Europa se rinde ante EEUU: ¿cuál es el precio que vamos a pagar?

Analizamos el alcance real del nuevo acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos, los temidos aranceles de Trump

Donald Trump en la OTAN - Internacional
Donald Trump junto a Marco Rubio
EFE/EPA

La noticia ha sacudido a los mercados, a los analistas políticos y a las industrias europeas. La Unión Europea ha firmado un nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos. Y lo ha hecho en unos términos que muchos consideran una rendición. La imagen lo resume todo: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, viajando hasta un campo de golf escocés donde Donald Trump pasaba unos días de descanso, para rubricar un pacto que llevaba semanas fraguándose. La amenaza de los aranceles de Trump del 30% había puesto contra las cuerdas a los Veintisiete. Y el resultado es que la UE ha cedido.

La clave del acuerdo es clara: aranceles de Trump del 15% a todas las exportaciones europeas, en términos generales. La excepción, paradójicamente, es aún más dura: acero, aluminio y cobre tendrán un arancel del 50%. A cambio, la UE se compromete a aumentar de forma significativa sus importaciones desde Estados Unidos. En especial, en el ámbito energético y militar. En definitiva, un acuerdo desigual que apunta a un cambio profundo en la relación entre ambas potencias.

El precio de evitar una guerra comercial

Durante semanas, Donald Trump había elevado la tensión. El presidente estadounidense publicó en redes sociales una carta dirigida a Von der Leyen en la que anunciaba aranceles de Trump del 30% a los productos europeos si no había un acuerdo antes del 1 de agosto.

La respuesta de Bruselas fue contener el aliento y preparar una estrategia de contención. Alemania, uno de los países más dependientes de las exportaciones, fue clara: había que evitar una guerra comercial a cualquier precio. Y el precio se ha pagado.

El acuerdo fija un arancel del 15% con carácter general a las exportaciones de la UE a Estados Unidos. Es una medida que la propia Comisión había calificado de “prohibitiva” hace apenas unos meses. Sin embargo, ahora se acepta como mal menor. Von der Leyen lo ha presentado como una victoria diplomática porque rebaja el anterior castigo del 25% en algunos sectores clave. Pero el relato choca con la realidad: Europa asume aranceles unilaterales sin imponer medidas equivalentes.

Los aranceles de Trump a cambio de importaciones

Los aranceles de Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escucha durante una reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte (no en la foto)
EFE/EPA/YURI GRIPAS / POOL

Uno de los elementos más polémicos del acuerdo es el compromiso europeo de aumentar drásticamente sus importaciones desde Estados Unidos. En particular, se habla de 750.000 millones de dólares en energía en los próximos tres años. Esto incluye gas natural licuado, petróleo y energía nuclear, todo ello procedente de un país cuyo modelo energético está muy alejado del europeo.

Es un giro estratégico que pone en cuestión la tan buscada autonomía energética que Europa comenzó a construir tras la invasión rusa de Ucrania.

Los aranceles de Trump también afectan al sector farmacéutico, los semiconductores y la industria automovilística. El 15% pactado se presenta como un alivio respecto al castigo previo, pero no deja de suponer un encarecimiento artificial de las exportaciones europeas a EEUU. Von der Leyen ha defendido el pacto argumentando que da certidumbre a las empresas en un momento de volatilidad internacional. La realidad, sin embargo, es que Europa ha aceptado las reglas del juego de Trump.

Una nueva política exterior basada en la amenaza

El caso de los aranceles de Trump no es un episodio aislado. Se enmarca en una estrategia más amplia del presidente estadounidense, que ha hecho de la presión comercial su principal arma diplomática. La amenaza sustituye al diálogo. El chantaje reemplaza a la negociación. Y Europa ha optado por evitar la confrontación, incluso si eso implica ceder soberanía y asumir condiciones claramente desfavorables.

En el trasfondo, está también el gasto militar. En la reciente cumbre de La Haya, los socios de la OTAN aceptaron el objetivo del 5% del PIB en defensa. Aunque muchos reconocieron su inviabilidad. Ahora, parte de ese gasto deberá destinarse a la compra de armamento estadounidense, según reconoció el propio Trump.

La conexión entre el acuerdo comercial y la política de defensa es evidente. Y los aranceles de Trump se convierten así en una palanca para reforzar la industria norteamericana en todos los frentes.

¿Dónde queda la autonomía estratégica europea?

Los aranceles de Trump
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
EFE/EPA/OLIVIER HOSLET

La firma del acuerdo no solo tiene implicaciones económicas. También representa un retroceso en la ambición de una Europa soberana, capaz de definir su propio camino. Tras la pandemia y el estallido de la guerra en Ucrania, la UE había apostado por reforzar sus capacidades estratégicas, reducir su dependencia del exterior y liderar la transición energética.

Sin embargo, el pacto con Trump implica justo lo contrario: dependencia energética transatlántica, refuerzo de la industria armamentística estadounidense y aceptación de aranceles que perjudican gravemente a la industria europea.

En sectores como el acero, el aluminio y el cobre, el impacto será demoledor. Los aranceles de Trump del 50% dificultarán gravemente la entrada de estos productos en el mercado norteamericano, que sigue siendo uno de los principales destinos para muchas industrias europeas. Ni siquiera los esfuerzos diplomáticos de Bruselas han logrado rebajar esas tasas. Y los sectores afectados tendrán que buscar alternativas en otros mercados, más lejanos y menos rentables.