EE UU

Ivanka, Jared y el regreso inevitable al poder

Mientras ella buscaba un segundo plano en este mandato, él ha vuelto al centro del tablero político como emisario de Trump en las negociaciones entre Israel y Hamás

Ivanka Trump
Ivanka Trump y su marido Jared Kushner
Instagram/KiloyCuarto

En una semana marcada por las negociaciones indirectas entre Israel y Hamás, este miércoles llegaron a Egipto Jared Kushner, el ‘yernísimo’ del presidente de EE UU, discreto, con traje impecable, rostro impenetrable, arquitecto de un plan que podría —si todo sale bien— que podría poner fin a la guerra en Gaza. Junto a él, el empresario Steve Witkoff, convertido también en enviado especial y mediador de una paz improbable.

Kushner, de 44 años, nunca ha dejado de ser una figura ambigua a la sombra. Un hombre que aprendió en la propiedad inmobiliaria de su familia que la paciencia en los negocios produce beneficios. Hijo de Charles Kushner —un magnate que cayó en desgracia y fue luego perdonado por el propio Trump—, Jared vivió la caída y la redención de su progenitor siendo muy joven. Y cuando se casó con Ivanka Trump, en 2009, en una boda de cuento de hadas en el Trump National Golf Club de Nueva Jersey, nadie podía imaginar que una década más tarde sería el hombre elegido por Estados Unidos para firmar acuerdos internacionales que cambiarían el rostro a los mapas de Oriente Medio.

Una pareja unida

Ivanka y Jared son inseparables. Juntos aparecen en fiestas, celebraciones familiares y eventos políticos agarrados de la mano. Sin embargo, ella decidió, tras pasar en Washington la primera presidencia de su padre, volver al hogar y olvidar el poder porque el desgaste fue profundo.

Jared Kushner e Ivanka Trump llegan a la toma de posesión de Donald Trump
EFE/EPA/CHIP SOMODEVILLA / POOL

Las críticas a la influencia familiar, las investigaciones, las tensiones internas. Kushner reconoció en sus memorias que la política fue una tormenta en su familia. Y cuando todo terminó en 2021, ambos juraron no regresar. Ivanka lo dijo en una entrevista. “La política es un mundo oscuro. No me hace bien“. Pero Washington (y sobre todo, Trump, al que sólo le gusta rodearse de leales) siempre reclama a los suyos. Y Kushner, con sus conexiones en Oriente Medio, con la confianza intacta de su suegro y con una red tejida entre Riad, Abu Dabi y Jerusalén, era demasiado valioso para quedarse al margen. En las últimas semanas, su nombre volvió a sonar como el gran mediador de la nueva iniciativa de paz de Trump, esta vez junto a Steve Witkoff, viejo amigo del presidente y también hombre de negocios.

Ambos viajaron a Egipto para reunirse con enviados israelíes y mediadores internacionales con la misión de liberar a los rehenes, frenar la violencia y abrir el camino hacia un acuerdo duradero.
El lunes, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que la Administración Trump estaba trabajando arduamente para “hacer avanzar las negociaciones lo más rápido posible”. “El presidente quiere ver un alto el fuego. Quiere ver a los rehenes liberados”, afirmó Leavitt.

Trump anunció su propuesta de paz el 29 de septiembre durante una reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca. Netanyahu expresó en ese momento su apoyo al plan, diciendo que “cumple con nuestros objetivos de guerra”. Aunque la declaración de Hamás muestra disposición para liberar a los rehenes, no respalda muchas otras partes del plan de Trump, incluida la desmilitarización de Gaza. Netanyahu ha insistido en que no aceptará poner fin a la guerra a menos que Hamás se desarme.

El martes, israelíes y palestinos conmemoraron dos años desde el ataque liderado por Hamás contra Israel, ocurrido el 7 de octubre de 2023, que desató la guerra en Gaza. Unas 1.200 personas, la mayoría de ellas civiles, murieron en el ataque de octubre de 2023, y otras 251 fueron secuestradas, según las autoridades israelíes. Desde entonces, más de 66.000 palestinos han muerto en la guerra en Gaza, según informó el Ministerio de Salud de Gaza, que no distingue entre civiles y combatientes.

Kushner es el secreto de Trump para la paz

En la Casa Blanca dicen que Kushner es el “arquitecto” del plan. Y lo cierto es que se mueve con soltura entre los jefes de Estado. No se presenta como diplomático tradicional; actúa más como negociador de alto nivel, confiado en su habilidad para crear consensos donde otros solo ven abismos. Los aliados lo respetan, los escépticos lo toleran. Y Trump confía en él.

Witkoff aporta una energía menos ceremonial Entre ambos -el pragmático y el cerebral- intentan trazar lo que llaman un “plan de reconstrucción para la paz”.

En Estados Unidos, Ivanka Trump intenta mantener su promesa de distancia lejos del ruido político que como un canto de sirena ha vuelto a atrapar a su marido. Ella permanece refugiada en cenas con amigas y clases de surf con sus hijos. Tras años de ser el rostro sonriente del poder, su nueva vida se dibuja entre el yoga, el voluntariado y las fotos perfectamente cuidadas que publica en redes. Su apuesta es mostrar una versión menos combativa de sí misma, más maternal. En sus propias palabras, se trata de “priorizar lo que me hace sentir bien como ser humano”. Sin embargo, fuentes cercanas a la familia aseguran que sigue siendo una consejera discreta. “Habla con su padre, le da su punto de vista, pero todo en privado”.

 

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Sus amigos dicen que está en paz, que disfruta de su nueva etapa, que su trabajo filantrópico con familias necesitadas y víctimas de desastres naturales le da propósito. Pero también admiten que hay cierta nostalgia en la mujer que una vez fue llamada “la princesa de la Casa Blanca” y que ahora observa a su marido intentar construir una paz internacional.

A Jared parece no asustarle el retorno. Si algo aprendió de su experiencia anterior es que el poder, bien manejado, endurece la piel y multiplica su economía. Ha construido un fondo de inversión con miles de millones de dólares, cultivado relaciones que trascienden ideologías y, sobre todo, mantenido la confianza absoluta de su suegro.

Ivanka
El presidente de EE UU, Donald Trump, junto al embajador de Francia Charles Kushner, Ivanka Trump y su marido Jared Kushner
Efe

En esta Administración, su papel puede no tener título, pero todos entienden que, donde se deciden las cosas importantes, Jared Kushner está presente. Hay quienes lo llaman el “diplomático accidental”; otros, el “arquitecto del legado de Trump”. Él se limita a trabajar. Sus defensores insisten en que tiene un don para persuadir sin levantar la voz. Con su calma y su capacidad de persuasión convence incluso a los más críticos.

En el nuevo tablero mundial, Kushner intenta escribir la palabra “paz” para regalarle un Nobel a su suegro mientras Ivanka Trump se refugia del ruido en Miami. El poder es un asunto de familia y alejarse del todo nunca es posible.

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