Hace tiempo escuché a un amigo decir que no hay ningún idioma que no sea limitado, y que para expresar todo lo que necesitamos decir, el ser humano inventó la poesía.
Diría que Óscar Restrepo, protagonista de Un Poeta cree firmemente en esto. Sin embargo, como estas ideas románticas solo funcionan sobre el papel, a Óscar no le sonríe la suerte. Vive a costa de su madre, con la que tiene discusiones de adolescente, está desempleado y se niega a aceptar ningún trabajo a la espera de que su obra sea descubierta por el público, su hija y su exmujer no quieren saber nada de él, es mediocre incluso en aquellas cosas que realmente le apasionan, es un bebedor habitual y sus supuestos amigos lo menosprecian. Óscar Restrepo es un hombre patético. Óscar Restrepo es un poeta.
En su segundo largometraje, Simón Mesa Soto nos cuenta su historia. Envejecido y errático, Óscar ha sucumbido al tópico del poeta en la sombra. Un día, al conocer a Yurlady, una adolescente de origen humilde, y gran talento, consigue encontrar algo de luz en sus días. Sin embargo, arrastrarla al mundo de la poesía quizá no sea el camino adecuado.
Restrepo, interpretado por Ubeimar Ríos, necesita poner orden en su vida y utiliza lo único que conoce como referencia, como faro para alcanzar la que considera la única vida que vale: la poesía. En el fondo, no es más que una manera de intentar explicarse a sí mismo dónde inició la decadencia actual que vemos en la película. Es de esas películas que existen por y para su personaje. Un estudio del carácter humano de lo más amable y compasivo, pero también mordaz y tremendamente divertido. Pese a sus errores y problemas, una cosa queda clara: Óscar es un hombre de buen corazón. Para el espectador es imposible no sentir compasión por él, apiadarse de sus intentos de poner en orden su vida. Sin embargo, la película no intenta aleccionar en ningún caso, sino que su ambientación costumbrista y su tono tan cercano convierten esta historia en una que cree honestamente en la posibilidad de redención, incluso en los momentos más bajos.
En su camino de crecimiento personal, guiado en parte por su corazón, en parte por su orgullo de demostrar que puede hacer algo de provecho con su vida, Óscar busca vivir el éxito que nunca tuvo a través de Yurlady, imponiendo su visión y su sueño, ya que es la única manera de darle a su vida ese ansiado control. La película no se anda en ningún momento con medias tintas y sabe que los temas que trata son importantes. Están muy presentes las críticas al sistema de enseñanza, la presión impuesta sobre los estudiantes, el elitismo cultureta y la propia desigualdad de la sociedad colombiana, volviendo más compleja e interesante esta historia, pero sin renunciar nunca a su buen humor.
A la propia estructura de la película parece pasarle lo mismo que a Restrepo: pone mucho esfuerzo en controlar su relato. El primero de los cuatro capítulos que la componen divaga con Óscar por calles y bares para presentarnos su bajeza vital, su fanfarronería, sus sueños y ambiciones da la forma libre que ya hemos visto en muchas películas de este estilo: una autonomía de las escenas sobre una trama marcada y pautada, ambientes y personajes secundarios muy diversos, reflexiones sobre sus temáticas que revelan el interior de los protagonistas… En una película como Un Poeta, tan centrada en su personaje principal y narrada con tal garra, humor y ritmo, este estilo tan libre y vivo da alas al director para crear una relación tremendamente abierta con el espectador, que acompaña con un cariño quizá inmerecido a Óscar por el resto del metraje.
Quizá fuera necesario para impulsar el resto de la historia, sin embargo, se siente como si la película pudiera haber sacado mayor partido de este acercamiento en lugar de entrar de lleno a la narración convencional de la historia, a partir de la aparición de Yurlady.
Ocurre con la película en este punto lo mismo que le sucede a Óscar con su alumna: las películas son como son, las que son, no como queramos que sean. Más allá de un par de momentos en los que la comedia de Soto Mesa derrapa, rozando la incomodidad o el mal gusto, el desarrollo de la historia, donde se mezclan comedia, dramas familiares, tensión y los reveses de la vida, acaban haciendo de Un Poeta una de las películas más disfrutables de lo que llevamos de festival.