Sydney Sweeney entra en cada alfombra roja con calma y decisión, consciente del efecto que provoca su presencia y del simbolismo que la acompaña. Ella se ha hecho en los últimos años con el título de “rubia explosiva” tan clásico en Hollywood. Con una imagen que la actriz transforma en herramienta de poder, Sweeney se adueña del mito para moldearlo a su manera.
A los 28 años, la actriz consolida una trayectoria que combina popularidad y riesgo artístico. Su camino desde Euphoria hasta Christy, la película en la que interpreta a la legendaria boxeadora Christy Martin y que va camino al Oscar, muestra una evolución que va más allá del brillo de su rubio oxigenado.
Christy, dirigida por David Michôd, narra la vida de la boxeadora que en los años noventa desafió las convenciones de su deporte y sobrevivió a una agresión brutal. En noviembre de 2010, su entonces esposo, James Martin, intentó asesinarla. Ella vivió para contarlo. Esta historia de dolor y resistencia se convierte en el lienzo donde Sweeney pinta una interpretación cargada de intensidad física y emocional.
Durante la presentación del filme en AFI el pasado sábado, la actriz confesó que el tema la tocó profundamente. “Es un asunto muy personal e importante para mí, y espero que a través de Christy y de su historia se pueda crear más conciencia contra la violencia de género”, dijo. No explicó la raíz de esa conexión, pero dejó claro que su participación no fue casual. Para Sweeney, el boxeo es el lenguaje perfecto para representar la lucha interior de la protagonista. “Para Christy, el ring era su escape. Es casi como ser un animal enjaulado dentro de ese espacio, pero a la vez es donde se siente más libre”, explicó. Y añadió, reconociéndose en esta idea. “Yo también soy un animal enjaulado, en cierto modo. Actuar es mi ring. Es donde encuentro libertad. En el set todo lo demás se apaga”.
El rodaje se convirtió en una experiencia transformadora. “Tener a Christy con nosotros fue algo muy poderoso”, recordó la actriz. “Nunca había tenido a la persona que interpreto observándome. Al principio no sabía qué pensaba de mí, pero con el tiempo quise que estuviera allí todo el tiempo, porque podía escucharla y aprender de ella”. Sweeney no sólo protagoniza la cinta; también la produce. Esa doble función le permitió moldear el tono del relato y proteger la historia. “Intento perderme por completo en un papel, así que no llevo mis cosas personales a su vida. Pero aprendí tanto de Christy que terminé aplicándolo en mí misma”, confesó.
Su interpretación, aclamada en festivales, combina fuerza y vulnerabilidad. En cada golpe y cada silencio se percibe la comprensión profunda de una mujer que conoce el miedo, pero elige convertirlo en motor de la trama. En palabras de la propia Sweeney. “Ella me enseñó a defenderme más, a sentirme más fuerte como mujer en mi vida personal y en mi trabajo”.
Christy busca generar conciencia sobre la violencia de género y Sweeney lo demostró al ser una de las homenajeadas en el evento Power of Women 2025, donde eligió a la National Center on Domestic and Sexual Violence como su causa benéfica.
Chica Bond
En medio de la promoción del filme, ha surgido con fuerza el rumor de su posible incorporación al universo de James Bond. Desde que Amazon MGM Studios asumió el control creativo de la saga, las especulaciones sobre quién será la nueva figura femenina del agente 007 no han cesado. Al ser consultada, Sweeney respondió a la revista Variety con una sonrisa y una pausa prolongada antes de decir: “No puedo… No lo sé… Para ser honesta, no conozco todos los rumores sobre Bond, pero siempre he sido una gran admiradora de la franquicia y estoy emocionada y curiosa por ver qué harán con ella”. Cuando le preguntaron si le gustaría interpretar a una chica Bond, replicó con ironía. “Depende del guion. Creo que me divertiría más siendo James Bond”.
Si en Euphoria, su papel como Cassie Howard mostró las grietas de la autoimagen y la vulnerabilidad en la adolescencia. A punto de terminar el rodaje de la última temporada, la joven actriz admite con sinceridad que existe presión estética en la industria de Hollywood. “Alguien me dijo que debía arreglar mi cara o no iba a lograrlo, que debía ponerme bótox. Tenía 16 años”, recuerda. Rechazó el consejo. “Nunca me he hecho nada. Me dan pánico las agujas. No tengo tatuajes. Nada. Envejeceré con gracia”. A medida que su carrera avanza, ella parece tener claro que la imagen de la mujer fuerte no depende de la mirada masculina, sino de la forma en que esa mujer narra su propia historia. Sweeney transforma la idea de la ‘rubia sexy’ en un acto de resistencia contra la violencia.