A medida que se avanza por las calles empedradas hacia la Piazza de Covent Garden, el primer golpe de vista es de pura sobredosis navideña: un mercado al aire libre, las fachadas engalanadas y más de 300.000 luces repartidas por la plaza y los soportales crean una cúpula de destellos blancos y dorados sobre el antiguo mercado.
En el centro, el protagonista absoluto; un abeto británico de unos 16 a 18 metros de altura, cuidadosamente seleccionado en una plantación del Reino Unido y vestido con alrededor de 30.000 luces LED. La base del árbol, envuelta en un gigantesco lazo rojo “de regalo”, se convierte en improvisado punto de encuentro, set de selfies y lugar de cita para grupos de amigos.
Bajo la cubierta de hierro y cristal del edificio histórico cuelgan enormes campanas doradas con lazos rojos, grandes bolas metálicas y bolas de espejo que reflejan las luces en todas direcciones. La escenografía, diseñada bajo el lema The Theatre of Christmas, convierte todo el conjunto en un gran escenario al aire libre, donde cada rincón parece pensado para ser fotografiado.

A las 12 en punto del mediodía, el murmullo de la plaza baja un tono. Una locución suave avisa del inicio de la siguiente “nevada” y, de repente, entre las ramas del abeto y las cornisas de los edificios comienzan a aparecer copos blancos. No son nubes cargadas de agua fría, sino máquinas escondidas en las fachadas que lanzan ligeras ráfagas de nieve artificial (espuma muy fina y biodegradable) que el viento reparte sobre la West Piazza.
Durante todo diciembre, hasta el 31, Covent Garden programa estas nevadas cada hora, entre las 12 del mediodía y las 9 de la noche. Son momentos breves, de apenas unos minutos, suficientes para cubrir el aire de copos, teñir de blanco las fotos y arrancar gritos de sorpresa a quienes pasan por allí por casualidad.
Medios locales y portales de ocio familiar han convertido estas snow flurries en uno de los grandes reclamos de la Navidad londinense. Cada año miles de personas se acercan a la plaza sólo para vivir este instante de “nieve garantizada” en el corazón de la ciudad, algo especialmente codiciado en una capital en la que la nieve real es cada vez más escasa.

Mientras la nieve cae, el exterior del mercado se transforma en una auténtica postal. A un lado, hileras de puestos y pequeñas casetas de madera venden velas artesanales, adornos hechos a mano, ilustraciones, juguetes de madera y todo tipo de ideas para regalo.
Covent Garden acoge durante estas fechas varios mercados diarios centrados en artesanía y productos únicos, lo que lo ha colocado en las listas de los mejores mercadillos navideños de Londres. A diferencia de otros, aquí el protagonismo no lo tienen sólo las casetas temporales, sino también las tiendas permanentes que abren sus escaparates a la calle: grandes firmas de moda, pequeñas boutiques británicas y marcas de decoración conviven con puestos de flores, quesos, dulces y productos gourmet.
La escena se completa con los inevitables vasos de mulled wine, vino caliente especiado, chocolate caliente con nata y cider humeante que los visitantes sostienen mientras esperan la siguiente nevada. El aire se llena de aromas a canela, naranja y castañas asadas, mezclados con el olor dulzón de gofres y churros preparados al momento.
En redes sociales, muchos han empezado a referirse a todo este conjunto -luces, árbol, nieve y mercadillo- como Holly Jolly Holiday Market, un guiño a ese espíritu alegre y un punto nostálgico que inunda el lugar. No es tanto el nombre oficial como la etiqueta perfecta para describir lo que se siente al pisar los adoquines de la plaza en diciembre. Desde los soportales exteriores se escuchan villancicos interpretados por coros, pequeños grupos de músicos callejeros y actuaciones esporádicas programadas dentro de la agenda navideña del barrio.

Las terrazas que dan a la plaza -muchas cubiertas y con mantas sobre las sillas- se llenan de parejas y grupos de amigos que, desde fuera, parecen estar viendo un espectáculo. Frente a ellos, la sucesión de nevadas, luces, fotos y risas, con el árbol siempre de fondo, convierte el simple hecho de tomar algo en una especie de platea privilegiada.
Covent Garden se ha consolidado en los últimos años como uno de los epicentros de la Navidad en Londres, a la altura de Oxford Street o Regent Street en fama de sus luces, pero con una escala más humana y una atmósfera casi de plaza de pueblo europeo. Se ha convertido en la parada imprescindible en estas fechas por la combinación de decoraciones, ambiente y oferta comercial. El arranque oficial de la temporada se produce a mediados de noviembre con el encendido del gran árbol y las campanas del mercado, y desde entonces la plaza mantiene sus horarios extendidos y su programación especial.
Para vivir la nevada perfecta, los habituales recomiendan llegar a Covent Garden al menos media hora antes de una de las nevadas del atardecer, entre las cuatro y las siete de la tarde, cuando el cielo ya está oscuro y las luces brillan en todo su esplendor. Basta con situarse frente al árbol, en el centro de la plaza, para quedar bajo el radio de acción de las máquinas de nieve. La entrada al mercado y a las nevadas es gratuita; sólo hay que armarse de paciencia para moverse entre las multitudes que acuden a inmortalizar el momento.
En un Londres cada vez menos dado a los inviernos blancos, Covent Garden y su llamado Holly Jolly Holiday Market han encontrado la fórmula para regalar, una vez por hora, la ilusión de un cuento nevado en pleno West End.


