En un gesto de extraordinaria modestia, Audrey Hepburn declaró que, con el pelo recogido en un moño, unas grandes gafas de sol y un vestidito negro, todas las mujeres podían parecerse a ella. Pero desde aquella icónica imagen en Desayuno con diamantes, frente al escaparate de Tiffany`s tomando un croissant, no habido quien repita ese efecto wow tan inspirador.
Esa elegancia que, como ella decía, es la única que nunca se desvanece, requiere algo que más que plantarse ante la mítica joyería con un vestido de seda con la música de Henry Mancini y su Moon River de fondo. Ese “algo más” nos lo resume hoy la consultora especializada en imagen y comunicación Inma Espizúa con el método de las 3 C’s que propone en su libro Logra la imagen de tu éxito. La imagen de Hepburn está genial para inspirarte cómo colocarte un pañuelo alrededor del cuello y sentirte “la mujer más guapa, feliz y realizada”. Pero es solo el inicio.
¿En qué consiste tu método para tejer nuestro propio estilo?
Comienza con creer en ti. Es decir, conócete para quererte y descubre qué piensas acerca de ti. Obsérvate y acéptate. Este conocimiento es la primera de las tres C. La segunda C empieza por (re)crear tu estilo y comunicar quién eres a través de tu dimensión estética. La tercera C te lleva a conectar con el mundo porque la manera en la que te comunicas es decisiva.
¿Tan importante es construir una imagen que sea realmente nuestra?
Sin duda. Es una excelente herramienta para potenciar tu autoestima, conectar con tus sueños y comunicar al mundo quién eres. Hay en ello una parte evolutiva. Hace millones de años, el ser humano obtenía la información de lo que estaba ocurriendo en el exterior y de sus peligros a través de la vista. La belleza para nuestros ancestros era la manera en la que se demostraba salud y fertilidad. Hoy los ojos siguen captando información de otras personas, de la que, muchas veces, ni siquiera somos conscientes. Por eso, tienes que saber qué quieres proyectar, cómo quieres que te vean.
Comencemos por la primera C. ¿Qué hago con ella?
Cree en ti, pero antes tienes que conocerte y observar tu apariencia física, los rasgos de tu carácter, los logros y también las creencias que arrastras. Yo misma me di cuenta de las pequeñas batallas que llevaba librando desde pequeña a causa de unas cicatrices que me dejaron varias operaciones quirúrgicas. Nuestras inseguridades nos llevan a prestar más atención a algunos valores de imagen que nos llegan del exterior que a la verdadera esencia. Por eso hay que romper con esa imagen que hemos construido de nosotras mismas a partir de los comentarios de los demás o de si cumplimos o no con lo que la sociedad espera de nosotras. La autoestima es frágil. Una opinión inoportuna nos la puede echar por tierra. El conocimiento es muy valioso para construirla a prueba de críticas destructivas. Y deberíamos empezar pensando en nuestras obsesiones, que casi siempre vienen condicionadas por una industria creada para ganar mucho dinero y que hace todo cuanto puede para convencernos de una imagen y medidas concretas. Hay una actriz y cantante cuyas apariciones en la alfombra roja me parecen estelares. Se llama Queen Latifah. La utilizo mucho como ejemplo en mis clases y charlas. Sus medidas se alejan del canon, pero resulta muy atractiva y su estilo absolutamente inspirador debería hacernos pensar qué nos hace diferentes y únicas.
¿Y puede que justo sea eso que tanto nos disgusta?
Si le damos una vuelta, veremos que todo tiene una parte positiva. Es importante que revisemos esas partes que no nos gustan y dejar que broten las emociones, pero sin detenernos demasiado en ellas. Unos minutos después hay que transformar cualquier reproche o pensamiento negativo en positivo. Esto nos permitirá aceptarnos y nos dará confianza. El cerebro aprende por repetición. Por eso se lo diremos alto y claro todos los días.
Casi nadie se gusta cuando se ve o se escucha. ¿Qué deberíamos repetir al cerebro? Deberíamos grabarnos, vernos y reconocernos para avanzar en la conciencia de nuestra imagen o nuestra voz. Hazlo y mira o escucha la grabación varias veces. La primera, apenas podrás mirar; la segunda, te verás algo mejor; la tercera, te irás acostumbrando y, a partir de ese momento, podrás observarte y escucharte con más objetividad.
Avancemos hacia la segunda C: (Re)crea tu estilo
Una vez que sabemos qué nos gusta y qué nos define o hace especial, pensemos qué queremos transmitir, qué objetivos tenemos o cuál es nuestro ritmo de vida. El estilo es la expresión de nuestra individualidad, lo que nos hace irrepetibles. Hace ya veinte años, Alyce Parsons y Diana Parente describieron siete estilos que siguen siendo universalmente válidos porque nos permiten adaptarlos a esas características que queremos potenciar y a lo que queremos expresar.
¿Los podrías resumir?
El estilo natural hace que prime lo cómodo; el tradicional destaca por el orden y la fidelidad a unos principios; el elegante suele ser el de personas discretas y distinguidas; el estilo romántico es de los soñadores, afectuosos y empáticos; el seductor lo busca la gente desinhibida y exuberante que presta mucha atención a su cuerpo; el creativo y moderno expresa originalidad, ingenio e independencia; por último, el estilo dramático, que es el de aquellos que quieren impactar e influir en los demás y que, en lugar de seguir tendencias, las crean. Lo que quiero decir con estos estilos es que deberíamos vestir de una manera consciente y, al revisar nuestro armario, preguntarnos si eso es exactamente lo que mejor nos define.
¿Todo el mundo debería identificarse con un determino estilo?
Siempre hay uno que predomina, pero lo normal es que tengamos matices de al menos otros dos. También habrá que tener presente que el estilo no es estático, sino que, lógicamente, evoluciona a medida que nuestras circunstancias cambian.
Dime un color para un buen fondo de armario
Los tonos neutros (tierra, blanco puro, blanco roto, azul marino o negro). Son fáciles de combinar y de adecuar a cada momento y lugar. Una prenda con tono neutro durará mucho tiempo, de manera que ahorraremos tiempo, dinero y estaremos contribuyendo con el planeta.
No nos podemos despedir sin la tercera C de tu libro ‘Logra la imagen de tu éxito’
Esta última C nos lleva a descubrir cómo nos comunicamos con los demás y cómo hacerlo de una manera asertiva e influyente. No es solo lo que llevas sino cómo lo llevas. Esto delata muchos rasgos de ti: tus opiniones, estado de ánimo, intenciones, manera de ser. Todo ello lo proyectas de una forma instantánea y genuina a través de la mirada, tu postura, tus expresiones o tu forma de caminar. No sirve de nada fingir, pero sí se puede trabajar.