Testimonio

Dalia Hammad, la joven que borda la memoria de Gaza desde España

Antes de venir a España, su familia se desplazó hasta 17 veces en busca de seguridad, una palabra que, como explica a Artículo14, "no existe en Gaza"

Gaza
La gazatí Dalia Hammad frente a la obra del artista Mosa One en Casa Árabe
Javier Cuadrado

Los viernes por la tarde, en una luminosa sala de la Casa Árabe, el sonido rítmico de la aguja y el hilo llena el aire. Entre telas e hilos de colores, Dalia Hammad, de 20 años, enseña a un grupo a bordar al estilo tradicional palestino. Sus puntadas son pequeñas pero firmes, y cada una de ellas encierra un pedazo de memoria, de pérdida, pero también, de resistencia.

“Nací en Gaza”, dice en voz baja, “y ahora estudio medios digitales en mi universidad allí, en línea”.
Dalia Hammad llegó a España a finales de junio, huyendo de la destrucción que ha devastado su hogar. “El primer mes fue muy duro debido a la gran diferencia entre aquí y Gaza”, recuerda. “Pero ahora me he acostumbrado y estoy feliz de estar aquí”.

Gaza
La gazatí Dalia Hammad frente a la obra del artista Mosa One en Casa Árabe
Javier Cuadrado

La historia de Hammad, como la de tantas jóvenes palestinas, es una historia de supervivencia y reinvención. Detrás de su tímida sonrisa se esconde un largo viaje de desplazamiento y sufrimiento: “Al cuarto día de la guerra, mi padre nos dijo que teníamos cinco minutos para hacer una maleta cada uno“, relata. “Cogí ropa y cosas al azar. No pensé que bombardearían nuestra casa. Pero lo hicieron”. Desde aquel día, los cambios se volvieron parte de su vida. Su familia se desplazó hasta 17 veces en busca de seguridad, una palabra que, como ella misma dice, “no existe en Gaza”.

Hay temas que duele hablarlos. Hammad perdió a su hermano mayor durante uno de los bombardeos israelíes. Desde entonces sus familiares y amigos intentaron sacar a su familia de la Franja de Gaza, hasta que por fin, este verano -y gracias a la presión de decenas de periodistas- el Ministerio de Exteriores permitió su evacuación. Su padre, Kayed Hammad, es uno de los fixers que más ha trabajado con reporteros españoles.

“Echo mucho de menos mi habitación, mis cosas… todo lo que había en nuestra casa… Todo era mi favorito”, afirma.

Coser como forma de supervivencia

“Cuando empiezo a bordar, es como si estuviera en otro planeta. No estoy aquí. Es mi terapia“, confiesa mientras muestra lo que hizo la tarde anterior a la entrevista. El bordado –tatriz– es más que una forma de arte para Dalia Hammad. Es su salvavidas.

“Para mí, el bordado es muy importante porque forma parte de nuestra identidad y nuestro patrimonio“, reconoce. “Tengo dos motivos para hacerlo: mantener vivo nuestro arte y porque es mi terapia. Cuando estoy estresada, empiezo a coser y me siento relajada. Cuando termino algo, me siento orgullosa”.

Dalia Hammad durante su entrevista con Artículo14
Javier Cuadrado

Su pasión comenzó a los diez años, viendo a su tía pasar horas cosiendo patrones coloridos. “Mi primer proyecto fue una pequeña cartera”, dice, sonriendo levemente. “La guardé durante muchos años. Luego bombardearon nuestra casa y la perdí para siempre“. Hace una pausa. “Era muy simbólica para mí”.

Incluso durante la guerra, intentó seguir bordando. “Al principio, no encontraba nada, ni siquiera hilo”, recuerda. “Después de cinco meses, y varios traslados, por fin encontré algunos hilos de colores al azar. Me sentí muy feliz. Coser se convirtió en una forma de resistencia, porque no podía hacer nada más. Solo salvar nuestro arte y nuestra historia”.

Sobre la posibilidad de una tregua y el fin de la guerra tras el plan de paz impulsado por el presidente Donald Trump, ella recuerda que todos sus amigos han perdido sus casas, y muchos de ellos sus seres queridos. “Mataron al padre de una amiga durante un bombardeo mientras se desplazaban al sur. Espero que la guerra acabe ya o lo más pronto posible”.

Un nuevo capítulo en Madrid

Ahora, en Madrid, Dalia Hammad enseña a otras personas a coser, a contar la historia de Palestina a través de patrones y colores. Sus talleres en Casa Árabe son pequeños actos de preservación cultural. “Este taller significa mucho para mí”, afirma. “Porque compartir nuestro arte es también una forma de decir: esto es nuestro y siempre lo será“.

Gaza
Dalia Hammad con su familia y amigos en Segovia
Dalia Hammad

Cuando enseña, asegura, se siente conectada de nuevo con Gaza. “Nuestro corazón y nuestra alma siguen allí”, explica. “Aunque vivamos en un lugar seguro, no podemos olvidar. Ellos no lo están”.

Su alegría por estar en España siempre se ve ensombrecida por la culpa y el dolor. “Todas nuestras mentes siguen con nuestras familias en Gaza“, admite. “Están sufriendo mucho. Lo bombardean todo. Uno de mis amigos perdió a su padre mientras intentaba huir hacia el sur. Me siento culpable porque yo estoy a salvo aquí y ellos no”.

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La gazatí Dalia Hammad frente a la obra del artista Mosa One en Casa Árabe
Javier Cuadrado

Aun así, sigue estudiando en línea con su universidad, aunque la situación lo hace casi imposible. “Los profesores son héroes”, dice. “Siguen enseñando incluso cuando les bombardean. Una vez, no pude hacer un examen porque mi profesor perdió a su hijo ese día“, comenta.

“Nuestro arte siempre será nuestro”

Para Dalia Hammad, cada puntada es un mensaje, una forma de resistirse al borrado, de recuperar la belleza en medio de la pérdida. “La ocupación intenta robarnos todo, incluso nuestro arte. Por eso, cuando enseño bordado, es una forma de decir: esta es nuestra herencia, nuestra historia, nuestra identidad”, concluye.