Hace apenas una década, el FC Barcelona Femenino entrenaba en barracones. Lo hacían de noche, en campos artificiales, a veces sin agua caliente. No había médico, ni fisioterapeuta, ni material propio. Y cuando ganaban un título, la recompensa para Vicky Losada, Virginia Torrecilla y Sonia Bermúdez, eran vales de El Corte Inglés.
Hoy, diez años después, llenan estadios, vuelan en chárter por Europa y son el espejo en el que se mira el fútbol femenino mundial. El salto, como tantas revoluciones silenciosas, empezó con un gesto valiente: profesionalizar lo que durante demasiado tiempo se había tratado como un pasatiempo. Y se hizo con un presupuesto inicial de apenas dos millones de euros.
El punto de inflexión
En 2015, la directiva de Josep Maria Bartomeu, con Jordi Mestre como vicepresidente deportivo, decidió impulsar el femenino. “Creamos una estructura desde cero, porque en ese momento solo tenían un entrenador y dos ayudantes. Se nombró un médico oficial, se creó un cuerpo técnico completo con preparadoras físicas, delegado, analistas de vídeo… Se construyeron vestuarios exclusivos, se habilitaron campos de césped natural”, recuerda José Manuel Lázaro, responsable de comunicación del fútbol profesional y uno de los artífices de aquella transformación. “La apuesta fue dotarlas de todo lo que necesitaba un equipo profesional”.
Los arquitectos
Hubo protagonistas discretos pero decisivos. El primero, Xavi Llorens, entrenador entonces, que confió en jóvenes llamadas a ser leyenda: Alexia Putellas, Marta Torrejón, Patri Guijarro, Mariona Caldentey… Luego llegó Markel Zubizarreta, hijo del mítico portero del Dream Team. Desde la secretaría técnica fue el arquitecto silencioso: diseñó un proyecto ganador basado en fichajes estratégicos, inversión medida y una idea clara de juego.

Bajo su gestión, el Barça conquistó cuatro Ligas y dos Champions antes de su salida en 2023. “Markel supo qué fichar, cómo invertir, cómo construir un equipo campeón. Su visión fue decisiva”, resume Lázaro. Más tarde se sumó María Teixidó, otra figura clave en la consolidación estructural.
Del campo 7 al Johan Cruyff
Las jugadoras pasaron de compartir vestuarios a tener instalaciones propias en la Ciudad Deportiva. Cambiaron viajes en tren por vuelos chárter, campos artificiales por césped natural, y el modesto campo 7 por el Estadio Johan Cruyff, que se convirtió en emblema de la nueva era. Aquella transformación iba más allá del deporte: era respeto.
La era de Alexia y Aitana
La profesionalización coincidió con la eclosión de Alexia Putellas, hoy dos veces Balón de Oro y alma del Barça. Tras pasar por Sabadell, Espanyol y Levante, llegó al club con apenas veinte años y se convirtió en líder indiscutible. “Era muy joven, pero ya tenía madera de veterana. Una líder nata, con un conocimiento brutal de lo que era un vestuario. Fue clave para impulsar el cambio”, recuerda Lázaro.

Con ella, y después con Aitana Bonmatí, campeona del mundo y heredera natural de la capitanía, el Barça multiplicó su impacto mediático. “Cuando se clasificaron para Europa llegó un momento en que necesitábamos más gente para atender a los medios. Era imposible gestionar tanta demanda. Llegaron a tener dos jefes de prensa”, explica Lázaro.
El Femenino, en cifras
El éxito deportivo se tradujo en músculo económico. La temporada pasada, el Barça Femenino generó 17,9 millones de euros, con un beneficio neto superior a 200.000. Posee el presupuesto en salarios más alto de Europa (12,7 millones) y moviliza a decenas de miles de aficionados en cada partido. Lo que hace una década era un equipo semiprofesional, hoy es la única sección del club rentable y autosuficiente, además de un referente global.
El reto del futuro
El dominio blaugrana en España es indiscutible: seis Ligas consecutivas, Copas de la Reina y Champions. Pero el desafío ya no es crecer, sino mantener la hegemonía en un mercado cada vez más competitivo.
“El Barça lleva una década de ventaja al resto”, admitió Beatriz Álvarez, presidenta de la Liga F.
La Premier League, con sus inversiones millonarias, amenaza con llevarse a las estrellas. “Habrá que ver si el club puede hacer frente a tanta demanda de mejoras de contrato. El mercado internacional aprieta, y ahí se comprobará si la apuesta del Barça sigue firme o si el proyecto corre el riesgo de ser devorado”, reflexiona Lázaro.
Del Corte Inglés al cielo de Europa
Diez años después, cada pase de Aitana, cada gol de Alexia, cada grada del Johan Cruyff repleta es también un recordatorio: la profesionalización no fue un lujo, fue justicia. Porque el Barça Femenino ya no juega solo al fútbol. Juega con la historia.