El perfil

Pocas opciones para Michelle Bowman, la única mujer en la carrera por la Fed

Su perfil técnico es sólido, encarna la continuidad y aunque no pertenece al círculo político de Trump, sí ha mostrado disciplina institucional

Michelle Bowman, candidata a la presidencia de la FED.

La carrera por suceder a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal entra en su fase decisiva. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, ha confirmado la lista de los últimos cinco candidatos que todavía optan a presidir la Fed y entre ellos solo hay una mujer: Michelle W. Bowman, actual vicepresidenta de Supervisión de la institución. La decisión final, según el propio presidente Donald Trump, podría anunciarse antes de fin de 2025, pese a que a Powell todavía le queda hasta el mes de mayo de 2026 para finalizar su mandato. A Trump le incomoda tanto el actual presidente que quiere nombrar a su sustituto antes de tiempo.

Los cinco finalistas son Kevin Hassett, asesor económico de la Casa Blanca, Kevin Warsh, exgobernador de la Fed, Christopher Waller, actual gobernador, Rick Rieder, directivo de BlackRock y Michelle Bowman, la única mujer del grupo.

Trump declaró desde el Air Force One que la decisión podría tomarse “antes de fin de año”, mientras Bessent señaló que “la segunda ronda de entrevistas concluirá tras Acción de Gracias”. La Casa Blanca busca un perfil que combine lealtad política, credibilidad ante los mercados y capacidad para sostener un ciclo económico complejo en plena desaceleración. Sobre todo, alguien que no lleve la contraria a Trump tal como sí ha hecho Powell demostrando la independencia del organismo pese a las presiones gubernamentales.

¿Quién es Michelle Bowman?

Tiene 54 años, nació en Kansas y proviene de una familia vinculada al negocio bancario. Licenciada por la Universidad de Kansas y con trayectoria en el Congreso, fue designada gobernadora de la Fed en 2018 y, desde 2025, ocupa el cargo de Vice Chair for Supervision, responsable de la regulación y vigilancia del sistema bancario estadounidense.

Su perfil técnico es sólido, pero su visión de política monetaria es algo más ‘dovish’ (las palomas en el Banco Central Europeo), que es un término que se usa para describir a quienes priorizan el crecimiento frente al endurecimiento de tipos frente a los hawkish’ (los halcones). En discursos recientes, Bowman ha pedido evaluar con prudencia las subidas de tipos y ha enfatizado la necesidad de “no asfixiar el crédito” en las pequeñas entidades financieras.

Ese tono más conciliador contrasta con la línea ortodoxa de candidatos como Warsh o Waller, que abogan por mantener la lucha contra la inflación como prioridad absoluta y, por lo tanto, más alineados con los gustos de Trump.

Continuidad institucional

Bowman encarna la continuidad dentro de la Fed. No pertenece al círculo político de Trump pero sí ha mostrado disciplina institucional. Su ascenso sería también un gesto simbólico: sería la primera mujer en la historia en ocupar la presidencia de la Reserva Federal designada por un presidente republicano.

Tras Janet Yellen (nombrada por Obama en 2014), ninguna mujer ha vuelto a ocupar el cargo, lo que da a la candidatura de Bowman un valor añadido en términos de diversidad y reputación internacional.

Pese a estos pros, el presidente podría preferir un nombre más alineado con su discurso económico expansivo y un fiel seguidor de sus políticas en un momento delicado por la irrupción de los aranceles en el día a día de los estadounidenses.

La economía llega al cierre de 2025 con un crecimiento más débil y una inflación que ya se sitúa en el 3%, un punto por encima de lo recomendado por la propia Fed. Los mercados descuentan próximos recortes de tipos pero la magnitud y el ritmo de esa bajada dependerán del próximo presidente o presidenta del banco central de cara a la segunda mitad del 2026.

En este contexto, los perfiles más halcones, como Warsh, prometen disciplina monetaria, mientras que otros, como Rieder, ofrecen una mirada de mercado más pragmática. Bowman, en cambio, aporta un equilibrio: es percibida como predecible, institucional y prudente. Es una imagen tranquilizadora para los inversores, que prefieren las certezas, pero más lejana a la voluntad de Trump, que parece querer un fiel escudero.

Fuentes cercanas al proceso citadas por Bloomberg y Fox Business estiman que Bowman no está entre las favoritas. Su falta de vínculos políticos directos con la Casa Blanca la colocan por detrás de Warsh, Waller y Hassett.

A su favor, pesa la estabilidad que representa y su experiencia en banca comunitaria, un factor apreciado por el Senado, que deberá ratificar el nombramiento.

La decisión, en última instancia, dependerá de la estrategia política de la Administración: si busca enviar una señal de continuidad institucional y apertura, Bowman podría dar la sorpresa. Si, por el contrario, Trump opta por reforzar su impronta personal sobre la política monetaria, la balanza se inclinará hacia un economista más ideológicamente afín.

Cualquiera que sea el desenlace, el proceso refleja la creciente interdependencia entre la Casa Blanca y la Fed. Los mercados europeos y asiáticos siguen de cerca la elección, ya que una presidencia Bowman implicaría mayor diálogo con los bancos centrales globales, mientras que un cambio más radical podría aumentar la volatilidad del dólar y las tensiones financieras. En menos de dos meses, saldremos de dudas.