Autónomas y precarias: el rostro del emprendimiento femenino

Pilar Mora, secretaria general de ‘Autónomas por la Igualdad’, explica que muchas "llegan al emprendimiento cuando sus hijos son mayores y no tienen experiencia ni estudios"

Pilar Mora, secretaria general de 'Autónomas por la Igualdad'.

Pilar Mora, antes de luchar por los derechos de las mujeres autónomas, fue emprendedora. Cuando terminó la carrera decidió abrir una academia de estudios con unas amigas “pero no había información, no había cultura de emprendimiento en España” y la aventura no le duró ni un año. Experimentó en carne propia lo difícil que es trabajar como autónoma en España.

Y aunque parece que vivimos un momento dulce, detrás de los datos nos encontramos todavía con un panorama desolador. El 37% de los autónomos son mujeres. Según los últimos datos de abril, hubo 20.382 nuevas autónomas frente a los 16.937 nuevos autónomos. En total, 1.266.688 son mujeres y 2.154.359 son hombres. Pero ojo con quedarnos solo con estas cifras y no bajar al barro. Porque el perfil de la autónoma es de una mujer con bajos ingresos, sin apenas estudios, fuera del mercado laboral durante años porque se ha dedicado al cuidado de terceras personas y mayor de 45 años.

Refugio

“Es un trabajo refugio. Aumenta el número de autónomas porque muchas emprenden por necesidad, expulsadas del sistema ya que se han dedicado al cuidado de sus hijos o de sus mayores y como el mercado laboral no las absorbe, la salida es el autoempleo”, explica Pilar.

Y los sectores que copan son los más precarios y con menor rentabilidad. Se concentran en el comercio, la educación y los cuidados, donde la estabilidad además es más frágil que otros trabajos tradicionalmente masculinos. “Que crezcan en número no significa que tengan las mismas oportunidades para acceder a los ingresos. Si analizamos a nivel nacional, la brecha salarial de las asalariadas es del 18,36% y en las mujeres autónomas es del 30%. Accedemos a sectores más precarios donde se paga menos”.

Condiciones

Y como consecuencia, suelen cotizar por la base mínima y cuando es el momento de cobrar su jubilación, también es escasa. “Ellas suelen recibir de media un 41% menos de pensión que los hombres autónomos”, puntualiza.

Hay que olvidarse de una imagen idealizada de la mujer emprendedora porque la realidad es que muchas de ellas acceden al autoempleo porque no las llaman desde las empresas. “Llegan al emprendimiento cuando sus hijos son mayores y no tienen experiencia ni estudios. Mujer entre 46 y 55 años es el grueso, que han estado fuera del sistema productivo y sin estudios superiores, en muchos casos estudios primarios”.

Y cada vez hay más extranjeras, que ya suponen el 14% del total de autónomas, algunas de ellas acceden como fórmula para regularizar sus situación, dándose de alta en el RETA. “Así pueden adquirir una vía de ingresos pero las administraciones deben poner la atención en este punto porque si ya es difícil emprender para una mujer española, imagina el esfuerzo para una extranjera. La mayoría de las políticas públicas están dirigidas a empresarios con estructuras consolidadas pero estas emprendedoras tienen otras necesidades y es poco comprendida en el diseño de normativas y las deja en una situación de vulnerabilidad económica”.

Apoyo

Cuando acuden a su asociación, ‘Autónomas por la Igualdad’, habitualmente necesitan ayuda para madurar el plan de negocio pero sobre todo para acceder a la financiación. “Los hombres tienen más facilidades a la hora de conseguir financiación, no solo en España sino en otros países. Muchas recurren a sus familiares masculinos para pedir dinero para sus negocios. Salvo que vayan con un certificado de viabilidad, por ejemplo”.

Proyectos por cuenta propia sin respaldo económico ni ayuda social y con una alta tasa de abandono. “Algunas no saben que pueden solicitar la prestación por cese de actividad y no llegan ni a solicitarlo. Es importante tener la información de que existen estas ayudas”. Y que las administraciones ofrezcan datos desagregados para disponer de toda la información sobre la mesa como la brecha salarial, carga de cuidados, tasa de abandono o acceso al crédito. “No sabemos qué mujeres salen de la universidad y deciden emprender por vocación y cuáles lo hacen por necesidad. Los hemos reclamado a los ministerios para que nos sirva para diseñar políticas públicas eficaces”. Pero todavía están esperando.

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