Los inversores ya no acuden físicamente al parqué para invertir en Bolsa. Podemos mover nuestro dinero, en pijama y a golpe de clic, en los mercados de Wall Street, Londres o Frankfurt. En el caso del oro, la intención del Consejo Mundial del metal precioso es lanzar en 2026 un nuevo instrumento digital que permita fraccionar el oro físico y utilizarlo en transacciones financieras. Modernizar la inversión en este valor refugio y dinamizar un mercado que mueve unos 900.000 millones de dólares solo en el Mercado de Londres.
Es un proyecto que cuenta con la participación de grandes bancos y casas de trading. El objetivo es convertir este activo en un bien dinámico. Ya no pensaremos en los lingotes como objetos brillantes guardados en cajas fuertes esperando su revalorización. En lugar de un recurso estático y sin rendimiento en los balances de los bancos e inversores, podrá generar rentabilidad. Y todo gracias a la digitalización.

Máximo histórico
En un momento en el que el precio del metal amarillo ha duplicado su valor en tres años y ha vuelto a alcanzar un máximo histórico por encima de los 3.600 dólares la onza. Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más grandes y prestigiosos del mundo, ha augurado que podría llegar a los 5.000 dólares si Trump acaba menoscabando la independencia de la Reserva Federal. Esta decisión erosionaría el valor del dólar como moneda de reserva y el oro resurgiría como un bien que no depende de la confianza institucional.
En el mercado de Londres, que es el principal centro mundial del metal precioso, hay dos tipos de operaciones: ‘oro asignado’, compras o vendes un lingote con un número de identificación y el llamado ‘oro no asignado’, en la que se compra o vende el metal al peso, por ejemplo 10 kilos, pero no un lingote específico. La nueva propuesta crearía un tercer tipo digitalizado. Serían participaciones fraccionadas del oro físico que se usarían en transacciones financieras. Eso convertiría a los lingotes en valores intangibles más dinámicos y rentables.
Prosegur Digital Gold
La compañía Prosegur ha lanzado un servicio innovador para que cualquier persona pueda comprar este activo en formato digital en lugar de tener que guardar los lingotes casa o en una caja fuerte en el banco. Lo que hace la empresa es custodiar físicamente el metal precioso en sus instalaciones de alta seguridad. Ese lingote se puede dividir en 1.000 partes digitales, los llamados tokens, y el cliente puede comprar una o varias partes de ese valor de forma sencilla, desde el móvil.
“A diferencia de otras propuestas del mercado, Prosegur Digital Gold ofrece una combinación única de respaldo físico, transparencia, cumplimiento normativo, accesibilidad y liquidez tanto presencial como digital. El servicio permite acceder al activo refugio como reserva de valor, sin asumir riesgos operativos. Su cotización se ajusta según el mercado, tomando como referencia el London Metal Exchange (LME)”, explica la compañía.
Una operación que estaría respaldada por el lingote real y que contaría con auditorías periódicas para comprobar que no hay estafas y que el metal continúa allí. La idea es poder democratizar el acceso a su compra y que no sea una inversión exclusiva para ricos y grandes inversores.
Valor refugio
El metal amarillo ha experimentado una revalorización importante en la última década. En 2015, el precio rondaba los 1.050 dólares la onza, entonces tocó mínimo en seis años. Pero desde entonces, ha ido subiendo paulatinamente. Entre 2021 y 2022, se movió entre los 1.700 y los 1.900 dólares la onza. Era un momento de fortaleza del dólar y subidas de tipos de interés. En el año 2023, repuntó por encima de los 2.000 dólares por la inflación y tensiones geopolíticas.

Cuanta más incertidumbre en el mundo, más sube como valor refugio para los inversores. En 2024, superó máximos históricos con una subida de más del 10% impulsado por la compra de bancos centrales y la preocupación creciente por la deuda en los Estados Unidos. Este 2025, se ha consolidado como un activo clave y su tendencia sigue estando al alza.
El oro ha sido testigo de todas las transformaciones de la economía global. Hoy, en pleno siglo XXI, se abre paso hacia una nueva era en la que lo tangible se fusiona con lo digital. De las cámaras acorazadas a las carteras virtuales, de la joya heredada al token.