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Los ‘gymbros’ y las ‘gymsis’: ¿es lo mismo?

En el universo del fitness, los términos 'gymbro' y 'gymsis' se han convertido en identidades culturales opuestas pero complementarias

Gymbros gymsis
Ilustración que representa a las 'gymsis'. Imagen de Kiloycuarto

La cultura del gimnasio ha generado identidades específicas como el término gymbro, que se refiere habitualmente a quienes priorizan el entrenamiento físico y hacen del gimnasio una comunidad casi familiar.

Ser un gymbro implica más que ir al gimnasio con regularidad; significa adoptar un estilo de vida centrado en la disciplina del entrenamiento, la nutrición enfocada en proteínas y el descanso planificado. El gymbro forma parte de un colectivo que comparte consejos, celebra los avances mutuos y mantiene un cierto estatus dentro del mundo fitness, incluso a través de memes o referencias comunes en redes sociales.

En cambio, el concepto de gymsis, aunque es similar en cuanto a dedicación al entrenamiento de fuerza por parte de mujeres, es una etiqueta más reciente. Este concepto representa a aquellas mujeres que entrenan con peso libre, ganan autonomía en el gimnasio y rompen con la percepción tradicional de que el fitness femenino debe ser ligero o estrictamente aeróbico. La figura de la gymsis está asociada a la autoafirmación, la comunidad y la lucha contra los estigmas sobre el cuerpo fuerte de la mujer.

Un estilo de vida

Para un gymbro, el gimnasio es mucho más que un espacio físico: es un entorno de motivación compartida donde se forjan amistades y se incentiva una actitud competitiva pero solidaria.

Estos entrenadores aficionados no profesionales suelen ofrecer rutinas, compartir suplementos y motivar para alcanzar objetivos conjuntos y personales. Ser gymbro implica también una estética reconocible: camisetas ajustadas, frases motivacionales y videos de progresos personales que circulan constantemente en redes.

Por su parte, las gymsis buscan reflejar una experiencia de empoderamiento y sororidad. Videos en redes sociales han mostrado a mujeres entrenando fuerza con confianza y enseñando técnicas seguras, generando una comunidad en la que se combaten los estereotipos de género y se fomenta la sororidad femenina en espacios tradicionalmente dominados por hombres.

La gimnasia de fuerza, para muchas mujeres, ha dejado de ser una rareza para convertirse en una forma de afirmación personal, donde el foco no es complacer estéticamente, sino construir autonomía física.

Críticas y tensiones

La cultura gymbro no está exenta de críticas. Algunos expertos señalan que parte del problema reside en la normalización de consejos de entrenamiento sin base profesional. Esto puede promover malos hábitos, lesiones o planes exagerados para hipertrofia estética.

Además, esta subcultura puede alimentar ansiedades, comparaciones constantes y una obsesión por la apariencia que supera el interés por el bienestar real.

En redes sociales, algunas personas han expresado su rechazo por el carácter autorreferencial de muchos gymbros, identificando una presión corporal que puede incidir en trastornos de la conducta alimentaria. También son muchos los que se sienten juzgados por quienes mantienen comportamientos obsesivos respecto a macros, calorías y volumen muscular.

Una chica joven entrenando fuerza en un gimnasio.

En contraste, las gymsis, aunque enfrentan desigualdades y falta de visibilidad, suelen abordar el entrenamiento desde una perspectiva más equilibrada y enfocada a la funcionalidad y la salud.

También reclaman espacios seguros donde entrenar sin paternalismo ni presiones estéticas. Sin embargo, no están completamente exentas de tensiones: algunas mujeres denuncian haber sido corregidas sin pedirlo, observadas con incomodidad o incluso grabadas mientras entrenaban.

Equilibrio, inclusión y futuro de gymsis y gymbro

El ecosistema de gymbro y gymsis refleja también las transformaciones de la cultura fitness moderna. Los gymbros deben sortear tensiones entre la motivación colectiva y el riesgo de caer en estereotipos de masculinidad tóxica. De hecho, enfatizan la fuerza visible a costa de invisibilizar la salud mental, emocional o la vulnerabilidad.

De hecho, la cultura gymbro suele asociarse a un “no pain, no gain” que ignora lesiones, agotamiento o incluso la satisfacción personal a largo plazo.

En cambio, las gymsis promueven una narrativa alternativa, donde el entrenamiento de fuerza sirve como motor de empoderamiento personal.

Sentadillas - Salud
Tres mujeres haciendo sentadillas en el gimnasio (Pexels).

Cada vez más mujeres comparten sus progresos en redes sociales, generando referentes que invitan a entrenar sin miedo al espacio de pesas ni a las calorías. Aunque el número de videos etiquetados como gymbro sigue siendo mayor, el crecimiento de la comunidad gymsis es constante, visible y potente.

El compañerismo, la técnica profesional y la inclusión de géneros deberían ser la norma. Entrenar fuerza no debería ser un privilegio masculinizante ni una excepción femenina, sino una práctica accesible para todos, sin importar cuerpo, género o edad.

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