Navidad en Westminster

La princesa de Gales consolida el giro intimista tras el cáncer

Como anfitriona del concierto navideño que organiza desde 2021, reivindica el amor y los pequeños gestos

Kate Middleton. Fotografía: EFE

Gestos elocuentes, un simbolismo directo, fácil de descodificar, y una consistencia renovada son los pilares que sostienen la estrategia pública de la princesa de Gales. Como es ya tradición desde 2021, cada mes de diciembre asume la batuta con un concierto navideño en la abadía de Westminster que, bajo el mantra ‘Juntos en Navidad’ (‘Together at Christmas’, en inglés), rinde tributo a personas y colectivos que trabajan por el bien comunitario. La cita sirve para poner de relieve las causas que promueve en su labor institucional, pero, ya sea por casualidad, o por los giros naturales de la existencia, cada una de las ediciones hasta la fecha han marcado un capítulo esencial de su biografía.

La de 2025, celebrada este primer viernes de diciembre, presenta a una princesa inevitablemente transformada tras su experiencia con el cáncer, con un foco perceptiblemente más íntimo, más centrado en la sustancia, dentro de las constricciones propias de su papel en la argamasa monárquica. En esta ocasión, a diferencia de anteriores, Kate Middleton no leyó, y dejó que fuesen artistas como los intérpretes Kate Winslet, con un texto escrito por ella misma, o Chiwetel Ejiofor los que tomasen activamente la palabra durante el servicio.

Kate Middleton, en una fotografía de archivo. Fotografía: EFE

En una carta firmada con su propia letra, la princesa había dejado ya por escrito su mensaje a los 1.600 invitados, a quienes instaba a celebrar “el amor en todas sus formas”. “En un tiempo en el que la vida puede, a veces, parecer fragmentada o incierta, la estación navideña nos invita a recordar el poder de acercarnos unos a otros con generosidad de corazón, comprensión y esperanza”, apeló la princesa, quien acudió ataviada con un abrigo verde azulado de Catherine Walker & Co que había llevado ya en Irlanda hace cinco años. Como accesorio, portaba una solapa de pelo sintético de la firma Troy London, una combinación vista ya durante una reunión con Isabel II en Windsor en diciembre de 2020, cuando el país atravesaba uno de los peores períodos de la pandemia del coronavirus.

Como ya había ocurrido por primera vez el año pasado, sus tres hijos estuvieron presentes, los varones, los príncipes Jorge y Luis, con corbatas a juego con el color del abrigo de su madre, mientras Carlota llevaba un vestido azul marino, con pechera blanca. Con ellos, como siempre, estaba el príncipe de Gales, quien sí leyó durante el servicio, mostrando, una vez más, su respaldo a las iniciativas promovidas por su mujer, a la que elogiaba recientemente al declarar que “detrás de cada hombre ordinario está una esposa todavía mejor”.

Era la quinta vez que la pareja acudía al servicio promovido por la princesa en el templo en el que ambos habían contraído matrimonio el 29 de abril de 2011. La abadía de Westminster, de más de mil años de antigüedad, actúa como testigo imponente, silencioso y solemne de las grandes ocasiones que marcan su vida pública. Además de su boda, fue allí donde asistieron al funeral de Isabel II y a la coronación de Carlos III y allí, cumpliendo con la tradición, es también donde ambos serán coronados cuando llegue su momento.

Para Guillermo, la abadía tiene también connotaciones amargas, puesto que el funeral de su madre, Diana de Gales, tuvo lugar en su interior; mientras para su mujer, el concierto navideño representa una inesperada vara que marca hitos totémicos de su trayectoria. Su estreno, hace cuatro años, fue el último al que acudió como duquesa de Cambridge y el segundo, en 2022, el primero al que concurrió como princesa de Gales. El de 2023 fue el preludio de su año más difícil, y poco podía imaginar cuánto estaba a punto de cambiar su vida, como reconocería doce meses después, en la cita de 2024, la primera tras el cáncer.

Así es el exclusivo destino que han elegido Kate y Guillermo para desconectar con sus hijos
El principe Guillermo y Kate Middleton. Simev / Shutterstock.com

Poder acudir al servicio era, de hecho, la gran y única meta que se había marcado tras iniciar el tratamiento de quimioterapia en el primer trimestre del año pasado. Sus apariciones iniciales desde que en marzo anunció al mundo que padecía cáncer habían sido más a título personal, como su primera vez en público, el llamado Trooping The Colour (la celebración oficial del cumpleaños del rey), en junio, por lo que ‘Juntos en Navidad’ marcó el inicio de la recuperación de la iniciativa de la princesa de Gales.

La constante de sus intervenciones desde su enfermedad es un tono intimista, personal, revelador, altamente inusual en la Casa Real británica. Como ocurre habitualmente con quienes afrontan el cáncer, hay una profunda transformación que afecta a todos los ámbitos de la existencia, pero cuando se es la mujer más fotografiada del mundo, la metamorfosis tiene lugar, irremediablemente, más allá de la esfera personal.

Kate Middleton, durante su visita a un hospital

Ya antes del diagnóstico del pasado año, Kate Middleton había demostrado ser consciente de la repercusión de cada palabra, de cada detalle, pero el impacto del cáncer ha catalizado una nueva vocación. Es ella quien quiere contar su historia, quien decide cuánto cuenta y cómo hacerlo. Lo evidenció con el anuncio de su enfermedad, con el video con el que informaba de que había concluido el tratamiento de quimioterapia, o con las personalísimas publicaciones en las redes sociales oficiales de los príncipes de Gales, en las que aparece, en ocasiones, fotografiada por alguno de sus hijos. Este viernes, volvió a hacerlo con un mensaje hilvanado en torno al amor y a cómo “simples gestos”, como “escuchar, una palabra de aliento, una conversación agradable”, pueden “parecer pequeños, pero contribuyen al hermoso tapiz de la vida a la que todos pertenecemos”.

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