Los deberes escolares son un desafío para muchas familias y las buenas intenciones a menudo acaban en discusiones. ¿Es mejor implicarse o fomentar la autonomía? La psicóloga Sara Cantavella, directora de las clínicas Camins y profesora asociada de la Universidad Complutense, y Silvia García, empresaria y madre de tres hijos, exponen opiniones muy diferentes
“Si nos implicamos en exceso, perderán confianza”
Involucrarse es positivo si consiste en ayudar a crear rutinas, a organizar el espacio y gestionar el tiempo. Es negativo si ese apoyo se convierte en un foco de conflicto diario o esa ayuda significa hacer parte de las tareas o asumir responsabilidades que no competen a los padres.
Los niños deben adquirir autonomía desde pequeños, un aprendizaje que será gradual si dejamos que asuma sus obligaciones y tome sus propias decisiones. Es posible que no siempre sean las más acertadas, pero equivocarse será un aprendizaje vital, no un motivo de tensión. Es importante que afronte las consecuencias de sus decisiones. Si por evitar fallos o que deje las tareas incompletas, nos implicamos en exceso, estaremos frenando su desarrollo como persona independiente y segura de sí misma.
Los niños pueden volverse muy dependientes y perder confianza en sus capacidades. Cuanto más tiempo pase, más difícil resultará corregir esa necesidad de ayuda. Lo más recomendable es poner a su alcance las herramientas que fomenten su autonomía, interés por los contenidos y motivación para un trabajo bien hecho. Es preferible que el tiempo compartido sea de juego, conversación e intercambio de afectos.
“Ellos ganan tiempo y yo salud mental”
Estaría a favor de los deberes si fuese para fomentar la lectura en casa o la creatividad. Insistir en lo que deberían aprendido en el colegio es innecesario. Soy madre de tres hijos y me agobia ver cómo prolongan su jornada escolar. Llegan cansados, se enrabietan si tienen que quedarse en su habitación una o dos horas más. Sería un conflicto diario y no es la infancia que quiero para ellos. Así que me pongo con ellos y liquidamos los deberes lo más pronto que podemos. Sus deberes son también míos. Ellos ganan tiempo y yo salud mental. Según van subiendo de curso, se complica más, pero ahí tengo al profesor IA.
No considero que esto frene su autonomía. La autonomía, la creatividad, su equilibrio físico y mental lo adquieren en su tiempo de juego o de aburrimiento. Es mi particular pedagogía y creo que no me va mal. Comparten mi opinión muchos padres, aunque es difícil expresarlo sin que se te echen encima. Cuando crezcan, tendrán recuerdos agradables, e incluso divertidos, de una madre que se sentaba cada tarde con sus hijos para hacer con ellos los deberes. Hay distintas maneras de hacer bien las cosas. Yo respeto a quien piensa lo contrario y me gustaría que me respetasen a mí.
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