Lydia nació en Banyeres de Mariola hace 27 años, Alicante, lugar por excelencia de las celebraciones de Moros y Cristianos en sus fiestas patronales. Fiestas donde su familia se percató de que algo no iba bien, cuando Sempere tenia tan solo 2 años.
No reaccionaba al ruido de los fuegos artificiales como sí hicieron otros bebes y pequeños, algo que sorprendió a sus padres.
Nos cuenta Lydia que antes de que sus padres la llevasen al medico su padre quiso hacer una ultima prueba en casa “cogió dos sartenes y estando detrás de mi las hizo sonar golpeándolas entre ellas, y yo ni me inmuté”. Se confirmaron sus temores: Lydia era sorda.
El diagnóstico
Acudieron al medico temiéndose lo peor, y tras esa revisión llegó la confirmación de lo que sospechaban, Lydia tenia una sordera profunda bilateral.
Sus oídos no percibían ningún tipo de sonido. Pero no fue algo que la familia de la pequeña, en aquel momento, asumiera como un problema o algo que les llevase a limitar a su hija bajo ningún concepto. Todo lo contrario, para ellos fue todo un reto y una barrera que estaban dispuestos a romper.
Inmediatamente en cuanto la alicantina cumplió los dos años la sometieron a su primera operación en el oido derecho para que pudiese percibir algun sonido. Al cumplir los 9 años fue cuando le operaron el oido izquierdo para que ambos pudieran oír.
La fortaleza de un padre
Jorge Sempere, padre de Lydia, fue piloto de motocross y quiso abrirle ese mundo a su hija cuando apenas rozaba los 5 años.
“Quería transmitirme algo bonito” comenta Lydia con una sonrisa. Y así fue como la pequeña tuvo su primer contacto con el mundo de las 2 ruedas y la competición, que por sorpresa y alegría de su familia resultó ser un mundo que apasionaba a Sempere hija.
A pesar de que Lydia no hablaba debido a su sordera, ella era capaz de trasmitir a su padre lo que le provocaba estar subida a la moto con su expresión, no le hacían falta las palabras, el brillo de sus ojos y su emoción dejaba claro que ella quería subirse a la moto y competir.
Fue cuando llegó su primera moto, una KTM que con esfuerzo sus padres consiguieron regalar a Lydia para que pudiese seguir disfrutando de su recién llegada pasión y demostrar al mundo que aquellas primeras barreras que llegaron iban a caer.
Pero tampoco fue fácil. Empezó con ruedines, como todos los pequeños que empiezan en las 2 ruedas, y fue un comienzo bonito porque Lydia se defendía muy bien, pero se complicó cuando llegó el momento de quitar esa “ayuda”.
Debido a la sordera el equilibro de Lydia estaba afectado de manera que se caía mucho. No conseguía mantenerse como cualquier niño con todas sus capacidades, por lo que su padre decidió probar en los karts, la estabilidad de las 4 ruedas es lo que necesitaba la pequeña.
Quería ser como ellos
Lydia se subió por primera vez a un kart con 7 años, y no tenía amigos. “Me sentía un bicho raro” nos explica, debido a que el simple hecho de ser una niña rodeada de niños que competían no fue nada fácil.
“La barrera de ser mujer en este mundo no es tan fácil romperla” dice Lydia con resentimiento. Por desgracia desde bien pequeña sufrió desprecios y miradas incomodas, incluso comentarios que aunque ella no escuchaba, sabia leerlos en los labios de quienes los pronunciaban.
Era muy difícil disfrutar encima del kart sabiendo que en cuanto se bajaba de el era el foco de atención, y no para bien precisamente.
Recuerda con dolor una situación en la que cuando se bajó del kart, habiendo hecho una buena clasificación, vio un padre a lo lejos aparentemente enfadado con su hijo que le decía “eres muy burro, te ha ganado la niña Lydia”.
Después de tantas decepciones, desprecios y ninguna relación de amistad, nos explica la alicantina que le pidió a sus padres cortarse el pelo como un chico para poder ser como ellos y dejar de ser diferente.
“Amo tanto el mundo del motor, que yo quería seguir de la manera que fuese” se justifica Lydia ante ese corte de pelo.
La traición
Lydia no tiene pruebas, pero tampoco dudas de lo que ocurrió en un campeonato murciano a falta de una carrera. Si ganaba, se hacia con el campeonato.
Llegó al parque cerrado, y aparcó su kart a la espera de los técnicos para las verificaciones finales, tras haber ganado la carrera, por lo que la victoria era suya. Su padre estaba con ella y le dijo “No te muevas, ahora vengo”. No querían dejar el kart solo en ningún momento.
Los motores se precintan en las verificaciones iniciales para evitar que hagas cualquier modificación durante la carrera, si ese precinto se manipula y se rompe, la carrera se invalida.
Lydia no “escuchó” a su padre y también se alejo del kart para ir a beber agua, fueron pocos minutos, pero suficientes para que le arrebataran su sueño. Cuando Lydia y su padre volvieron al kart, éste había sido manipulado, el precinto estaba cortada y los técnicos habían señalado que había infracción.
El resultado fue que le arrebataron el título, descalificada. Lydia lo recuerda con mucha tristeza.
La bendición
Sempere ha demostrado siempre una gran capacidad de superación, y una lucha envidiable.
Conducir con su condición no era sencillo. Pues Lydia corría en silencio. No escuchaba nada. Y aun así conseguía unos resultados envidiables a pesar de la dificultad, la cual no valoraban.
Pero siempre llega un ángel de la guarda para hacer el camino más fácil, y en este caso, el ángel de Lydia fue Marc Gené.
