A lo largo de esta semana la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWMadrid) está viviendo una edición histórica. No solo porque celebra los 40 años de la pasarela española —nacida en los 80 como Pasarela Cibeles—, sino porque, bajo la dirección de Asier Labarga y Valentina Suárez-Zuloaga, la cita se ha propuesto renovarse y recuperar peso internacional, algo que mayoría de sus diseñadores pedían a gritos desde hace tiempo.

De Cibeles a MBFWMadrid: una historia de estilo
Cuarenta años dan para mucho. Desde los pioneros Adolfo Domínguez, Jesús del Pozo o Sybilla, hasta los colores de Ágatha Ruiz de la Prada o la sastrería de Devota & Lomba, la pasarela madrileña ha sido testigo de la evolución de la moda española: de la artesanía y el prêt-à-porter de los 80 y 90 a un presente híbrido, donde conviven diseñadores consagrados y nuevas generaciones.
Este aniversario no es un simple recordatorio del pasado: es una mirada hacia adelante. Labarga lo resume como “un ecosistema de innovación, artesanía y sostenibilidad”. Y eso es lo que se está viendo estos días.
Premios, novedades y aires renovados
La edición comenzó el pasado 16 de septiembre con la entrega de premios y fiesta inaugural por todo lo alto en el hotel Four Seasons. Allí, Silvia Tcherassi fue reconocida como Diseñadora Internacional invitada y Palomo recibió el premio Talento Nacional, símbolos de la mezcla entre veteranía global y pujanza española.
Entre las novedades de esta edición que pretenden marcar el rumbo destacan los showcases y formatos OFF, que llevan la moda fuera de IFEMA y acercan las colecciones a distintos espacios de Madrid. También se ha inaugurado una renovada pasarela sostenible y zonas dedicadas a la artesanía contemporánea, junto con charlas de negocio que ponen sobre la mesa los retos actuales de la industria.

Lo vivido hasta ahora
La inauguración fue todo un símbolo: Silvia Tcherassi desfiló en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, fusionando elegancia contemporánea con el peso histórico de la sede original. El mismo día, Palomo presentó una colección que confirma su papel como uno de los grandes embajadores del nuevo talento español.
Pedro del Hierro ha mostrado la vigencia de la sastrería y el lujo clásico español, mientras que el showcase que presentamos desde Erroz —localizado en Minim Madrid— subraya la importancia de explorar otros formatos, más cercanos y conceptuales desde las alianzas.

Una pasarela necesaria
En un panorama donde algunas fashion weeks pierden influencia, Madrid quiere demostrar con fuerza por qué sigue siendo imprescindible:
1. Identidad cultural. La moda española es tradición, creatividad y artesanía. MBFWMadrid ofrece un escaparate que conecta estas raíces con el presente.
2. Talento emergente. El circuito EGO sigue siendo vital para jóvenes diseñadores que, sin esta plataforma, carecerían de visibilidad ante compradores y prensa internacional.
3. Industria y economía. La moda no es solo estética: es empleo, turismo y proyección de marca país.
4. Innovación responsable. Incorporar sostenibilidad, talleres de artesanía e incluso debates sobre nuevas tecnologías convierte a la pasarela en un laboratorio de futuro.
Más allá del aniversario
Lo que estamos viendo esta semana (nos queda todavía EGO mañana, espacio destinado a los nuevos talentos) no es una celebración nostálgica, sino un punto de inflexión. MBFWMadrid se esfuerza por competir con París, Milán o Londres sin perder autenticidad. La clave estará en consolidar lo que se ensaya en esta edición: más visibilidad internacional, mayor apoyo a emergentes y compromiso real con la sostenibilidad.
Los 40 años de moda española de MBFWMadrid son mucho más que un cumpleaños. Son la prueba de que la moda española tiene historia, presente y ambición de futuro. Si las líneas marcadas por Labarga y Suárez-Zuloaga se mantienen, este septiembre de 2025 no será recordado solo como una fiesta conmemorativa, sino como el momento en que Madrid volvió a situarse en el mapa de la moda internacional y marcando su rumbo hacia las ediciones venideras.