La Princesa de Gales ha hecho una esperada aparición este sábado, 12 de julio, en el All England Club para presidir la final femenina del torneo. Y como es habitual en ella, lo ha hecho con una elección estilística a la altura del momento: sobria, sofisticada y llena de guiños tanto personales como institucionales.
Kate Middleton ha lucido un vestido blanco de la firma británica Self‑Portrait, con falda plisada, chaqueta entallada con cinturón y escote cruzado, una silueta que ya ha llevado en anteriores ocasiones y que refuerza su estilo reconocible: elegante, discreto y siempre adecuado. Como complementos, unos stilettos en tono nude de Gianvito Rossi, pendientes de perlas y diamantes, y un bolso trenzado de mano firmado por Anya Hindmarch valorado en más de mil euros.

Sobre el pecho, el tradicional lazo morado y verde del All England Club recordaba su papel como patrona del torneo desde 2016, un símbolo que también representa el vínculo de la realeza británica con el deporte y la tradición. Su elección no ha sido casual: el blanco es el color icónico de Wimbledon, pero también transmite pureza, serenidad y renacimiento, en consonancia con el momento vital que atraviesa.
A su llegada, el público del estadio se puso en pie para dedicarle una calurosa ovación, uno de los momentos más emotivos del día. Ella, visiblemente emocionada, sonrió y saludó con elegancia, compartiendo incluso un instante tierno con una niña pequeña que le aconsejó “respirar hondo” antes de subir a entregar el trofeo. Un detalle que humaniza aún más a la figura de la futura reina y refuerza el vínculo cercano que mantiene con la sociedad británica.
La prensa internacional no ha tardado en recoger su reaparición como un símbolo de resiliencia y clase. People, The Sun o Hello! destacan cómo ha convertido la moda en un canal para comunicar sin palabras: su recuperación, su compromiso y su papel institucional conviven en una imagen medida al milímetro, pero sin perder calidez.
Con esta aparición, Kate Middleton demuestra que está lista para retomar su agenda, y que incluso en los gestos más pequeños -como un bolso o una elección de color- es capaz de transmitir fortaleza, presencia y emoción. Un regreso de altura, dentro y fuera de la pista.