Para muchas polacas, las elecciones de este domingo son “históricas”. En un país dominado por políticas ultraconservadoras en los últimos años, votantes han lanzado una campaña apelando al primer ministro Donald Tusk para que no “decepcione a las mujeres”.
El premier centrista y europeísta, cuyo partido será representando por el alcalde de Varsovia Rafal Trazskowski en los comicios presidenciales, aspira a que el electorado opte por reemplazar al derechista Andrzej Duda, actual presidente alineado con las tesis del anterior ejecutivo conservador, y con capacidad de vetar leyes.

Polonia tiene una de las leyes de aborto más restrictivas de Europa. Desde una reforma puesta en marcha en 2020, el aborto solo es legal en dos casos: cuando el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la mujer, o si es resultado de una violación o incesto. La interrupción por malformaciones fetales, anteriormente permitida, fue prohibida tras una sentencia del Tribunal Constitucional.
Relajar las políticas antiaborto
Esta decisión generó amplias protestas y críticas tanto a nivel nacional como internacional. El acceso práctico al aborto es aún más limitado por la objeción de conciencia de muchos médicos y otras barreras institucionales. Por eso, las mujeres polacas que lanzaron la campaña esperan que se cumplan los pronósticos, y que la “Coalición Cívica” de Tusk, que prometió relajar las políticas antiaborto, se convierta en el partido vencedor.

No obstante, en las últimas semanas el candidato Karol Nawrocki, del partido populista antiabortista Ley y Justicia (PiS) ha remontado en las encuestas, lo que podría suponer que los dos candidatos se acaben midiendo en la segunda vuelta del próximo 1 de junio.
La práctica abolición del aborto hace cinco años desató unas protestas masivas sin precedentes en Polonia desde la caída del comunismo. Para Antonina Lewandowska, representante de la asociación de mujeres Federa, las elecciones de este domingo son cruciales para definir el rumbo del país.
Una promesa de Tusk incumplida
“Estas elecciones nos permitirán saber cuantas opciones tenemos para lograr cambios en la actual legislación. Este es el momento en que tenemos el poder de decirle (a Tusk): puedes hacer algo, tal como prometiste”, indicó Lewandowska al diario “The Guardian”. En los anteriores comicios parlamentarios de 2023, la polémica sobre el aborto centró la campaña, y entonces Tusk ya prometió modificar las leyes en los primeros 100 días de acción de gobierno.

No obstante, han pasado más de 500 días desde que Tusk es primer ministro, y la legislación que promovió el PiS sigue vigente. El premier alega que su Ejecutivo no tiene capacidad de maniobra, dado que el presidente conservador Duda tiene capacidad de veto.
“Por ello, si logramos un presidente dispuesto a firmar una nueva ley para mejorar el acceso al aborto en Polonia, será un momento histórico en que el parlamento tendrá la posibilidad de hacer algo”, agregó Lewandowska. Si gana el partido de Tusk, no tendrá excusas para implementar la promesa que hizo en 2023, y que le sirvió para lograr un porcentaje de voto histórico de las mujeres. Para la representante de Federa, el partido centrista tendrá una oportunidad para “hacer algo o simplemente ganar tiempo y decepcionar a las mujeres que auparon al actual Ejecutivo al poder”.
Priorizar la vida de la mujer
Según oenegés polacas, las restricciones al aborto costaron antes de los comicios de 2023 la muerte a al menos seis mujeres, cuyos doctores priorizaron salvar vidas de fetos por razones ideológicas o por temor a afrontar reprimendas legales. Tusk no lo tendrá fácil para cambiar la legislación, ya que su coalición combina diputados progresistas y conservadores. El pasado agosto, el premier insistió en que “no hay una mayoría” para cambiar las leyes sobre el aborto.
Tusk promete que su Gobierno está explorando nuevos protocolos para implementarse en la fiscalía general o en hospitales, con la esperanza de aliviar algunas de las restricciones. Algunas votantes, como la activista Marta Lempart, creen que la coalición de Tusk no cumplirá sus promesas, pero aplica la lógica del mal menor: “Votaré por lo menos malo. No votamos para que las cosas mejoren, sino para que no se tornen todavía peor”.