Todo lo que rodea el mundo de la Defensa en España no para de dar noticias, análisis y especulaciones. Eso que tanto nos gusta a los periodistas, a los que escribimos en los periódicos y hablamos en las tertulias. Vamos que da carnaza. Y qué mejor carnaza que la que proporcionan dos monstruos de la política, el espectáculo, el bulo y el cambio de opinión sobre la marcha como son los presidentes Donald Trump y Pedro Sánchez. Tan lejos, pero tan cerca en tantas cosas. El estrechamiento de manos y la espectacular sonrisa Profidén que exhibieron en Egipto fue más propio de la alfombra roja de Hollywood que de los prolegómenos por el alto el fuego para frenar ese genocidio gazatí, que tanto conmueve al presidente y a sus pasajeros de la flotilla. Aquí paz y después gloria.
Pues no. Unos días antes y unos días después, Trump, que ni se corta ni se calla, pidió la expulsión de España de la OTAN ante el alejamiento del acuerdo de aportar el 5% del PIB para los gastos de Defensa y algún tipo de castigo por su actuación “irrespetuosa”. Personalmente, siempre he sentido rechazo hacia los gorrones. Por ejemplo, nunca simpaticé con los habituales escaqueadores que nunca pagan una ronda de cañas a los amigos. Así que, con esto, me pasa un poco igual. No me gusta nada lo que están haciendo las máximas autoridades españolas. Si todos los socios de la OTAN han acordado contribuir con el 5%, no entiendo las razones para que nuestro presidente progresista rubrique el acuerdo de su puño y letra y regrese al suelo patrio para decir que no pondrá más de un 2,1%, pero que, pese a esta racanería, somos un gran contribuyente de la OTAN porque aportamos efectivos acá y allá. Y, sin decirlo, da a entender que el resto de los presidentes o son unos dóciles, plegados al pulgar de Trump y Rutte, o traicionan a sus pueblos, pues prefieren los cañones a la mantequilla. Bueno, supongo, que tarde o temprano, las cosas se pondrán en su sitio y el presidente Sánchez, con su demostrado arte de birlibirloque, mudará su ya mudada opinión y acabaremos sacudiendo el 5%.
El Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa contempla una inversión de 10.500 millones en 2025 para intentar poner nuestros sistemas a tono. España lleva demasiados años con inversiones ridículas para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Y, no olvidemos, que esta es la prioridad número uno de cualquier Estado que se precie.
Como ya se ha visto, las turbulencias internacionales, con Putin apuntando sus misiles y sus drones hacia Occidente, y la prolongada flaqueza inversora gubernamental en el sector, han provocado un auténtico terremoto en una industria que vivía una histórica calma chicha.
“El sector de la Defensa y la Seguridad se ha consolidado como uno de los grandes tractores y motores del desarrollo económico, que en 2024 alcanzó una facturación de más de 9.300 millones de euros y una contribución al PIB de más de 12.000 millones”, escribía Ricardo Martí Fluxá en su calidad de presidente de TEDAE (Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio) en las todavía asalmonadas páginas de Expansión. La industria, recordaba don Ricardo, genera 160.000 empleos, exporta 5.000 millones, destina 1.700 millones a I+D+I. No está nada mal para un sector todavía pequeño de tamaño, pero que ante las actuales circunstancias tiene que despegar y dar un do de pecho en calidad y en capacidad de volumen.
A la cabeza de todo esto, aparecen los nombres de los Escribano y de Indra. Dos nombres, ya unidos, pero que se van a unir mucho más hasta consumar un bonito matrimonio empresarial. El Escribano mayor preside Indra, es accionista principal y dueño de Escribano Mechanical and Engineering (EM&E). El Escribano menor preside y es dueño EM&E y es accionista principal de Indra. De este juego de palabras y letras saldrá que Indra comprará EM&E, en una operación con muchas luces rojas de cumplimiento y transparencia encendidas, pero que España necesita para tener un campeón con capacidad de competir por los contratos europeos e internacionales. Ahora no lo tenemos. Los Escribano, y hay que decirlo, han llegado por su capacidad, esfuerzo y tenacidad, capaces de convertir un taller mecánico de Alcalá de Henares en lo que hoy es una de las empresas más fiables del sector. Vienen de abajo, saben lo que hacen y cumplen su palabra. Su historia personal da para una novela de Charles Dickens o para una emocionante película de Disney de hombre hecho a sí mismo. En pocos años, han conseguido multiplicar el valor de su empresa por diez o por más y de hacerse milmillonarios con la compra del paquete accionarial de Indra. Desde su llegada a la cabeza de Indra, ha comprado el “tallerón” de Duro Felguera, se ha hecho don DAS Photonics, se ha interesado por Santa Bárbara, ahora en manos de General Dynamics, y no para de urdir acuerdos a troche y moche. De paso, Indra copa al máximo los préstamos y los créditos gubernamentales para modernizar las Fuerzas Armadas.
No se puede dejar de hablar de Indra sin hacerlo de su espectacular despegue bursátil. Hace un año, su acción estaba en unos 17 euros y ahora está cerrando sobre los 40. No está nada mal. Ha crecido alrededor de un 135% hasta alcanzar una capitalización superior a los 7.100 millones de euros. Pero esta capitalización sigue palideciendo al lado de los gigantes europeos, situados en los 40.000, los 60.000 millones o más.
El dinero lloverá del cielo para el sector en los próximos años. El Plan Rearme de la Unión Europea movilizará 800.000 millones, al añadir los presupuestos de los países miembros. Por eso, el sector es un hervidero. Dejando a un lado Indra, Airbus y Navantia se preparan para competir con las multinacionales como Rheinmetall y General Dynamics. Y, en un segundo escalón, ITP, SAPA, Tecnobit o la citada EM&E. Por eso, unos y otros, no paran de fichar y reforzar sus equipos con directivos de primer nivel con experiencia en la Administración, la empresa privada o la milicia. Un hervidero.
Pero el mundo de la inversión también se asoma con decisión. El exlíder del Partido Popular, Pablo Casado, ha captado dinero para su Hyperion y adelanta que va a captar más. No es el único. Otros muchos buitres de las finanzas han olido la oportunidad. Necesitamos que lo hagan bien por el interés de España. Esperamos que los inversores, los empresarios y el Gobierno acierten, con planificación, con capacidad y con calidad. España, como potencia media que es, necesita disponer de unos sistemas de Defensa y de Seguridad a la altura de estos convulsos tiempos.