80 años después, las lecciones no aprendidas de Núremberg y el auge de la extrema derecha

Alemania revisa el significado de los Juicios de Núremberg en un momento en el que la extrema derecha vuelve a ganar terreno

Juicios de Núremberg - Internacional
Una de las fotografías más emblemáticas de los Juicios de Núremberg.
Wikipedia

Ocho décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa vuelve a mirar hacia los Juicios de Núremberg con una mezcla de inquietud y desconcierto. Alemania conmemora el aniversario del proceso que sentó en el banquillo a los jerarcas nazis mientras presencia el ascenso imparable de la extrema derecha. Un contraste que subraya hasta qué punto el legado de aquellos tribunales sigue vigente. Los juicios no solo juzgaron crímenes atroces. También intentaron sentar las bases de un mundo donde la barbarie no pudiera repetirse.

En esa ciudad bávara donde Hitler celebraba sus congresos de masas, los Juicios de Núremberg se convirtieron en el primer gran tribunal internacional de la historia contemporánea. Por primera vez, los criminales del nazismo tuvieron que responder ante un órgano que reunía a representantes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética. Pero, pese a su alcance, el proceso fue criticado por los acusados, que lo calificaron de parcial por estar dirigido por los países vencedores. Aun así, los juicios supusieron un gesto simbólico decisivo para cerrar la herida abierta por el fascismo en Europa.

El funcionamiento jurídico que dio forma a los Juicios de Núremberg

Antes de que los Juicios de Núremberg comenzaran en 1945, la comunidad internacional ya había sentado las bases para un proceso sin precedentes. La Comisión de Crímenes de Guerra de las Naciones Unidas y el Estatuto de Londres marcaron las reglas que permitirían juzgar el exterminio de seis millones de judíos. El Tribunal Militar Internacional, diseñado según la tradición jurídica anglosajona, contó con dos jueces por cada país vencedor. En ese marco se impulsaron los juicios al nazismo, que fijaron las bases legales del concepto de crimen contra la humanidad.

El proceso se centró en veinticuatro jerarcas nazis acusados de conspiración, crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los Juicios de Núremberg no abordaron los delitos cometidos contra la población alemana, pero sí pusieron sobre la mesa miles de documentos que el propio régimen había generado. La burocracia nazi, meticulosa y despiadada, dejó tras de sí pruebas incontestables. En este punto, los litigios evidenciaron la dimensión industrial, fría y perfectamente organizada del horror.

Testimonios, negación y un juicio que marcó la memoria europea

Los Juicios de Núremberg también fueron escenario de testimonios de supervivientes de los campos de concentración. Sus relatos impactaron profundamente a la opinión pública, pese a las reacciones de desprecio de algunos acusados, que se reían, murmuraban o dormían durante las sesiones. Aun así, los jueces de los procesos judiciales dieron credibilidad total a los supervivientes, algo que no siempre ocurriría en procesos posteriores.

Hermann Göring - Juicios de Núremberg
Un retrato de Hermann Göring en enero de 1943.
Wikipedia

Todos los implicados negaron su responsabilidad. Figuras como Hjalmar Schacht o Hermann Göring intentaron monopolizar las sesiones con largas intervenciones. El propio Göring, condenado a muerte, terminó suicidándose en su celda antes de cumplir la sentencia. Para muchos historiadores, los Juicios de Núremberg demostraron que un sistema criminal puede caer, pero sus protagonistas rara vez admiten culpa.

El legado de los Juicios de Núremberg frente al auge actual de la extrema derecha

La sentencia de los Juicios de Núremberg, dictada en 1946, supuso un punto de partida para el derecho internacional. Ningún Estado ni gobernante podría escudarse en cumplir órdenes para justificar crímenes contra la humanidad. Doce condenados fueron ejecutados y otros siete cumplieron largas penas en Spandau, donde el último recluso, Rudolf Hess, permaneció décadas en aislamiento. A partir de ahí, los juicios impulsaron una serie de procesos complementarios sobre la justicia, la industria o la sanidad del régimen nazi.

Los Juicios de Núremberg
Alice Weidel, la líder de Alternativa para Alemania (AfD), en la sede del partido en Berlín.
Efe

Ese legado, sin embargo, vuelve a estar en entredicho. Las encuestas muestran que buena parte de los votantes de Alternativa por Alemania (AfD) rechaza seguir hablando del pasado nacionalsocialista. Declaraciones como la de Alexander Gauland, que definió el nazismo como “una cagada de pájaro” en la historia alemana, desafían directamente el espíritu de los Juicios de Núremberg. Ocho décadas después, Europa confirma que la memoria es frágil y que, sin vigilancia democrática, las lecciones de los juicios pueden desvanecerse.

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