Elegir opositar es una decisión que implica años de estudio constante con el objetivo de conseguir una plaza en la administración pública. Cada vez son más las personas, sobre todo mujeres, que apuestan por esta vía laboral. En Artículo14 hemos hablado con Andrea y Silvia dos opositoras de diferentes generaciones, alumnas de la academia Supera, que nos han contado sus experiencias y motivaciones para elegir el sector público como una apuesta de estabilidad y futuro profesional.
Andrea Mondaray tiene 24 años, terminó la carrera de Comunicación Audiovisual con 21 años y enseguida empezó a trabajar. Tras dos años en el sector mientras cursaba un máster, se cuestionó acerca de la viabilidad de su futuro laboral. Esto le llevó a plantearse un nuevo proyecto laboral a largo plazo. que fue opositar para Gestión de la Administración Civil del Estado. “Si a este impulso personal le sumabas la dinámica laboral y social que está tomando el mundo y, en concreto, nuestro país en los últimos años, pensé que la mejor manera de asegurarme un futuro de calidad era apostar por el sector público”, explica.
Silvia Gebrie, en cambio, viene de un camino largo y consolidado. A sus 52 años y con una vida laboral estable a sus espaldas, decidió presentarse a las oposiciones de Administrador para la Unión Europea. Lo suyo no fue un giro que cambió de un día a otro, sino una respuesta a la situación laboral del momento: “Puro realismo. En España el mercado laboral hace muy difícil la reincorporación después de los 50, independientemente de la trayectoria profesional que tengas”.
Experiencia
Ambas tienen motivos distintos, en el caso de Andrea fue una elección tras sus primeros pasos en el mundo laboral: “Supongo que no he sido la única que tras su primer trabajo ha consolidado la idea de opositar”. Para Silvia, es un objetivo que surge de una vocación desde que era joven: “Fue un sueño de adolescencia que desestimé porque surgieron otras opciones excelentes sin necesidad de opositar. Aparte en mi caso ya de jovencita, que me pilló la incorporación de España a la UE de adolescente, lo miraba con interés”.
Respecto a sus experiencias en la preparación, ambas coinciden en la necesidad de tener una disciplina constante. Andrea tomó ejemplo de su entorno, donde varias personas estaban también opositando: “Cuando empiezan a pasar las semanas de tu propia preparación, te das cuenta de que casi todo lo que te podías imaginar toma otro rumbo y te enfrentas a la dureza de ser un opositor”.
Andrea se dio cuenta pronto de ello: “Recuerdo que pensaba que sería algo parecido al año de segundo de bachillerato, pero estaba bastante equivocada. A nivel emocional es completamente diferente”. A pesar de haberse volcado al 100 % en el estudio tras dejar su trabajo, la concentración no siempre le acompaña: “Tener tantas horas disponibles puede ser un arma de doble filo. Nuestro cerebro está en constante intercambio de pensamientos y muchas veces somos nosotros mismos quienes saboteamos nuestro trabajo”.
Silvia, en cambio, compagina la oposición con proyectos de emprendimiento y responsabilidades familiares. También se suma la dificultad de volver a estudiar después de mucho tiempo: “La memoria no es la misma que a los 20 años. Es complicado de gestionar con la vida, la casa, aunque también tienes competencias que te ayudan a relativizar y prepararte para una carrera larga”.
Andrea tiene claro que la clave está en no aislarse: “Mi coach me dijo desde el principio que compaginar el estudio con la vida personal es imprescindible para no perder la cabeza”. También se apoya en otros compañeros que están opositando: “Dentro de la academia tenemos varios grupos de WhatsApp dónde unos llevan más tiempo que otros, pero de los que siempre puedes sacar palabras de apoyo. Te das cuenta de que no estás sola“. Silvia también se apoya en una red de compañeras: “Estoy en Supera, y en los grupos de WhatsApp se comparten dudas, información y muchos ánimos”.
Mujeres en el sector público
El peso del género atraviesa la experiencia de las opositoras. Según el estudio ‘El peso del opositor en España 2024’ de Opositatest, 6 de cada 10 de las personas que piensan opositar próximamente son mujeres.
Andrea y Silvia lo tienen claro. La primera es plenamente consciente de ello: “Todas vemos, escuchamos y nos enteramos de las noticias y a pesar de los grandes progresos que hay, creo que falta mucho para que las mujeres nos quitemos ciertas inseguridades de nuestro futuro laboral”. Lo cuenta desde la propia experiencia: “Si estudias las condiciones laborales del sector público, enseguida ves que son mucho mejores que las que ofrece la empresa privada, sobre todo si eres mujer”.
“Creo que si sumamos las condiciones laborales que nos ofrece este sector (empresas del sector privado), las inseguridades sociales que tenemos y las circunstancias personales de cada mujer, entiendo que 6 de cada 10 mujeres elijan opositar”, añade.
También considera que el progreso de las mujeres es una lucha constante: “Somos un perfil de mujeres jóvenes conscientes de que hay que seguir trabajando por nosotras y nuestros derechos laborales, cada una a su manera y cómo mejor considere”.
Silvia opina que hay una desigualdad evidente en la carga de trabajo diaria: “Las mujeres somos más prácticas y más realistas. Además de tenerlo más complicado en el mundo laboral y en la conciliación. Cuando terminas con los hijos, empiezas con los padres y el mayor peso siempre recae en nosotras”.
Juventud
El estudio también muestra que el grupo con mayor interés en opositar son las personas entre 18 y 34 años, teniendo más de la mitad menos de 24 años. A este respecto, Andrea considera que hay una gran oferta de oposiciones, lo que facilita que la población joven se anime a empezar una: “Teniendo la titulación de bachillerato o un grado superior ya puedes optar a opciones muy buenas”. También afirma que las mujeres son una inspiración para los demás: “Cada vez somos más conscientes de lo que vale nuestro trabajo y nuestro tiempo, gracias a que muchas mujeres nos lo han ido enseñando y transmitiendo desde pequeñas”.
Silvia añade las diferencias existentes respecto a otras épocas. “Supongo que la realidad laboral de hoy, aunque quizá tengan el mismo nivel de desempleo o menos que en mi época (terminé en 1995 con una tasa de desempleo del 25 %). Si percibo que la posibilidad de progresión era mayor en general antes. Ahora veo más precariedad, menos posibilidad de carrera, salarios más ajustados. Supongo que esas condiciones llevan a que las mujeres, especialmente, que además somos más aplicadas, se centren en la vía de opositar”.