La reapertura de Alcatraz, ordenada por Donald Trump, ha desatado una tormenta política, mediática y legal. El presidente de Estados Unidos anunció en su red Truth Social que ha dado instrucciones al Departamento de Justicia, al FBI, a Seguridad Nacional y al Buró de Prisiones para “reabrir y ampliar sustancialmente Alcatraz”, con el objetivo de encarcelar a los delincuentes más peligrosos del país.
El regreso de ‘la Roca’
Alcatraz, conocida también como ‘la Roca’, fue durante casi tres décadas el símbolo máximo del encierro federal. Situada en una isla en la bahía de San Francisco, albergó a figuras legendarias como Al Capone o George ‘Machine Gun’ Kelly. Y se ganó la fama de ser una prisión de la que no puedes escapar. Cerrada en 1963 por el elevado coste de mantenimiento y la dificultad logística de abastecer la isla, hoy Alcatraz es un popular destino turístico bajo la tutela del Servicio de Parques Nacionales.
La idea de reabrir Alcatraz como cárcel de máxima seguridad no es solo una medida simbólica. Donald Trump la presenta como parte de una ofensiva más amplia para endurecer la política penitenciaria y combatir lo que él describe como una “sociedad plagada de criminales reincidentes”. Según sus palabras, el país necesita volver a “los tiempos en los que nos tomábamos la delincuencia en serio”.

Sin embargo, esta propuesta enfrenta un muro de escepticismo institucional. Nancy Pelosi, expresidenta del Congreso y representante del distrito que incluye la isla, ha calificado la medida como “poco seria” y ha recordado que Alcatraz es hoy un parque nacional de gran valor histórico y turístico. En sus palabras: “El presidente debería centrarse en propuestas viables, no en gestos teatrales”.
Viabilidad económica y legal
Reabrir Alcatraz no sería solo un reto político. La infraestructura de la isla está gravemente deteriorada, y adaptarla a los estándares penitenciarios actuales requeriría una inversión multimillonaria. La prisión se clausuró precisamente porque era demasiado costosa de mantener. El traslado diario de suministros por barco, el personal especializado, los sistemas de seguridad… Todo ello convertiría a Alcatraz en uno de los centros penitenciarios más caros del país.
Además, la isla está bajo la gestión del Servicio de Parques Nacionales. Cualquier cambio en su estatus requeriría un complejo proceso legal. De momento, el Buró de Prisiones se ha limitado a declarar que “cumplirá con todas las órdenes presidenciales”, sin aclarar cómo podría llevarse a cabo la reapertura de Alcatraz.
El legado simbólico de Alcatraz

Más allá de la logística, Alcatraz tiene un valor simbólico profundo en el imaginario estadounidense. Representa el encierro definitivo, la justicia implacable, la cárcel sin escapatoria. Durante sus 29 años de funcionamiento, solo 36 hombres intentaron fugarse en 14 ocasiones. Casi todos fueron capturados o murieron en el intento. El caso más famoso es el de los hermanos Anglin y Frank Morris, cuya huida inspiró la película Fuga de Alcatraz (1979), con Clint Eastwood.
Reactivar Alcatraz como prisión de alta seguridad enviaría un mensaje político claro. Un retorno a una justicia sin matices, dura, punitiva, cargada de espectáculo. Es, en cierto modo, una declaración de intenciones sobre el modelo de país que Trump está planteando.