Durante años, Federica Mogherini fue el rostro más visible de una Europa que buscaba tener voz propia en la escena internacional. A sus 41 años, cuando fue nombrada alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en 2014, tenía la tarea de llevarnos a un continente más diplomático, más coherente, más influyente. Hoy, sin embargo, su nombre aparece ligado a uno de los mayores escándalos de presunta corrupción en las instituciones comunitarias.
Según informó el diario belga Le Soir, la Policía Federal belga detuvo este martes a la ex jefa de la diplomacia europea en el marco de una investigación por fraude y corrupción. La Fiscalía Europea sospecha del amaño de un curso de formación para jóvenes diplomáticos financiado por la Unión Europea y adjudicado al College of Europe —la prestigiosa institución académica de la que Mogherini es rectora desde 2020—.
El mismo medio señaló que los otros dos detenidos son Stefano Sannino, ex secretario general del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) entre 2021 y 2025, y un directivo del propio College of Europe. Ambos están bajo custodia mientras un juez belga decide si se presentan cargos en las próximas 48 horas.
La Fiscalía Europea explicó en un comunicado que existen “fuertes sospechas” de que se vulneraron las normas de competencia leal durante el proceso de adjudicación del contrato para poner en marcha la Academia Diplomática Europea, dirigida por Mogherini desde agosto de 2022. Los investigadores intentan determinar si el College of Europe fue informado con antelación sobre los criterios de selección del concurso público.
La portavoz comunitaria Anitta Hipper confirmó que se registraron las sedes del SEAE en Bruselas y del College of Europe en Brujas. “No podemos dar más información porque estamos en fase de investigación”, declaró durante la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea.
El ascenso
Nacida en Roma en 1973, Federica Mogherini estudió Ciencias Políticas en la Universidad La Sapienza, donde escribió su tesis sobre política e islam. Fue la ministra de Exteriores más joven en la historia de Italia cuando asumió el cargo en febrero de 2014, con tan solo 40 años.
Su carrera política comenzó en las filas del centroizquierda, dentro del Partido Democrático. Había trabajado en asuntos internacionales y participado en delegaciones parlamentarias ante la OTAN y el Consejo de Europa. En 2008 fue elegida diputada y, ya en 2013, Matteo Renzi la promovió al Ministerio de Asuntos Exteriores.
Renzi apostó fuerte por ella en Bruselas. En agosto de 2014, los líderes europeos la eligieron para suceder a Catherine Ashton como alta representante de la UE. Pese a las críticas iniciales a su juventud y supuesta falta de experiencia, Mogherini defendía su trayectoria: “Soy ministra de un país del G7. Llevo veinte años trabajando en cuestiones europeas e internacionales”, declaró al Financial Times.
Durante su mandato (2014-2019), la italiana logró que la diplomacia europea, tradicionalmente gris y burocrática, ganara visibilidad. En palabras de Le Monde, “una figura que aportó brillo a una estructura institucional opaca”. Fue una de las principales impulsoras del acuerdo nuclear con Irán (JCPOA), un logro que le dio proyección global. Resalta su estilo, más conciliador que confrontativo, le permitió tender puentes en momentos de gran tensión, desde Ucrania hasta el Mediterráneo.
La biografía oficial del College of Europe la describe como una “visionaria líder que ha defendido la diplomacia, los derechos humanos y la cooperación internacional”. Tras dejar el cargo en la Comisión Europea en 2019, Mogherini asumió la rectoría de la institución académica, considerada la cantera de la élite diplomática europea. También co-presidió el Panel de Alto Nivel de la ONU sobre Desplazamientos Internos y formó parte de organismos internacionales como el International Crisis Group y el German Marshall Fund.
Mogherini se presentaba como una defensora de la igualdad de género y la inclusión social. En su página web personal afirmaba que “cuando hay un problema de derechos humanos, los europeos sentimos que debemos hacer algo, y lo hacemos”. Esa frase sintetizaba su visión de una Europa activa y moralmente comprometida en el mundo.
Sospechosa de corrupción
Esa imagen ética y reformista comenzó a resquebrajarse con las revelaciones de la Fiscalía Europea. El organismo, junto con la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF), investiga si se filtró información confidencial del SEAE al College of Europe antes de la publicación oficial del concurso público para el programa de formación de diplomáticos.
Los registros se realizaron en las oficinas de la Rue d’Arlon, en Bruselas, y en varios edificios de Brujas. Los empleados del SEAE fueron evacuados y se les ordenó dejar sus despachos abiertos para facilitar las inspecciones.
Los hechos que se investigan podrían constituir “fraude en la contratación pública, corrupción, conflicto de intereses y violación del secreto profesional”, según la Fiscalía. Hasta el momento, ni Mogherini ni sus representantes han hecho declaraciones públicas.
El escándalo no solo compromete su legado personal, sino que vuelve a poner sobre la mesa las recurrentes sospechas de falta de transparencia en las instituciones comunitarias. Mientras tanto, la Justicia belga está por decidir su futuro inmediato.