Qué comer

Los mejores restaurantes para disfrutar de estos días en Madrid

Direcciones que funcionan para celebrar sin ponerse solemnes: unas por su cocina, otras por su atmósfera y otras porque, sencillamente, permiten disfrutar

Cortesía Tribeca Bistró

Madrid en Navidad es una ciudad que se pasa el día decidiendo cosas pequeñas con mucha épica. Que si el chocolate con churros cae antes o después de las compras, que si quedamos “a la una” que acaba siendo “a las tres”, si hoy brindamos porque sí o porque toca.

Entre luces, prisa y esa sensación de agenda imposible, lo único sensato es elegir sitios donde el plan no dependa de tu fuerza de voluntad, sino de una mesa que haga el trabajo por ti. Es decir, buen comer y la posibilidad real de alargar la conversación sin que nadie mire el reloj. Aquí algunas de nuestras recomendaciones:

La Fonda Lironda

La fondue tiene algo de pacto y es que todos metemos el tenedor en el mismo sitio y, por un rato, dejamos de fingir que comemos “ligero”. En La Fonda Lironda la cosa va justo por ahí: una fondue pensada para compartir y para darle sentido a esa frase tan madrileña de “¿pedimos algo para el centro?”. La mezcla (Appenzeller, Raclette de leche cruda y Comté Vielle Réserve) tiene ese punto serio que pide invierno y conversación, como si el frío de fuera fuese parte del menú.

Basque OrgániKo

En estas fechas, comer “ligero” suele ser un propósito que dura lo que tarda en llegar el pan. Basque OrgániKo juega otra liga: alta cocina pensada desde la nutrición, sin tono moral ni sensación de renuncia. El proyecto de Eneko Atxa junto al nutricionista Alejandro Sánchez propone platos donde el equilibrio no es discurso, sino resultado. Es una opción muy navideña para quien quiere seguir celebrando sin salir rodando del restaurante, y también para quien entiende que cuidarse no tiene por qué ser incompatible con disfrutar.

Es el sitio ideal para ese día en el que quieres compensar los excesos navideños sin caer en la penitencia: salir a comer y volver a casa con la sensación rara, y estupenda, de haber celebrado sin arrastrarte.

Tragaluz

Tragaluz es de esos restaurantes que, en invierno, parecen diseñados para que el cuerpo se relaje antes que el abrigo. Luminoso, con ese punto de invernadero que queda bien sin hacerse el interesante, funciona para comidas familiares y para cenas con amigos en modo “vamos a brindar y ya vemos”. En Navidad suma un detalle muy práctico: abre todos los días en horario navideño, así que sirve como salvavidas cuando el plan se monta tarde y mal, como casi todos los buenos planes.

Y si el grupo necesita un segundo acto, lo tiene: de miércoles a sábado hay DJ desde las 21:00. Traducción: puedes empezar con “una cena tranquila” y terminar bailando sin haber cambiado de sitio, que en diciembre eso es eficiencia emocional.

La Fonda de la Confianza

En La Fonda de la Confianza el lujo no es el producto ni el discurso, sino el tiempo. Aquí no hay turnos y eso, en Navidad, se convierte en una ventaja competitiva. El proyecto de Paco Patón defiende una hospitalidad clásica: cocina de mercado, sabores reconocibles y platos que invitan a compartir sin escenografía innecesaria. Escabeches, guisos, arroces secos bien hechos y una carta de vinos pensada para acompañar la conversación. Es un sitio al que se viene a comer, sí, pero sobre todo a quedarse.

Hay restaurantes que alimentan; este, además, baja revoluciones. Ven con ganas de cuchara, de conversación y de alargar; es el lujo más escaso del centro de Madrid.

Fratelli Figurato

Fratelli Figurato no necesita el “viaje a Italia” porque lo suyo es más directo: una trattoria de verdad, de las que funcionan por repetición, por antojo y por ese punto de felicidad básica que tiene comer pasta hecha cada día. En Trattoria Popolare lo dicen sin misterio: pizza napolitana y pasta fresca fatta a mano diaria, rodeado de plantas verdes.

La pista útil para Navidad: está en Larra, 13 (metro Tribunal/Bilbao) y abre todos los días con horario largo de comidas y cenas, perfecto para encajar familias, amigos y ese “solo una copa” que termina en postre. Y si el plan es de grupo, mejor todavía: es un sitio donde compartir no es una pose, es el sistema operativo.

El Escondite de Villanueva

Cuando el plan navideño se monta sobre la marcha, El Escondite de Villanueva suele encajar. Su nueva carta de tapas, raciones y medias raciones responde justo a lo que piden estas fechas: probar muchas cosas, compartirlo todo y no complicarse. Anchoas, steak tartar, tartar de atún con huevo frito, tortilla, croquetas, huevos rotos o entrepanes clásicos que ordenan el caos del grupo. El ambiente es animado, el ritmo flexible y la sensación, muy madrileña: aquí siempre pasa algo. Si la Navidad te pilla con hambre y con prisa, este es el lugar para convertir la prisa en picoteo: pedir, compartir, discutir cuál está mejor y, sin darte cuenta, alargar.

Pizzart Villa Recoletos

Pizzart Villa Recoletos es ese comodín navideño que nunca falla. Italiano reconocible, pizzas al horno de leña con masa madre bien trabajada, producto D.O.P. y un ambiente relajado que admite desde comidas familiares hasta cenas improvisadas después de un paseo por el centro. No busca sorprender: busca gustar. Y en Navidad, eso suele ser suficiente.

Tribeca Bistró

A un paso de Cibeles, Tribeca Bistró mezcla cocina clásica europea con un ritmo claramente neoyorquino: mesas pensadas para compartir, platos que se terminan en sala y un ambiente que invita a quedarse. Steak tartar, lenguado, mejillones, roast beef o una mousse de chocolate memorable conviven con una sala joven, dinámica y sin rigidez. Funciona especialmente bien para grupos grandes y comidas que empiezan tranquilas y acaban con la sensación de haber acertado de sitio.

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