El ex-piloto de la F1 ayudo a la alicantina a dejar de conducir en silencio. La hija de Gené lleva también audífonos, así que Lydia se puso en contacto con el para pedirle ayuda para poder adaptar su casco y asi poder llevar los implantes cocleares que hacían que pudiese oír.
Este se intereso por su historia y no dudó en ayudar a Lydia y su familia, acompañándoles a Bélgica para con su empresa colaboradora fabricar unos implantes y unos adaptadores para su caso, de manera que la piloto pudiese llevar los implantes y enfundarse su casco de competición sin peligro de que cayeran o se dañaran.
Y así es como para Lydia se abrió un abanico de oportunidades y pudiese entender su coche, escuchar el rugir del motor, la caja de cambios en cada movimiento y los contrincantes acercarse.
El falso equipo
Lydia nos cuenta como fue estar en un equipo lleno de hombres en sus inicios en la alta competición, donde llegó ilusionada y con ganas de comerse el mundo, pero donde sentía que le cortaban las alas continuamente.
No ha sentido que la valoraran ni que la tuvieran en cuenta. “Como si no existiera” nos dice.
La piloto española se abre ante Articulo14 y relata sucesos que realmente le han hecho daño y dificultan su capacidad de concentración y mantener la ilusión.
En muchas ocasiones, “cuando llego al box después de un entrenamiento o una carrera, quiero transmitir mis sensaciones al equipo en cuanto al motor, comportamiento del vehículo, mecánica… pero no me prestan atención. Solo me escucha el ingeniero, pero el resto del equipo no me hace ni caso” nos cuenta Lydia.
Cuando traslada alguna problemática en cuanto a la mecánica que le está haciendo perder décimas, que no consigue dominar su coche por culpa de ese mal funcionamiento, recibe respuestas como “encargate de ir por la trazada, el coche esta perfecto”.
Llegan reuniones, momentos de revisar la cámara onboard, situaciones en las que en un equipo, de verdad, todos los pilotos forman parte de ese trabajo, pero en su caso no es así. “O no me convocan, o actúan como si no existiera. Me vuelvo invisible”
Por desgracia siguen habiendo barreras para las mujeres en el mundo del Motorsport, pero no ha impedido que Lydia siga luchando y siga eliminando limites para poder llegar a lo más alto, como actualmente que compite en la Clio Cup y ha terminado 7ª en la clasificación, un resultado increíble a pesar de su limitación.
Pilotar sin barreras
El mayor proyecto por el momento de la piloto alicantina. Una iniciativa que nace a raíz de que Lydia empezase a salir en los medios hablando de su historia y de todas las barreras que había ido encontrando en su carrera profesional, y hablando de su condición.
Empezó a recibir mensajes de muchas familias que habían conocido su historia y se estaban interesando en saber mas, jovenes con implantes cocleares que la admiraban, patrocinios, nuevos medios que se querían hacer eco de su hazaña… y eso fue lo que impulso a Lydia a crear “Pilotar sin barreras”.
Organizar un primer evento donde los asistentes pudieron conocer de primera mano la historia de Lydia, hablar con ella, intercambiar relatos y sobretodo hablar de la posibilidad, aun teniendo cierta discapacidad, de competir en el mundo del motor, o en cualquier otra disciplina, porque al final como dice Lydia “Los limites están en tu mente”.
Empezaron en la Comunidad Valenciana, y hoy día ya están trabajando a nivel nacional para dar visibilidad su historia, ayudar a todas aquellas familiar que lo necesiten y sobretodo ayudar también a todas aquellas personas que sufran cualquier otra discapacidad, ya no solo auditiva, sino cualquier otra, como por ejemplo una persona con parálisis cerebral.
El objetivo de este proyecto es acercar a las personas con cualquier discapacidad al mundo del motorsport y que puedan disfrutar ya sea desde fuera o desde dentro de este fantástico mundo.
Mirando al futuro
Lydia tiene muy claro lo que quiere, y su próximo objetivo por supuesto es subir al podio. Seguir trabajando y compitiendo en lo que mas le gusta y apasiona, pero ganar una carrera o terminar en posición de podio es algo que quiere cumplir en su próxima temporada 2025.
Lo cual no tiene muy lejos, “antes me sacaban 4 o 5 segundos, ahora hablamos de décimas” dice Lydia haciendo un balance de temporada, por lo que el objetivo está cada vez más cerca.
Un sueño para ella sería llegar a la competición TCR, algo que le llama mucho la atención según nos dice, pero que a nivel económico le resulta imposible por ahora. Pues necesitaría apoyo de patrocinadores que por ahora no llegan. Aunque seguro que con su perseverancia y esfuerzo llegará tarde o temprano.
Fundación Adecco
Recientemente Lydia ha empezado a formar parte de Fundación Adecco, un proyecto donde ella se siente muy identificada, porque comparten los mismo valores. Se encargan de dar visibilidad a discapacidades y fomentar la inclusión de personas con discapacidad para ayudarles en el mundo laboral, sea el ámbito que sea.
Quieren romper prejuicios, porque en el caso de la discapacidad de Lydia, no tiene la visibilidad que merece, vive en la sombra, y esta es la oportunidad que necesitaba ella para poder dar a conocer su historia y ayudar a personas en su misma situación.
“Tengo 27 años pero he vivido muchas experiencias” dice Lydia, por lo que podrá ayudar a visibilizar la discapacidad auditiva y abrir puertas a todas aquellas familiar que se encuentren en su misma situación.
Lydia tiene claro lo que ha supuesto para ella esta iniciativa, “Para mi Fundación Adecco ahora mismo es un pilar fundamental” .