Opinión

España y Europa: 40 años de una transformación compartida

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Durante toda mi vida adulta he sido europea. De hecho y de derecho. El 12 de junio de 1985 yo tenía 18 años, estaba terminando mi primer curso de carrera y vivía con pasión mi mayoría de edad en un Madrid vibrante. Y nuestra vida estaba a punto de cambiar definitivamente.

Ese día, en un acto solemne en el Palacio Real de Madrid, España firmaba su Adhesión a la Comunidad Económica Europea. Los medios de comunicación nacionales e internacionales coincidieron en destacar un cauteloso pero profundo sentimiento de esperanza cívica y europeísta en la sociedad española: nuestro país daba un salto definitivo, sin vuelta atrás, hacia la democracia y el desarrollo económico, para superar un histórico complejo de inferioridad y recuperar un papel activo en Europa.

Ciudadanos europeos - Internacional
Ciudadanos europeos pasean bajo una enorme bandera de la UE (EFE)

Y así ha sido, sin duda.

Con el entusiasmo y la ilusión de una joven democracia que miraba al futuro y dejaba atrás décadas de aislamiento, España y los españoles nos pusimos manos a la obra. Pero ¿qué ha supuesto para España formar parte de la Unión Europea? ¿Cuánto le debe nuestro país a Europa? Las respuestas son muchas y no siempre cómodas. Pero hay una certeza innegociable: sin Europa, España no sería el país que es hoy.

Las cuatro colosales contribuciones de la UE a España

Resulta difícil enumerar lo que ha hecho Europa por nosotros, en una versión de la desternillante lista de lo que hicieron los romanos en La vida de Brian de Monty Python. Pero yo me atrevería a resumirlo en cuatro colosales contribuciones: el anclaje europeo a la democracia y el Estado de derecho, la convergencia y modernización de la economía, la influencia y corresponsabilidad política y, sobre todo, una sociedad de ciudadanos libres en igualdad de derechos y responsabilidades.

Las banderas de España y la Unión Europea - Internacional
Las banderas de España y la Unión Europea
Shutterstock

Desde luego, uno de los aportes más significativos de la integración de España en Europa ha sido el refuerzo institucional y democrático. Europa no es solo un mercado común o una unión aduanera. Es, sobre todo, un proyecto político basado en los valores del Estado de derecho, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Y la pertenencia a la UE ha sido una garantía constante frente a cualquier tentación autoritaria.

Un dique frente a las derivas iliberales

Las normas comunes, los mecanismos de control institucional y judicial y la exigencia del respeto a los derechos fundamentales han actuado como diques frente a cualquier deriva iliberal. Lo vimos con claridad durante el intento de secesión en Cataluña: Bruselas, lejos de alinearse con el relato populista, reafirmó la legalidad constitucional española. Y ha vuelto a a hacerlo esta semana, planteando su rechazo a la amnistía a los perpetradores de aquella intentona de golpe de Estado.

Joven con bandera de la Unión Europea.
Joven con bandera de la Unión Europea
shutterstock

Desde luego, España es hoy una economía más abierta, más diversa y más resiliente gracias a Europa. La transformación económica de España es inseparable de su pertenencia a la UE. Y el futuro de nuestra prosperidad sigue vinculado a nuestra participación activa en la gobernanza económica europea.

Motor del desarrollo español

La apertura de mercados, la libre circulación de bienes, servicios y capitales, y la recepción de fondos estructurales y de cohesión han sido motores fundamentales de nuestro desarrollo. A lo largo de estas cuatro décadas, España ha recibido más de 200.000 millones de euros netos en ayudas europeas. Estas inversiones han contribuido a modernizar infraestructuras, apoyar al sector agrícola, financiar la I+D y promover la formación y el empleo. Autopistas, líneas de AVE, centros tecnológicos o parques empresariales son parte tangible del legado europeo.

Un logotipo del Euro en una institución de la Unión Europea

Pero no se trata solo de infraestructuras. La integración en el mercado único y, posteriormente, en la zona euro, ha exigido reformas estructurales que han fortalecido nuestra competitividad, aunque también han supuesto tensiones sociales en momentos de crisis. La gran recesión de 2008 y la crisis del euro revelaron nuestras debilidades, pero también mostraron la capacidad de la UE para reinventarse: el mecanismo de estabilidad, el BCE como garante de la deuda y, más recientemente, el ambicioso fondo Next Generation EU, lo demuestran.

Una brújula ética y normativa

Además, Europa ha sido una brújula ética y normativa para los Estados miembros, especialmente en momentos de incertidumbre. La legislación europea ha impulsado en España leyes clave como la de igualdad entre hombres y mujeres, las normativas sobre violencia de género, las políticas de conciliación o la protección de datos. La armonización legislativa ha supuesto avances en derechos laborales, protección medioambiental, seguridad alimentaria o acceso a la justicia. Ha sido también un impulso constante para que nuestras instituciones evolucionen al ritmo de los estándares europeos, incluso cuando la política nacional ha mostrado resistencias.

UE
El presidente del Consejo, Antonio Costa, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
EFE/EPA/OLIVIER MATTHYS

Ser europeos no es solo una cuestión geográfica: es una pertenencia cívica. La ciudadanía europea no es un concepto abstracto. Es lo que permite que más de dos millones de españoles vivan, trabajen o estudien en otro país de la UE sin necesidad de visado. Es lo que respalda nuestro derecho a la atención sanitaria en cualquier país miembro. Es lo que nos protege como consumidores, como viajeros, como usuarios digitales.

Europa es nuestro espacio natural

Desde Felipe González hasta Pedro Sánchez, pasando por Aznar, Zapatero y Rajoy, todos los gobiernos democráticos españoles han entendido que Europa es nuestro espacio natural. No como una imposición, sino como una corresponsabilidad. Los eurodiputados españoles hemos liderado debates clave sobre derechos civiles, seguridad, igualdad, comercio, migración, inteligencia artificial o defensa común. Nuestros comisarios han gestionado carteras decisivas como la política exterior, el mercado interior o los asuntos económicos. España ha presidido el Consejo de la UE en cuatro ocasiones, la última en 2023, dejando huella en la agenda estratégica europea.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Presidencia del Gobierno

Pero Europa no es una garantía automática. Es un proyecto vivo que necesita ser defendido y reformado. Más que nunca en nuestra historia, Europa es nuestro destino común, y el reto al que nos enfrentamos juntos es existencial. En un contexto global de tensiones geopolíticas, desafíos digitales, transición ecológica y crisis democráticas, la UE está redefiniendo su papel, con muchas dificultades y no menos exigencias globales.

Sin “crisis de los 40”

No podemos ni debemos permitirnos una “crisis de los 40”: España debe estar en el mismo centro de ese proceso, con voz propia y un impulso transformador ejemplar. Como socios leales, confiables y maduros. El europeísmo español ha sido uno de los consensos más duraderos de nuestra democracia. Ahora, más que celebrarlo, toca renovarlo. Con la certeza de que Europa no es perfecta, pero sí nuestro mejor antídoto contra el miedo, el retroceso y la soledad política.

 

Beatriz Becerra es psicóloga, escritora y doctora en Derecho, Gobierno y Políticas Públicas. Ha sido alta ejecutiva y eurodiputada y vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo (2014-2019) y es actualmente vicepresidenta y cofundadora de España Mejor.