El polémico caso de la mujer que envenenó con hongos a sus familiares llegó a su desenlace judicial este lunes en Melbourne, Australia. Erin Patterson, de 50 años, fue condenada a cadena perpetua con un periodo mínimo de 33 años sin libertad condicional por asesinar a tres de sus familiares y por intentar asesinar a un cuarto durante una comida en su casa en julio de 2023.
La sentencia fue pronunciada por el juez Christopher Beale en la Corte Suprema de Victoria y transmitida en directo con un retraso de 10 segundos, un hecho inédito en la historia judicial del estado.
“No mostró compasión”
El 29 de julio de 2023, Patterson preparó un beef Wellington para recibir en su casa de Leongatha a sus exsuegros, Don y Gail Patterson, de 70 años, y a la hermana de Gail, Heather Wilkinson, de 66, junto a su esposo, el pastor Ian Wilkinson, de 71. Todos consumieron el plato, que contenía death cap (Amanita phalloides), uno de los hongos más letales conocidos.
En los días posteriores, tres de los invitados fallecieron a causa de una falla multiorgánica provocada por la intoxicación. Solo Ian Wilkinson sobrevivió, tras permanecer semanas en coma inducido. El exesposo de Erin, Simon Patterson, también estaba invitado, pero no asistió al almuerzo.

Durante el juicio, que duró once semanas, el jurado determinó que Patterson había actuado con premeditación, utilizando incluso diferentes platos para distinguir su comida de la de las víctimas. El juez Beale subrayó que la acusada había planificado la reunión “con la intención de matarlos a todos” y que, aun cuando los comensales ya estaban hospitalizados, “no mostró compasión por sus víctimas”.
Las audiencias estuvieron marcadas por los testimonios de los familiares. Simon Patterson, hijo de Don y Gail, declaró que el crimen había privado a sus dos hijos, nacidos en 2009 y 2014, de “la clase de relación con su madre que todo niño anhela”.
Ian Wilkinson, el único sobreviviente, ofreció un testimonio cargado de emoción. En una audiencia previa expresó su decisión de perdonar a la mujer que intentó matarlo: “Ahora ya no soy la víctima de Erin Patterson, ella se ha convertido en víctima de mi bondad”. Sin embargo, también añadió sentirse “compelido a buscar justicia” para los tres fallecidos. Tras la sentencia, agradeció públicamente a la policía y a la fiscalía por su labor: “Sacaron a la luz la verdad de lo que les sucedió a tres buenas personas”.

El fallo judicial
El juez Beale sentenció a Patterson a cadena perpetua por cada uno de los tres asesinatos y a 25 años por el intento de asesinato de Ian Wilkinson, todas las penas a cumplirse de manera simultánea. Según la legislación, podrá solicitar libertad condicional en 2056, cuando tenga 82 años.
Beale destacó que la mujer “infligió un sufrimiento incalculable” no solo a las víctimas directas, sino también a sus propios hijos, “a quienes robó de sus queridos abuelos”. También remarcó que Patterson “ha sido efectivamente mantenida en confinamiento solitario” durante más de un año y que seguirá siendo una “prisionera notoria” con “serio riesgo” frente a otras internas.
La defensa, encabezada por el abogado Colin Mandy SC, había argumentado que la notoriedad del caso imponía condiciones penitenciarias más duras que las de otros reclusos, ya que Patterson pasa hasta 22 horas diarias encerrada en su celda. Por ello solicitó que se considerara esa circunstancia al fijar la condena. La fiscalía, en voz de Jane Warren, aceptó que dichas condiciones podían ser relevantes, aunque insistió en que los crímenes eran “horrendos” y ameritaban el castigo máximo.
Finalmente, Beale coincidió con la fiscalía y sentenció que “la devastadora magnitud de estos delitos” hacía imposible una pena menor.

“No hay evidencia de remordimiento”
Pese a las pruebas, que incluyeron restos del hongo en utensilios de cocina y testimonios que señalaban su comportamiento evasivo, Patterson nunca reconoció haber actuado con intención homicida. Alegó que todo se trató de un trágico accidente y sostuvo que había utilizado hongos comprados en una tienda asiática. Además, negó haber destruido pruebas, como el deshidratador de alimentos hallado en un vertedero con restos del hongo mortal.
“En otras palabras, no hay evidencia de remordimiento”, concluyó el juez al leer la sentencia.
Patterson dispone hasta el 6 de octubre para apelar tanto la condena como la sentencia. Mientras tanto, permanecerá en la cárcel en condiciones de aislamiento.