Opinión

Mundial de Clubes: nada personal, sólo negocios

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Suele decirse, desde hace décadas, que los medios de comunicación viven una situación ruinosa. La disminución de las ventas, Internet, una tarta publicitaria más pequeña y más repartida, el desinterés de los jóvenes por los formatos tradicionales… Todo eso redunda en una reducción de ingresos que conduce al recorte de gastos de manera irremisible. Salvo en algunos casos.

Pensaba en esas excepciones viendo y escuchando las ‘informaciones’ —nótese la retorcida comilla simple— de la mayoría de enviados especiales a la Copa Mundial de Clubes, y concretamente de aquellos que viajan con el Real Madrid. “El Madrid se bunkeriza”, podíamos ver en La Sexta, lo cual en esencia viene a significar: “Los periodistas no podemos entrar al hotel”. En la Ser, Javier Herráez narraba este domingo cómo asiste a los entrenamientos blancos: “Los ves lejos en el campo de entrenamiento. En un parque público en Palm Beach han ubicado dos campos perfectos con un césped maravilloso y a la prensa nos ponen en un altillo para poder grabar, con tus butacas, tu botella de agua y tu wifi. Quince minutos y tres rondos”. Y así, en general, los medios españoles invierten miles de euros de sus escuálidos presupuestos en enviar a Estados Unidos a reporteros que cuentan con la misma información que cualquier aficionado que se maneje bien en redes sociales; eso, en el mejor de los casos, porque algunos reporteros tampoco es que se manejen.

Otro que no padece estos rigores contemporáneos es Manu Carreño, al que se le acumula el trabajo. El oficio de estrella mediática conlleva una serie de gajes —o eso imaginamos los demás desde aquí abajo— y me pregunto si el mascarón de proa en los deportes de Mediaset y la Ser estará esta noche en Telecinco narrando el Real Madrid-Al Hilal, si estará al frente de ‘El larguero’ o, si como España merece, compaginará ambas tareas, a riesgo de que puedan solaparse.

Carreño no engaña a nadie. Cuando Mediaset adquiere los derechos de emisión, se pone frente al micro y exalta gustoso los triunfos españoles en la Copa Mundial de Clubes. En cambio, si la competición se puede ver en otro canal, se sincera —suponemos— en su refugio radiofónico. “Dicen que es el campeonato del Mundo de Clubes, que no se lo creen ni ellos. […] Este campeonato es cualquier cosa menos un Mundial de Clubes”, decía sobre el torneo allá por 2017, con su anterior formato: “Una castaña”.

Otra cosa buena que podemos decir de él es que es uno de los pocos periodistas españoles cuya opinión sobre la Copa Mundial de Clubes no depende de los equipos participantes. A él le mueven los intereses empresariales, no los colores. ‘Nothing personal, just business’.

En el caso del director de ‘Mundo Deportivo’, Santi Nolla, ambas cosas se mezclan: su negocio consiste en escribir forofadas, con la esperanza de que un grupo amplio de gente se sienta identificado y defendido. “Esta competición está sesgada por la ausencia de clubs notorios. No estará ninguno de los campeones de las tres grandes Ligas: española, Premier e Italia”, se resignaba en una columna unos días atrás. Nolla lamenta que, en un caso como el del Inter de Miami, “a veces los requisitos se escriben a la carta” pero, al mismo tiempo, le “cuesta comprender que el máximo organismo del fútbol mundial no se haya reservado alguna ‘wild card’ (invitación, comodín) para completar una competición en su primer año”. Se queja de la discrecionalidad al tiempo que la anhela.

La de Nolla es una contradicción redonda, pero el propio Carreño la mejora. “A mí me parece que el Mundial de Clubes tiene que ser un campeonato con los mejores clubes del mundo; y si no, que no se haga”, decía en su mencionada diatriba contra el torneo, hace algunos años; “es como si para el Mundial de Rusia [2018] traemos dos de Oceanía, dos de África… para quedar bien con todos; dos de Asia, tres de Europa y…”.

Y así, sin darse cuenta, estaba definiendo exactamente en qué consisten los Mundiales.

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