Durante años, el mismo titular circulaba una y otra vez en las portadas de todo el mundo: “¿Embarazada?”, “El baby bump de Jennifer Aniston”, “¿Por fin será madre?”. Cada mínimo cambio en su cuerpo se convertía en material de especulación. Lo que casi nadie sabía es que, detrás de esa vigilancia obsesiva, había una mujer que sí intentaba ser madre, sometida a tratamientos de fertilidad, y que cargaba con una doble condena: no lograr el embarazo y ser juzgada como si nunca lo hubiera querido.
La historia pública de Jennifer Aniston y la maternidad no se ha contado de una vez, sino a golpes: una confidencia en una entrevista, un artículo de opinión escrito contra los periódicos, una revelación tardía sobre la fecundación in vitro, y, por último, su decisión de no adoptar. Juntas, esas piezas dibujan un relato muy distinto al cliché de la actriz que “eligió la carrera antes que los hijos”.
En 2005, recién separada de Brad Pitt, Aniston concede a Vanity Fair su primera gran entrevista tras el divorcio. Allí habla de shock, de dolor, pero también de algo que enseguida se convertiría en arma mediática: su deseo de formar una familia. En esa conversación deja claro que quiere tener hijos y que nunca había decidido “sacrificar” la maternidad por el trabajo.
La frase, sin embargo, compite con un relato mucho más sencillo y vendible: su matrimonio acabó porque ella no quería ser madre. Esa versión, nunca confirmada por los protagonistas, se instala con fuerza. A partir de entonces, cualquier decisión suya -un rodaje, un contrato, una mudanza- se interpreta como prueba de que “eligió la carrera” antes que los hijos.
Un cuerpo convertido en noticia
Durante la década siguiente, la maternidad de Jennifer Aniston se convierte en un asunto de interés global… sin que exista ningún embarazo. Cada foto en bikini es analizada con lupa. Cada camiseta holgada dispara rumores. La actriz empieza a denunciar, en entrevistas y apariciones televisivas, el desgaste de vivir bajo esa lupa permanente y el daño de que su vida se reduzca a un único dato: ¿madre o no madre?
Ese clima desemboca en 2016 en un gesto poco habitual para una estrella de su nivel: toma la palabra por escrito. En una columna para Huffington Post titulada For the record, Aniston explota: “Para que conste, no estoy embarazada. Lo que estoy es harta”. Denuncia la “escrutinio deportivo” sobre el cuerpo de las mujeres, el body shaming disfrazado de periodismo y la idea de que solo se considera “exitosa” a la mujer que cumple el pack completo: marido, hijos y figura perfecta. Ese texto cambia el tono de la conversación. Ya no habla solo de su vientre, sino de cómo la industria y los medios enseñan a mirar el cuerpo femenino.
“Quizá mi propósito no sea procrear”
En 2018, con el ruido sobre su vida sentimental aún presente tras la separación de Justin Theroux, Aniston vuelve al tema en una entrevista de portada con InStyle. Allí desmonta la imagen de “mujer rota y sola” que tantos titulares habían alimentado y gira el foco hacia la presión social que pesa sobre cualquier mujer sin hijos.
En esa conversación deja una de sus frases más citadas: “Tal vez mi propósito en este planeta no sea procrear. Tal vez tengo otras cosas que hacer”. No significa que renuncie a la idea de la maternidad, sino que cuestiona que sea la única vara de medir una vida femenina. También apunta algo clave: nadie sabe lo que ocurre “a puerta cerrada”, ni por lo que una mujer puede estar pasando “médica o emocionalmente”, mientras opina desde fuera.
Sin decirlo abiertamente, parece sugerir que la historia es bastante más complicada que un “no quiere tener hijos”.
Años de FIV en secreto
La pieza que faltaba llega en 2022, cuando Aniston decide abrir del todo la puerta en una extensa entrevista de portada para Allure. Por primera vez, cuenta que pasó años intentando quedarse embarazada. Habla de un “camino muy difícil” hacia el bebé, de rondas de fecundación in vitro, tés, tratamientos alternativos, “lo probé todo”. Reconoce que le habría gustado que, de joven, alguien le dijera sin rodeos: “Congela tus óvulos”.
Lo más duro de aquel periodo, explica, era vivir esa batalla en silencio mientras, en público, se la presentaba como una mujer que simplemente no quería hijos o que priorizaba el trabajo. En esa entrevista también admite que el “barco” de la maternidad biológica ya ha zarpado y que, tras el duelo, siente una mezcla de alivio y paz. Por fin ha dejado de vivir suspendida en el “quizá algún día”.
La revelación reordena todos los titulares anteriores: la mujer acusada de ser una “workaholic egoísta” llevaba, en realidad, casi dos décadas intentando formar una familia.
2025: por qué no adoptó y cómo es vivir sin hijos
En 2025, Aniston entra en una nueva fase de sinceridad. En varias entrevistas y, sobre todo, en un episodio del pódcast Armchair Expert con Dax Shepard (difundido en acceso anticipado por Wondery+), aborda de frente un tema que muchos le lanzaban como reproche: “podrías haber adoptado”. La respuesta es tan simple como polémica: no quiso.
“Cuando la gente dice ‘pero puedes adoptar’, yo no quiero adoptar. Quiero mi propio ADN en una personita. Esa era la única forma, egoísta o no, lo que sea que eso signifique, en la que lo he querido”, explica. No lo presenta como una postura universal, sino como su verdad personal. Reconoce que hay momentos en los que se imagina cómo habrían sido esos hijos con alguna de sus parejas, pero dice que ese pensamiento le dura “tres segundos”.
También habla del momento en que los médicos le dijeron que ya no había opciones viables. Lo describe como muy emocional, duro, pero también como un punto de inflexión: por primera vez, dejó de estar en la eterna espera y pudo pasar página. Hoy asegura sentirse “en paz” con no ser madre.
Sus declaraciones provocan un debate inmediato. ¿Es “egoísta” desear solo hijos biológicos y no querer adoptar? ¿Por qué a una mujer que no adopta se la juzga con tanta dureza, mientras que a muchos hombres en la misma situación ni se les pregunta? Nadie tiene obligación de convertirse en padre o madre “a cualquier precio”, y la adopción no es un plan B obligatorio para las personas con infertilidad.


