El proyecto de ley llegó a la mesa presidencial este mismo miércoles. En él se establece que el Departamento de Justicia, el FBI y las fiscalías federales deben desclasificar los 23.000 archivos del caso Epstein en un plazo de treinta días.
En la madrugada del jueves en España, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que ya había firmado el proyecto de ley que obliga a publicar los archivos del caso del pederasta fallecido Jeffrey Epstein.
En su extenso mensaje en Truth Social, Trump aprovechó para relacionar a Epstein con los demócratas diciendo que les donó dinero “toda la vida” y remarcó su relación con el expresidente Bill Clinton y el exsecretario del Tesoro Larry Summers.
El mandatario se atribuyó la aprobación del proyecto de ley en ambas cámaras del Congreso, asegurando que la votación unánime encabezada por el Partido Republicano fue gracias a él.

El texto permite ocultar datos personales de víctimas, aunque no permite reservas extensas ni autoriza demoras significativas. De ahí el conflicto interno entre republicanos que querían acabar con este tema y republicanos que temen el impacto político.
Según informa la CNN, tras la rúbrica de Trump, le toca al Departamento de Justicia. La fiscal general Pam Bondi afirmó que el Departamento de Justicia “seguirá cumpliendo la ley” en medio de las dudas que hay en Estados Unidos sobre la publicación de los archivos. Senadores de ambos partidos afirmaron que el Departamento de Justicia debe cumplir la ley y publicar los archivos en un plazo de 30 días.

El Senado votó sin objeciones una medida que obliga al Departamento de Justicia a liberar los archivos del caso Epstein y envía el proyecto a la mesa del presidente Donald Trump, después de una jornada que finaliza la pugna que ha recorrido ambas cámaras durante meses. La votación avanzó sin resistencia y colocó la iniciativa en un punto que pocos en Washington anticiparon cuando comenzó el conflicto entre la Casa Blanca y algunos legisladores de su propio partido.
La Cámara aprobó la medida con 427 votos frente a un único voto en contra. El Senado la adoptó por consenso unánime. Sin debate y sin llamadas nominales. Solo un trámite que cerró una disputa que se ha prolongado dentro del Partido Republicano desde julio, cuando el Departamento de Justicia comunicó que no entregaría más información sobre el expediente.

El demócrata Chuck Schumer pidió el voto del Senado antes de formalizar el movimiento que permitió la aprobación. “El pueblo lleva tiempo clamando por transparencia. Las víctimas de Epstein han esperado suficiente”, dijo. Y con esa frase abrió una fase que muchos republicanos intentaron evitar.
La presión sobre la Cámara creció cuando el republicano Thomas Massie impulsó un procedimiento para obligar a un voto directo. Massie expresó su posición sin reservas durante el debate. “Tenemos una oportunidad para lograr algo que no ha ocurrido durante décadas. Justicia para las víctimas y sobrevivientes y transparencia para el país”, afirmó. Luego añadió que se sentía “avergonzado por mi propio partido”. En la galería, víctimas de Epstein celebraron cuando se cerró el tablero.
El único voto en contra
El único voto en contra fue el de Clay Higgins, quien sostuvo que el proyecto no contenía suficientes protecciones para víctimas y denunciantes. Esa preocupación también fue expresada por el presidente de la Cámara, Mike Johnson, quien durante meses se opuso a la medida. Johnson afirmó que esperaba que el Senado corrigiera el texto. Tras la aprobación sin enmiendas, declaró: “Estoy sorprendido y decepcionado con la decisión del Senado. El proyecto tiene fallas. Lo dije durante meses. Pensé que el Senado las corregiría. Eligieron otra ruta. Esa es su prerrogativa. El Congreso habló y espero que esto entregue consuelo a víctimas y sobrevivientes”. Johnson agregó que su oración principal es que las víctimas sin identificación “no queden expuestas y no enfrenten más daño”.
La Casa Blanca intervino sin éxito puesto que Trump había intentado frenar la medida. Desde su oficina se pidió a legisladores de su partido que retiraran su apoyo buscando detener el voto forzado. Pero durante el fin de semana se produjo la inversión de su postura. El presidente dijo que quería la aprobación y que rubricará el proyecto, sin esperar que el movimiento interno de su partido altere un resultado que le ha dejado poco margen para sostener ningún tipo de resistencia.
El giro en el voto republicano también mostró la grieta interna del bloque. Marjorie Taylor Greene afirmó que el conflicto por los archivos “rompió” el movimiento MAGA. La Casa Blanca pidió a Greene, Lauren Boebert y Nancy Mace retirarse de sus intentos de activar la votación. Hubo reuniones tensas con Trump, incluso hubo llamadas directas. Hubo intentos de revertir firmas. Pero ninguna legisladora cedió. Boebert incluso fue convocada a la Sala de Situación para discutir su posición. Mace definió el proceso como un acto de valor para las sobrevivientes “que nunca tuvieron justicia”, y señaló que la votación representaba “una señal para todas”.

El expediente Epstein arrastra interrogantes desde la muerte del acusado y desde el proceso judicial incompleto. El Departamento de Justicia entregó materiales limitados al Congreso. Legisladores de ambos partidos exigieron acceso a los documentos completos. El comité de supervisión emitió citaciones. Recibió un “libro de cumpleaños” y correos con contenido que involucró a figuras públicas. Entre ellos, mensajes con referencias a Trump en los que Epstein insinuaba que el entonces empresario “sabía sobre las chicas”. Esos intercambios incrementaron el nivel de presión sobre la actual administración.
Trump insiste en que su ruptura con Epstein fue años antes de los hechos investigados y sostiene que no existe implicación alguna de su persona con la conducta del acusado y, por ahora, no hay evidencia directa que lo vincule con el delito central. Pero el relato político va tomando fuerza con cada revelación levantando sospechas contra el Presidente estadounidense.
Thom Tillis expresó con claridad su punto frente a cámaras. “Liberen los archivos. Punto”, dijo. Y agregó que no le importaba el proceso interno entre la Casa Blanca y los líderes republicanos.
La iniciativa se mueve ahora hacia la fase final. No está claro si el Departamento de Justicia liberará materiales sin litigios posteriores. Tampoco está claro el volumen de documentos que existen o el alcance de la información que puede generar impacto político. Lo que sí quedó claro es que el conflicto entre legisladores republicanos y la Casa Blanca expuso tensiones profundas. Tensiones sobre poder interno y sobre control de la agenda. Ahora empieza una nueva fase con la firma del presidente.

