37 AÑOS DESPUÉS

Chloe Malle asume el mando en Vogue tras la era de Anna Wintour

La hija de Candice Bergen y Louis Malle dirigirá la edición estadounidense tras casi cuatro décadas de Wintour al frente

Fotografía: Kiloycuarto

Anna Wintour ha puesto fin a una era en Vogue. Después de 37 años como editora en jefe de la revista, la ejecutiva más influyente de la moda ha cedido el liderazgo de la edición estadounidense. La elegida es Chloe Malle, de 39 años, quien asume oficialmente como Head of Editorial Content. El nombramiento, anunciado este miércoles 2 de septiembre, marca el inicio de una nueva etapa en la publicación más icónica de Condé Nast.

El relevo no implica la retirada de Wintour. Lejos de dar un paso atrás, la británica continuará como directora editorial global de Vogue y Chief Content Officer de Condé Nast, además de mantener su presencia en eventos de alto perfil como la Met Gala, que durante décadas ha sido la expresión máxima de su poder en la industria cultural. De este modo, Malle se encargará del día a día en Estados Unidos mientras Wintour se concentra en lo estratégico y global.

Chloe Malle no es una desconocida en la casa. Se incorporó a la revista en 2011 como social editor, un puesto centrado en cubrir la vida social de Nueva York, y pronto empezó a destacar por su capacidad de narrar las transformaciones culturales de la ciudad. Posteriormente fue contributing editor y, en 2023, ascendió a editora de Vogue.com, donde se encargó de reorientar la estrategia digital de la cabecera. Los resultados hablan por sí mismos: el tráfico se duplicó, las métricas de lectura y permanencia crecieron a doble dígito y se consolidaron productos innovadores como el pódcast The Run-Through o newsletters temáticas que han captado nuevas audiencias.

Su papel ha sido decisivo también en la cobertura digital de grandes eventos de la moda. Durante la Met Gala, Vogue.com se convirtió en un referente en tiempo real para millones de usuarios en todo el mundo, con contenidos que mezclaban retransmisiones, análisis y crónicas sociales. Asimismo, impulsó Vogue World, un formato híbrido entre desfile, festival y espectáculo que reforzó la imagen de la marca como creadora de experiencias globales.

Hija de la actriz Candice Bergen y del cineasta francés Louis Malle, Chloe creció rodeada de referentes culturales. Su origen privilegiado le valió ser encasillada como “nepo baby”, etiqueta que ella misma ha admitido, pero en lugar de esquivarla, ha insistido en que la convirtió en alguien que debía trabajar el doble para ganarse un espacio propio. En sus propias palabras, el apellido abría puertas, pero también imponía el reto de demostrar que estaba allí por mérito propio. Además, interesante es que su madre, Candice Bergen, interpretó en Sexo en Nueva York a una directora ficticia de Vogue (Enid Frick), personaje inspirado claramente en Wintour.

El nombramiento de Malle tiene un significado más profundo que el simple cambio de nombres. Representa una transición generacional en la industria de las revistas de moda, donde la autoridad de Wintour parecía eterna. La nueva directora llega con un perfil más conectado a lo digital, la innovación en formatos y la capacidad de generar comunidad entre lectores más jóvenes, sin perder de vista el legado histórico de la publicación. Anna Wintour la describió como “la voz adecuada para guiar a Vogue hacia el futuro, con creatividad, visión y un profundo respeto por lo que esta revista significa”.

La estrategia busca una renovación progresiva. Wintour conserva el mando global y seguirá siendo el rostro visible de la moda en grandes citas, mientras que Malle asume la gestión operativa y editorial de la edición estadounidense. El equilibrio permitirá que Vogue mantenga su prestigio, pero adaptándose con agilidad a los cambios que exige la era digital, donde la competencia con redes sociales y nuevas plataformas es cada vez más intensa.

La llegada de Chloe Malle a la dirección de American Vogue supone un relevo histórico. No es solo la sucesora de Anna Wintour: es la encargada de liderar la transición hacia una revista más global, más digital y más abierta a nuevas narrativas, sin perder la elegancia, la influencia y la autoridad cultural que han definido a Vogue desde su fundación.

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