Hay varias mujeres en la familia Armani que están llamadas a mantener el legado del diseñador italiano. Una empresa rentable e independiente con una marca global que se rige según sus propias reglas, no como otras grandes firmas que están sometidas bajo el paraguas de gigantes del lujo como Kering o LMVH.
Giorgio Armani dejó una compañía con una gran fortaleza financiera. En 2024, el grupo facturó 2.300 millones de euros con un beneficio operativo de 398 millones de euros. En un momento en el que el lujo factura menos que nunca ante la caída del gran consumidor chino y las fuertes inversiones destinadas a renovar tiendas y reforzar los canales online.

Herencia
Las mujeres del clan Armani heredan un imperio solvente, con negocios muy diversificados que tendrán que administrar sin que los egos acaben con la empresa, como sí ha sucedido con otras familias del mundo de la moda. Como pasó con Gucci, fundada en 1921. Tras la muerte de Guccio, sus hijos y nietos se enzarzaron en unas luchas de poder que desembocaron en una gestión caótica, demandas y traiciones que casi arruinan a la empresa. Hoy Gucci pertenece al grupo Kering y la familia ya no tiene poder sobre la firma.
Es lo que trata de evitar Armani, en la que destacan tres mujeres herederas. Silvana Armani, sobrina y directora de las líneas femeninas. Su misión es mantener el ADN estético de la casa junto con el responsable de las colecciones masculinas. La más conocida de todas, que es Roberta Armani, también sobrina ya que Giorgio no tuvo hijos, responsable de las relaciones con las celebridades. Es una especie de puente con el glamour de la alfombra roja que tanto prestigio ha otorgado a la marca.
Completa el trío femenino Rosanna Armani, la hermana menor de Giorgio que ya es octogenaria y cuya presencia en los órganos es más simbólica como garante del equilibrio familiar. Ellas aseguran la continuidad de la casa de moda aunque no están solas en el empeño, también mantienen la gestión dos directivos veteranos como Giuseppe Marsocci o Daniele Ballestrazzi.
Un negocio más allá del textil
La clave económica del imperio Armani es que no se limita solo a la ropa. El diseñador tuvo la visión de ampliar el negocio a otros ámbitos, vasos comunicantes, pero que generan ingresos importantes como la cosmética y perfumes, decoración, hostelería y gastronomía con Armani Hotel en Dubai o incluso el deporte con el club de baloncesto Olimpia Milano.
No será fácil mantener la cohesión en las próximas décadas con 9.000 trabajadores a su cargo y más de 2.700 puntos de venta en 60 países.
Pero el plan principal de sucesión de las mujeres de la familia es blindar la independencia y evitar que los grandes grupos se apoderen de ella. Ya lo preparó en vida el diseñador con un sistema complejo para que la casa se mantuviera fuerte después de su muerte.
Fundación Giorgio Armani
La Fundación Giorgio Armani, que fue creada en 2016, es la garante de su legado y tomará más poder accionarial y de control. En los estatutos, Giorgio lo dejó muy claro: en su legado prima la prudencia financiera, reinvertir los beneficios, adquisiciones muy selectivas y la prohibición de salir en bolsa antes de cinco años. Por ejemplo, las grandes decisiones financieras como fusiones u operaciones extraordinarias necesitarán del 75% de los votos para impedir movimientos bruscos que acaben con más de medio siglo de esfuerzo.
Armani diseñó un sistema fuerte ante la tentación de querer vender o trocear la marca. Límites estrictos sobre el retorno de beneficios y una fundación que vela por la sostenibilidad y la gestión prudente. En 2024, duplicó la inversión en las llamadas flagships (las tiendas más representativas de la marca) y en comercio electrónico.
La intención es mantenerse, no tratar de emular a otras marcas mucho más rentables como por ejemplo Hermès, con beneficios seis veces superiores en 2024 con una facturación de 15.200 millones de euros, un 13% más que en el año anterior. Pero Armani aspira a la permanencia familiar. Y Silvana, Roberta y Rosanna Armani serán las guardianas de este modelo que combina los pilares de estética coherente, disciplina financiera e independencia. Si lo consiguen, Armani conseguirá resistir ante la presión de los grandes conglomerados del lujo.