El 3 de septiembre de 1893 nacía una lucense en San Martiño de Río, Lugo. Esta recién nacida marcaría un antes y un después en la historia del que ahora conocemos como Ejército del Aire y del Espacio.
A los diez años, Elvira López se trasladaría con su madre a Madrid donde aprendió a leer y escribir. En un mundo donde el aprendizaje y el desarrollo profesional de la mujer aún se veía muy limitado, la jóven lucense tenía un objetivo: ser enfermera.
Un sueño por cumplir
López comenzó de manera oficial sus estudios en 1918 en el Hospital-Escuela de San José y Santa Adela de la Cruz Roja. Junto con cuatro mujeres más, fueron las pioneras en acceder a esta formación. Tres años más tarde, finalizarían sus estudios y comenzarían a trabajar como enfermeras.

En ese momento se buscaban enfermeras militares par poder atender a los soldados heridos en el campo de batalla. Elvira López se presentó y aprobó la prueba para incorporarse a la que hoy conoceríamos como Cuerpo Militar de Sanidad. La destinaron al Hospital de Urgencia de Melilla donde trataría a pacientes que venían directamente de la guerra del Rif.
Primer vuelo militar con una mujer a bordo
El desarrollo de la guerra que estaba combatiendo el Ejército español en ese entonces, se volvió más exigente y cruel con el paso del tiempo. Tanto es así, que se llegaron a acumular alrededor de 366 heridos en uno de los campamentos que tenían los españoles.
No contaban con soporte sanitario y el acceso hasta ellos era complicado. Solo podrían llegar hasta el asentamiento por el aire, lo que implicaría viajar en un avión militar.
Sin ningún impedimento aparente que les obligara abandonar a sus compañeros, se trazó un plan para poder atender a los heridos que estaban atrapados en el frente. Ante la negativa de la ordenanza de que ninguna mujer podría viajar en un avión militar, Elvira López con 29 años se postuló como voluntaria.
Aunque insistieron en varias ocasiones a la enfermera de que sería un viaje complicado y que correrían un alto riesgo, López no dudó en ningún momento y se subió a ese avión junto con otros dos sanitarios y el capitán y el teniente que también acudirían al rescate.
El vuelo que se iba a llevar a cabo era un vuelo poco habitual, pues sí se habían realizado hasta la fecha había sido en pocas ocasiones. El avión militar en el que viajarían era un aeroplano DH-4, un avión que no estaba preparado para asumir tiros de los enemigos y que tampoco era el más seguro. El capitán condujo el avión a pocos metros de tierra por miedo a los tiros.

El viaje lo iniciaron al rededor de las 22:30 de la noche, el cual duraría algo más de media hora. Escogieron esta hora para evitar se vistos con facilidad y aprovechar las horas sin luz para pasar desapercibidos.
Aterrizaron con éxito en una pista improvisada y cargados de material sanitario para llevar a cabo la misión más importante que iba a desempeñar López hasta la fecha. Trabajaron sin parar hasta la madrugada llegando a realizar varias operaciones. Fueron relevados a los dos días por una columna sanitaria que pudo llegar por tierra.
Elvira en la memoria militar
A la vuelta en Melilla la joven enfermera y sus compañeros fueron reconocidos por toda la nación. De hecho gracias a la misión que realizaron, se puso encima de la mesa formalizar la creación de una unidad aérea de evacuación médica. Elvira López se había convertido en la primera enfermera de la aviación sanitaria española.

Continuó trabajando para el Ejército en el Cuerpo Auxiliar de Subalternos del Ejército hasta su fallecimiento el 21 de julio de 1961.


