Opinión

El pensamiento y la realidad

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Dicen los científicos y también los budistas que no vemos el mundo, sino que lo imaginamos.  Que cada uno le damos un significado, que creamos el mundo desde nuestra perspectiva, y no somos capaces de ver el mundo y la realidad como es.   Damos significados a lo que nos rodea y lo que nos sucede para después pensar que esa es la realidad, cuando tan sólo es el significado que le hemos dado.

Y que lo mismo sucede con nuestros recuerdos, que no recordamos hechos, sino que recordamos lo que sentimos al vivir aquello.  Y lo que nos explican los científicos que investigan cómo funciona nuestra mente, es que los recuerdos los vamos creando de acuerdo con cómo somos en el momento en que los estamos recordando, así que tampoco la realidad es recordada tal y como fue.

David del Rosario

“Nosotros nos solemos relacionar con pensamientos como si fueran una interpretación fehaciente de la realidad. Estamos tan acostumbrados a ellos que tendemos a pensar que el mundo es como lo pensamos. Y nos olvidamos de que realmente el mundo es como es. No es como lo pensamos” dice David del Rosario, doctor en Neurociencias y director del Instituto de Neurociencia avanzada de Barcelona. 

Este neurocientífico explica que nuestros pensamientos son sólo posibilidades, pero que a menudo los tomamos por hechos, y que lo que deberíamos hacer es devolver los pensamientos a su naturaleza: la posibilidad.   Y es, que como también expone, basta con no interactuar con los pensamientos, mirarlos con distancia, para quitarles todo el poder.  Porque de esta manera, desaparecen.  Todo lo contrario de lo que sucede cuando nos obsesionamos con ellos.

En el budismo se denomina “mente de mono” a la mente que salta de pensamiento en pensamiento, sin parar, como un mono que va de rama en rama, de árbol en árbol de manera frenética y curiosamente cuando se aprende a meditar lo primero que enseña el maestro de meditación es a no interactuar con los pensamientos.

En la meditación no se intenta anular los pensamientos, que es imposible, simplemente se les deja aparecer como aparecen las nubes en el cielo, y se les observa, con atención activa, dejándolos pasar.  Dicho así, y cuando uno nunca ha meditado, suena extraño, pero cuando uno comienza a meditar se da cuenta de que es así como sucede: los pensamientos van apareciendo, a veces como si vinieran de la nada, en otras ocasiones, provocados por nosotros, y sólo hay que mirarlos con atención y dejarlos pasar para ver cómo se evaporan.

El doctor David del Rosario habla de lo mismo desde la perspectiva científica y llega a la misma conclusión:  es necesario activar la atención, darnos cuenta de que los pensamientos no son sino posibilidades, focalizarnos y darle protagonismo al que nos interese, pero nunca dejarnos arrastrar por ellos.

Hace casi dos mil años Flavio Arriano recogía las lecciones de su maestro Epicteto, considerado uno de los grandes maestros estoicos, en el Enquiridion, y al principio de este manual Epicteto explica que no nos afecta lo que nos sucede, sino lo que pensamos de lo que nos sucede.

No es la realidad la que afecta al hombre, es lo que el hombre piensa de la realidad lo que le hace sufrir y por ello Epicteto exhortaba a sus discípulos a cambiar lo único que de manera segura podían cambiar: su pensamiento, sus opiniones.  Volviendo al mundo científico, David del Rosario explica que en realidad pensa-sentimos ya que la mayoría de nuestras emociones están ligadas a nuestros pensamientos.

Vivimos una época en la que, de manera constante, intentan anular nuestra atención o dirigirla a un movimiento frenético.  Las redes sociales son un ejemplo de diseño para que nuestra atención salte de un lugar a otro, haciendo que nuestros pensamientos se comporten de igual manera.

Oímos cada día hablar de Inteligencia Artificial (IA) y creo que es más interesante que nunca conocer cómo funciona nuestra inteligencia y cómo funciona nuestra mente para ayudarnos a convivir con ella de la mejor manera posible en este mundo lleno de volatilidades y opiniones.

Porque teniendo en cuenta que un pensamiento es tan solo una posibilidad y una certeza es un pensamiento al que además le hemos eliminado la condición de posibilidad, es fascinante pensar que nuestra percepción del mundo, mezcla de pensamientos y certezas, tiene más de ilusión que de realidad, y que esta ilusión, nuestra percepción del mundo, podemos cambiarla por otra tan sólo cambiando nuestros pensamientos, o incluso algún día podríamos conseguir ver el mundo y la realidad como son simplemente prestando atención.

 

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