Tras una batalla dialéctica que marcó el curso de la campaña electoral en Canadá, el primer ministro electo Mark Carney viajó este martes a Washington para reunirse con Donald Trump en la Casa Blanca. Antes del apretón de manos entre ambos líderes, el dirigente estadounidense trató de rebajar las tensiones, tras sus amenazas previas de anexionarse Canadá o la imposición de elevados aranceles sobre las importaciones llegadas del país vecino.
“Solo queremos ser amigos de Canadá”, expresó el presidente de EE UU al inicio del encuentro. El tono amigable de la reunión, que ambos impulsaron en los días previos, llevó a Trump a considerar que el triunfo del liberal Carney -que partía en desventaja en los sondeos- supone uno de los “más grandes logros políticos de todos los tiempos”.
I’ve arrived in Washington, D.C. ahead of meetings with President Trump tomorrow.
Canada and the United States are strongest when we work together — and that work starts now. pic.twitter.com/24y3EQVDXc— Mark Carney (@MarkJCarney) May 5, 2025
“Presidente transformador”
Por su parte, el premier canadiense también elogió a su homólogo, a quien consideró un “presidente transformador” con el foco puesto en mejorar la economía, pese a que semanas atrás prometía aplastar la economía canadiense con la aplicación de elevados aranceles. Pese a los elogios, recordó a Trump: “como conocedor del sector inmobiliario, sabes que hay lugares que no están en venta”.
El encuentro bilateral probablemente fue el que más escrutinio tuvo en la historia política de Canadá, dado el temor a que la fricción diplomática y comercial con el país vecino se agudizara. Los países vecinos, con valores políticos y culturales muy similares, mantuvieron hasta la llegada de Trump al poder una relación cordial sin sobresaltos. Si bien Trump consideró que “no hacemos muchos negocios con Canadá”, su homólogo le recordó que “somos el mayor cliente de los Estados Unidos”.
La relación comercial entre países se discutió durante la reunión, y Trump señaló que estaba interesado en renegociar aspectos clave del tratado de libre comercio USMCA, y calificó el acuerdo anterior como el “peor en la historia del mundo”.
Rebajar tensiones
Ya durante el fin de semana, Trump avanzó que era “altamente improbable” que EE UU aplique la fuerza militar para convertir a Canadá en el “estado 51” del país. Ambos países, tradicionalmente aliados comercial y políticamente, han vivido una ruptura tras el retorno de Trump al poder. Entre otros asuntos, el dirigente republicano acusó a Canadá de no hacer lo suficiente para controlar la inmigración ilegal o la entrada de drogas desde la frontera norte.

Por ahora, el mandatario estadounidense se limitó a repetir que “algo podría pasar con Groenlandia” -también bajo amenaza de anexión-, pero insistió en que “no lo veo probable con Canadá, no lo veo honestamente”. Carney logró revertir sus malos pronósticos electorales endureciendo el lenguaje contra EE UU, y prometió ante sus simpatizantes que “nunca seremos propiedad de América”.
Carney a su vez descartó cualquier opción de que su país pase a formar parte de Estados Unidos. Colin Robertson, ex diplomático canadiense con experiencia ejerciendo en EE UU, anticipó antes del encuentro que la experiencia de Trump como promotor inmobiliario ha ayudado a definir su percepción de Carney, a quien la semana pasada se refirió como un “caballero muy amable”.
“Superbanquero”
“Cualquier persona que he conocido en el sector inmobiliario, sus personas favoritas son los banqueros. Sospecho que, de inmediato, Trump considerará a Carney como una especie de superbanquero y lo verá con buenos ojos“, pronosticó Robertson. El premier canadiense ejerció como economista, con amplia experiencia internacional, durante la mayor parte de su carrera profesional.

Por otro lado, Carney también ha evitado ser excesivamente crítico con Trump desde su victoria, más allá de su férrea defensa de la soberanía nacional. “Eso le ha funcionado muy bien. Se opuso cuando Trump cuestionó nuestra soberanía, pero esa oposición sería algo que el presidente estadounidense comprende, porque así es como se comporta”, prosiguió Robertson.
Carney basó gran parte de su breve campaña electoral -tras sustituir al dimitido Justin Trudeau- en la idea de que Canadá necesitaba buscar nuevos mercados comerciales. Y si bien la promesa de reestructurar la economía canadiense fue bien recibida por los votantes, muchos de los cambios estructurales que implica dicho cambio de política, incluida la eliminación de las barreras comerciales internas y la expansión de los productos canadienses a mercados extranjeros, tomarán mucho tiempo. Por ello, es preferible revertir el tono negativo en su relación con Washington.
Por su parte, Trump también está empezando a enfrentar presiones internas: su decisión de lanzar una guerra comercial con aliados y enemigos ha empezado a perjudicarlo ante la opinión pública, ya que las empresas estadounidenses advierten que aumentarán los costes de sus productos, cuyo precio acabarán asumiendo los consumidores.