En un momento en el que la moda parece volver a preguntarse por el significado del vestir —más allá de la tendencia inmediata—, las predicciones de Pinterest funcionan como un termómetro cultural y social. Y es que el análisis que la plataforma publica cada año no gira en torno hablan solo de colores o siluetas, sino también de estados de ánimo colectivos: la necesidad de refugio, el deseo de belleza elaborada o una creciente búsqueda de identidad a través del estilo personal, son algunos de los subcontextos que comenzarán a dominar el imaginario visual global.
Así, para 2026 Pinterest Predicts revela un panorama donde la nostalgia se mezcla con la funcionalidad, el romanticismo y una nueva forma de interpretar el glamour contemporáneo. Basado en millones de búsquedas globales, este informe anticipa así que el próximo año, lejos de imponerse, las tendencias se sugieren como “lenguajes posibles” para un guardarropa “más consciente, expresivo y duradero”.

Algo que responde a las propias tendencias, no solo del sector, sino de los usuarios en internet, según explica Oriol Robert, docente, creative director y estilista en la revista Metal. “Es irónico porque, como profesor de tercero de diseño de moda en Barcelona, a mis alumnos siempre les pido que eviten lo máximo posible recurrir a Pinterest como fuente, pero al final, cualquiera de nosotros tiene que recurrir a esta plataforma para chequear cualquier tipo de contenido, desde moodboards, referencias o incluso planificar un proyecto en torno a la sensibilidad visual de algo”, comenta.
“A pesar de que creo que Pinterest representa esa especie de dicotomía entre el bien y el mal para los creativos, también me da la sensación que es una herramienta que cada día se parece más a la página de inicio del Tumblr en su día, y que también se ve representado por las tendencias que abraza”.

En ese sentido, Robert destaca desde “reminiscencias punk y grunge” hasta “detalles como la estética militar a guiños a los 80, algo casi impensable los últimos años, pero que también implica que, afortunadamente, estamos abandonando cada vez más el minimalismo y tendencias como el quiet luxury. Parece que a la gente le viene apeteciendo un momento más rock&roll y una vuelta deliberada a los 2010s”, comenta el catalán. “Quizá también pro eso, si no he visto en los últimos dos meses en torno a ocho millones de veces una foto de Mary-Kate Olsen con un (Le) City bag, no lo he visto ninguna”, apuntilla bromeando. A continuación, los cinco estilos claves para definir la moda del próximo año:

Glamoratti: el nuevo lujo mira a los ochenta
El glamour regresa, pero lo hace con una mirada madura: desde la perspectiva de Glamoratti y con referencias claras de los años 80: hombros marcados, abrigos envolventes, siluetas amplias. En la línea de un lujo contemporáneo, más depurado y menos estridente, el próximo año la clave estará en en la calidad de los materiales, en el peso visual de las prendas y en una presencia potente, pensada para “las mujeres que entienden el vestir como una declaración de poder silencioso”. Algo que siempre ha residido en el imaginario de YSL y que, en la próxima colección de Saint Laurent SS26 by Hedi Slimane se convierte en piezas que canalizan una energía rock-chic (como ya hizo diez años antes) en forma de vestidos de malla brillantes, chaquetas de cuero y accesorios metalizados en contraste; una propuesta altamente ligada a la vida nocturna y a esa nostalgia que tan bien abraza la marca.

Poetcore: romanticismo intelectual y cotidiano
En el extremo opuesto, surge una estética que invita a la introspección. O lo es lo mismo: frente al exceso, recogimiento. Así, la tendencia Poetcore pasa por un imaginario de tejidos suaves, prendas de punto, camisas holgadas y capas que retrotraen a décadas (y siglos) pasados. Desde su última colección, Valentino dibuja esta conexión emocional en clave literaria (y casi mágica) hasta esta tendencia, donde elegancia, comodidad y sensibilidad conviven, del mismo modo que las de Chloé o Alberta Ferretti lo han hecho con una sensibilidad más femenina. En esta línea, el encaje vuelve también adquirir un nuevo peso visual en 2026, apareciendo en prendas de forma más completa completas o como elemento estructural, dialogando “entre lo decorativo y lo utilitario”, según el informe.

Azul helado y khaki-coded: la nueva neutralidad
El azul hielo se consolida como uno de los colores clave del año: “frío, elegante y sereno”, se aleja de la estacionalidad y se posiciona como un nuevo neutro sofisticado, en la línea del Cloud Dancer. Si bien la paleta para SS16 es variada, los tonos fríos y desatorados tendrán su lugar, especialmente en piezas que equilibraban contrastes y texturas diversas como prueba la propuesta de Prada, que juega con contrastes gráficos y colores limpios en sus diseños. Además, es una tendencia que funciona tanto en prendas de sastrería como en piezas más delicadas y fluidas, extendiéndose accesorios y belleza. En este sentido, la otra sorpresa del 2026 es la vuelta a los tonos tierra, y en especial el kaki (tras relajarse un poco el furor del marrón del pasado OI) reforzando una estética funcional que, una vez más, retoma la estética casi militar; pantalones cargo, chaquetas estructuradas y tejidos resistentes que se reinterpretan con cortes más pulidos y pensados para una vida urbana totalmente activa.

Celestial aesthetic
Probablemente la más comentada en las últimas semanas, el estilo celestial (o nuncore) tiene muchas capas dentro de su terminología. En concreto, y además del blanco níveo del que hace gala Rosalía en LUX, Pinterest habla de una atención casi “holográfica”, con inspiración retro-futurista y a medio camino entre “la distopía y la ciencia ficción”. En concreto, este estilo se traduce en prendas con materiales que reflejan la luz, tejidos ricos con efectos perlados y detalles como paneles y cortes asimétricos. Además, el maquillaje es igual o más importante que el resto del look; desde toques iridiscentes a un exceso que replica “el polvo de estrellas o las galaxias en miniatura”, como ya han demostrado en sus pasarelas Margiela, Van Erpen o Lucila Safdae.

El pin-up: o accesorios con narrativa singular
Los accesorios, en este caso, pasan a un plano protagonista. Es más, adquieren un valor simbólico que se realza en casos particulares como los broches o pines como pieza clave. Con un aire vintage y atemporal, estos guiños se convierten en un gesto de estilo que ayuda a personaliza abrigos, vestidos o prendas de punto. En un contexto de consumo más reflexivo, estos detalles también hablan de “herencia, permanencia y cuidado” en una época en la que se busca la conciencia detrás del mensaje. De hecho, Isabel Marant, Carolina Herrera y Tory Burch han incorporado recientemente broches statement directamente a sus colecciones, pensados para “acompañar prendas importantes como blazers, abrigos estructurados y chaquetas”, dándoles un aspecto narrativo extra, además del punto focal visual.
En general, estos varemos tratan de tendencias que buscan “experimentar y proponer climas, emociones y actitudes”. Una vez más, adaptarlas al armario pasa por hacer una elección personal e incorporar una (o todas) a la narrativa propia. O lo que es lo mismo: jugar a vestir, una vez más, como un acto de identidad más.


