A Pedro Sánchez le esperaba ayer una larga mañana en el Senado, así que el presidente del Gobierno buscó algo con lo que distraerse y, de paso, con lo que distraer al personal. Y se buscó unas gafas de gran tamaño, unas Christian Dior de 300 mauros, para usarlas de quita y pon. Se las colocaba para dar lectura a varios párrafos de la sentencia de la Gürtel y se las retiraba para echarse unas carcajadas con la banda del Peugeot.
Un puñado de senadores —no todos igual de combativos— pretendía extraer de la comparecencia de Sánchez alguna pista sobre lo que sabía el presidente del Gobierno de las corruptelas del encarcelado Santos Cerdán, de los investigados José Luis Ábalos y Koldo García, del comisionista Víctor de Aldama o de la fontanera del PSOE, Leire Díez.
Pero el compareciente no tenía la menor intención de desvelar sus sospechas sobre los dos últimos secretarios de Organización del PSOE (Ábalos y Cerdán) por muy cerca que los tuviera en el Peugeot (el vehículo con el que recorrieron España en busca de apoyos para las primarias). No se sabe si por entonces Sánchez ya gastaba las gafas para ver de cerca y qué distinguía exactamente al reparar en sus hombres de confianza. Supuestamente, nada.
Filibusterismo
La sesión en la comisión de investigación del Senado no tardó en sufrir el filibusterismo del presidente del Gobierno con una estrategia de manual: la de tomar posesión de la palabra y tratar de agotar el turno asignado a cada senador. Así que los intervinientes intentaron estrechar el cerco sobre Sánchez:
— ¿Ha cobrado usted en efectivo en el PSOE?
La pregunta de la senadora de UPN, Mar Caballero no ofrecía muchas dudas de interpretación, pero tuvo que repetirla en varias ocasiones para obtener una alambicada respuesta del compareciente:
—Estoy convencido de que en alguna ocasión he podido liquidar gastos en efectivo contra factura.
Otro senador, Ángel Pelayo Gordillo (Vox) también insistió lo suyo en preguntar cuánto dinero en metálico ha cobrado Sánchez del PSOE y en cuántas ocasiones. No halló respuesta, pero el presidente del Gobierno dio a entender que lo que fuera —que no se sabe lo que es— hay que considerarlo “anecdótico”.

De las chistorras a las madalenas
Lo que debía considerarse y lo que no debía considerarse pasó a ser un debate dominante en una sesión cada vez más bronca, sobre todo porque Sánchez calificó a la comisión de investigación de “comisión de difamación” y, no contento, de “circo”. Este ataque malhumoró al presidente de la comisión, Eloy Suárez (PP), disconforme con el menoscabo a la dignidad del Senado:
—Esta comisión, si la podemos llamar así, para mí es un circo.
—Esa es su opinión. Si ese es el respeto que usted le tiene a una institución esa será su responsabilidad, señor Sánchez, como máximo representante del país.
Para entonces, el interrogatorio ya había perdido el hilo y la sesión se había convertido en un intercambio de golpes.
— ¿Qué cree usted, señor Sánchez, que eran las chistorras y las lechugas de las que hablaban Koldo y Ábalos?
—Antiguamente, en otro partido, se hablaba de magdalenas o bizcochos. Esta Cámara sabe de lo que hablo. A ilustres senadores se les ha descubierto hasta un millón de euros en sobres o cajas fuertes.
Seguramente es un pato
El presidente del Gobierno dedicó el grueso de sus respuestas a un continuo contraataque contra el PP, en particular con el pretexto de la sentencia de la Gürtel (2018). Pero algunos senadores no perdían la esperanza e intentaron que el presidente aclarara al menos por qué hizo sitio a Ábalos en las listas al Congreso del PSOE de 2023, cuando ya había sido destituido como ministro.
La tesis implícita que manejaban los senadores es que Sánchez conocía de sobras los sombríos manejos de Ábalos por entonces y que quiso apartarlo evitando el riesgo de que se enfadara más de la cuenta. Y así le concedió un puesto de diputado. Que todo parece muy evidente o como dirían los ingleses: “If it walks like a duck, swims like a duck and quacks like a duck, then it’s a duck” (“Si camina como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, seguramente sea un pato”).
Pero Sánchez y sus gafas de ver de cerca no vieron pato alguno en Ábalos: “Aquellas personas que han contado con importantes responsabilidades políticas —y ocurre en otras organizaciones— pues se les da esa representación para que continúen su trayectoria. Es una práctica habitual”.
Máquina del fango, nuevo capítulo
En cambio, lo que sí que distinguieron sus Christian Dior fue un nuevo engranaje de la máquina del fango: el Senado.
“Se pone en marcha una máquina de fango con una denuncia el pseudosindicato Manos Limpias, luego la amplifican los portavoces del PP y de Vox, luego los tabloides digitales y, finalmente, nos encontramos a instituciones como esta para seguir pedaleando en la máquina del fango”, describió Sánchez.
El presidente del Gobierno y sus hombres de confianza acabaron muy satisfechos de la sesión de cinco horas, entre otras cosas, porque según el inefable ministro de Transportes, Óscar Puente, las gafas de Sánchez permitieron una especie de victoria total, una superioridad sin precedentes:
À la izquierda 300 mauros(dicen) invertidos divinamente. Resultado, un look aún mejor y los fachas bailando un mes.
A la derecha, pasta indeterminada en retoques que te dejan peor que estabas.
Superioridad política, ética y estética. pic.twitter.com/880hDe1MmP— Óscar Puente (@oscar_puente_) October 30, 2025
El perfil de Instagram gafavintage aclaró que no fueron 300 mauros, sino 250. Y que las compró hace 5 años, quizá esperando una ocasión como la de hoy para lucirlas: “Aclarando el tema del día, las gafas de Pedro Sánchez son unas Dior Monsieur vintage que le vendimos hace unos 5 años. El precio de la montura ronda los 250€ y, a juzgar por las imágenes, las gafas se mantienen como nuevas. Por eso todos los medios de comunicación se han creído que las estrena hoy”.






