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Por qué los bíceps son los nuevos abdominales

Los brazos -bíceps marcados, tríceps tonificados y hombros esculpidos- son el nuevo símbolo de estatus físico. Gracie Abrams, Dua Lipa y Jennifer Aniston han llevado esta estética a la primera línea

El músculo vuelve a estar de moda, pero no cualquier músculo: los brazos son el nuevo protagonista. En 2025, el brazo fuerte se ha convertido en un manifiesto estético que comunica disciplina, poder y un bienestar que va mucho más allá de la delgadez. Y quienes han impulsado este giro no son solo entrenadores o expertos, sino las celebrities más influyentes del momento, que han hecho de sus brazos trabajados un símbolo cultural.

Dua Lipa fue una de las primeras en marcar tendencia. Entre giras, sesiones de estudio y viajes, la artista comparte entrenamientos de fuerza donde sus deltoides perfectamente esculpidos se han convertido casi en un “accessorio signature”. Sus workout videos con kettlebells y pesas libres generan millones de visualizaciones, y cada aparición pública con tops deportivos o vestidos strapless alimenta la conversación: Dua no solo baila fuerte, vive fuerte.

Gracie Abrams, por su parte, ha sorprendido con una evolución física sutil pero muy comentada. Su brazo definido ha pasado de detalle discreto a parte esencial de su estética artística: delicadeza y fuerza conviven en ella de forma natural. Su presencia en alfombras rojas recientes -donde la caída suave de sus vestidos deja ver bíceps y tríceps trabajados– ha inspirado a toda una generación que ve en la cantante un modelo de fuerza “suave”, íntima, accesible.

Jennifer Aniston lleva años liderando sin proponérselo. Para muchos, ella fue la precursora silenciosa de esta moda: Friends, el yoga, el running… pero sobre todo esa musculatura de brazos tan característica, firme, elegante, sin estridencias. En sus apariciones actuales, Aniston demuestra que la fuerza no tiene edad, y que unos brazos trabajados pueden ser tan icónicos como un buen corte de pelo.

Y en España, la reina Letizia ha elevado la tendencia a la esfera institucional. Sus brazos tonificados son ya parte de su “marca corporal”: hombros marcados, brazos definidos y una postura impecable. Sus elecciones de moda —vestidos sin mangas, halter estructurados, siluetas arquitectónicas— parecen diseñadas para celebrar el trabajo que hay detrás. Letizia representa una fortaleza moderna, precisa, consciente, que desmonta cualquier asociación entre sofisticación y fragilidad.

Otras celebrities se han sumado al movimiento: Hailey Bieber con sus deltoides afilados que contrastan con su estética minimalista; Zendaya, cuya presencia en campañas deportivas destaca un tren superior poderoso; Sydney Sweeney, que ha hecho del entrenamiento funcional un sello personal, mostrando rutina tras rutina en redes. Incluso estrellas tradicionalmente asocidas a la alfombra roja, como Charlize Theron o Jodie Comer, han dejado claro que la fuerza es el nuevo lujo.

La ciencia refuerza este cambio cultural. Entrenar brazos —más allá de lo estético— mejora la postura, protege articulaciones y optimiza la movilidad. No es casual que los brazos hayan pasado a ser el lienzo perfecto para comunicar un tipo de bienestar más profundo: uno basado en la autonomía, la capacidad y la disciplina, no en la restricción.

Las celebrities han entendido que la fuerza es narrativa. En una fotografía, un brazo trabajado cuenta una historia sin necesidad de palabras: constancia, esfuerzo, resiliencia. Y en un ecosistema saturado de imágenes filtradas, el músculo real —visible, funcional, tangible— tiene un poder magnético.

Por eso la strong arm era no es solo una tendencia: es un movimiento cultural. Uno en el que las celebrities no son simples referentes estéticos, sino catalizadores de una nueva forma de entender el cuerpo: fuerte, capaz, auténtico.

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