manera efectiva las artistas en los currículos de Historia del Arte, Fundamentos del Arte e Historia, y que obliguen a editoriales y centros educativos a revisar sus contenidos. También reclama formación docente en perspectiva de género y evaluación continua del cumplimiento de la ley.
El camino es largo, pero la causa justifica el esfuerzo. La Roldana no se limita a señalar la injusticia: ha lanzado campañas de sensibilización, elaborado materiales educativos, escrito manifiestos, organizado encuentros con docentes y recogido firmas para presionar a las instituciones. Su lema —“Lo que no se nombra no existe”— se convierte en un grito por una historia del arte con lupa de género, que deje de ser parcial y abrace toda la creación humana.
En última instancia, lo que está en juego no es solo una cifra en los exámenes, sino el relato mismo de lo que entendemos por cultura. El trabajo de La Roldana apunta a una pregunta de fondo: quién entra y quién queda fuera cuando se escribe la historia del arte. Y esa pregunta, aún abierta, seguirá marcando el horizonte de futuras generaciones.