Quien se acerca al mundo de María de León Castillejo (Sevilla, 1980) queda inevitablemente abrumado por la belleza que emana, una suerte del síndrome de Stendhal que provoca la sobreexposición al arte. Por linaje, esta aristócrata, hija de los marqueses de Cañada es historia, tradición, nobleza. Por su propia naturaleza, es espiritualidad, sensibilidad, perfeccionismo, generosidad y alegría.
En su último libro, Vivir con sentido, explica que fue arrojada al mundo un jueves 1 de mayo, las 15:15 h. No cayó en mal sitio, el Palacio sevillano de Lebrija y en una ciudad como Sevilla, “un museo al aire libre”.
La conocimos en 2000, cuando estudiaba el segundo curso de Ciencias del Medio Ambiente en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Unos reporteros irrumpieron en el aula de Biología atraídos por el rumor de su noviazgo con el entonces príncipe Felipe, aún casadero. Puro espejismo que se desvaneció en el olvido.
Hoy la encontramos en una orilla bien distinta como empresaria, coach, escritora, viajera incansable y plantando cara a la inteligencia artificial desde la inteligencia espiritual, el nivel más elevado, con proyectos digitales que buscan dar sentido a la vida, conectar con valores profundos y vivir de acuerdo con un propósito trascendente inspirada en figuras como Santa Teresa. Nos recibe recién llegada de un retiro en la abadía benedictina de Poitiers y nos abre la puerta a una nueva aristocracia.
-María, ¿qué significa hoy un título nobiliario?
-Ser aristócrata hoy no implica ni lujo ni influencia ni más privilegio que poner tu historia, tu linaje o tus palacios al servicio de los demás. Para mí fue un orgullo nacer en el Palacio de Lebrija y crecer rodeada de obras de incalculable valor histórico y artístico, pero también lo es verlo convertido en un espacio cultural y turístico abierto al público.
Buen reflejo de este cambio son los títulos concedidos por Felipe VI a figuras como Rafa Nadal y Luz Casal, por sus trayectorias marcadas por el servicio, el compromiso y la inspiración. Ha dado un nuevo sentido a la aristocracia. No puede vivir anclada en el pasado.

-Ha visitado este verano Florencia, entre otros destinos. ¿La belleza es una búsqueda vital?
-La belleza da sentido a la existencia. Rodearse de belleza y enfocar la mirada en lo bello es curativo. El arte hoy es un lujo accesible y esto ha creado una conciencia social. Genera interés, pero no podemos quedarnos en la superficie. Como dice el profesor Pablo López Raso, es importante conocer antes de contemplar.
-¿Viajar se transforma en una forma de autoconocimiento?
-El viaje es para mí un camino de transformación personal y una ocasión para descubrir otras culturas, idiosincrasias y maneras de vivir. Durante diez días me he permitido conocer Florencia al detalle, profundizar en su historia y su cultura. También he viajado a Irlanda, un país al que vuelvo cuando necesito un buen descanso de cuerpo y mente y reconectar con mi centro. Son placeres sencillos que me permiten evolucionar como persona.
-Su vida no ha sido un sendero llano. ¿Qué aprendizaje destacaría?
-Me ayudó tomar consciencia de mis debilidades. Las experiencias que más me han marcado a nivel de crecimiento son las que me hicieron tocar fondo. Cuando la vida te da un palo, descubres realmente cómo eres y te aceptas desde tu imperfección con el deseo de ser mejor. Mi abuelo Eduardo me enseñó una maravillosa lección: “El mundo es de Dios y se lo alquila a los valientes”. Él me transmitió esa alegría que permite salir a flote siempre.

-Dice en su libro Vivir con sentido “Mírate con cariño y acéptate como eres”. ¿Por qué nos cuesta tanto?
-Vivimos desbordados y confundidos por las redes sociales. No nos tomamos el tiempo suficiente para alinearnos con nuestros valores y deseos y entonces perdemos el norte. Hay una gran crisis de identidad, sobre todo en los más jóvenes, por culpa de esa distorsión. La autoconciencia es el principio de la sabiduría y deberíamos ser conscientes de la riqueza que implica aceptar aquello que nos diferencia, ya sean capacidades o debilidades.
-En su etapa como modelo se negó a desfilar con una prenda transparente que dejaba su pecho al descubierto. Ahora nos venden la desnudez en público como acto de empoderamiento femenino.
-No veo poder en ello. La insinuación es más bella y poética. La desnudez degradada la pureza y puede ser motivo de frustración cuando solo se busca reclamar la atención o sumar likes. Lo sutil sí es elegante.
-¿Integrar la espiritualidad en su comunidad virtual es su mayor logro?
-Me permite conectar con mi propósito vital. No entendería la vida sin esa dimensión mística que me permite conectar con mi interior y encontrar la paz interior que puedo proyectar. Necesitaba aportar a mis proyectos digitales un contenido profundo porque observo que la confusión puede generar verdaderas tragedias.
Dediqué muchas horas de estudio y renuncié a planes atractivos que me fueron presentando, pero tenía claro ese propósito trascendente que puede generar un impacto positivo. Así fueron naciendo mi proyecto de coaching Think2BU, los programas con los que ayudo a emprender en el área digital desde una dimensión saludable y ética o Referencers, con el que impulso una mirada más humanista, ética, responsable, saludable y profesional dentro de la cultura digital.

-¿No es fascinante que Santa Teresa de Jesús tenga cabida en Instagram?
-Es una maravilla. En el siglo XVI fue una gran emprendedora y revolucionaria. Hoy usaría las redes para sus fundaciones. Me acerqué a su figura a través de un curso sobre filosofía teresiana que impartió en Ávila la psicóloga María Noel y me encantó. A partir de ahí, profundicé y me enseñó el camino de perfección. Su obra es el tesoro más valioso para la vida.