Tribuna

El riesgo de una voladura desde dentro

¿Qué pasaría si Europa estuviera dominada por partidos que la rechazaran? Los partidos de derecha radical podrían llegar a sumar en coalición

Ya no es una sorpresa ni un epifenómeno: la extrema derecha es la gran favorita en las elecciones europeas de varios Estados miembros de la UE, entre ellos Francia, con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen (antiguo Frente Nacional) acreditada con cerca del 30% de las intenciones de voto. Dado que los franceses envían el segundo mayor contingente de eurodiputados al Parlamento Europeo, crece la posibilidad de que haya un gran grupo de extrema derecha en Estrasburgo. La derecha del espectro político europeo está en alza.

¿Qué países podrían enviar un gran número de diputados de extrema derecha al Parlamento Europeo? ¿Es posible una victoria de la extrema derecha a escala europea? ¿Cómo sería una UE dominada por una derecha radical tradicionalmente eurófoba?

Hay partidos de derecha radical en casi toda Europa. En Italia, el partido postfascista Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni está en el poder. Lo mismo ocurre en Holanda, donde el Partido de la Libertad de Geert Wilders acaba de firmar un acuerdo de coalición para gobernar. En la vecina Bélgica, Vlaams Belang es más fuerte que en las anteriores elecciones, y a veces se le da el liderazgo.

En Portugal, el partido antisistema Chega se abrió paso en las últimas elecciones legislativas, convirtiéndose en la tercera fuerza política de un país durante mucho tiempo “inmune” a la extrema derecha. Por no hablar de Europa del Este, donde esto es menos nuevo, con Ley y Justicia en Polonia, la Hungría de Viktor Orban…

Sin embargo, hay excepciones como Malta, Chipre, Irlanda y Luxemburgo, donde la extrema derecha es marginal. Pero estos países tienen poco peso en Estrasburgo. También está España, donde Vox sufrió un duro revés en las elecciones parlamentarias al no poder llegar a un acuerdo con el PP. No obstante, al lanzamiento de campaña del partido asistieron Marine Le Pen, Viktor Orban y personalidades del Likud, el partido de Benyamin Netanyahu en Israel, y contó con la presencia de Javier Milei, presidente antisistema de Argentina.

Por último, la AfD es citada regularmente como segunda o tercera fuerza en Alemania, pero su campaña se ha visto perturbada. El partido ha sancionado a su cabeza de lista, Maximilian Krah, que recientemente dijo que un hombre de las SS “no era automáticamente un criminal”.

Dada esta dinámica, por supuesto, es posible una victoria de la derecha radical. Los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) contaban con 68 eurodiputados en 18 países; podrían llegar a tener entre 80 y 85. Por su parte, Identidad y Democracia (ID) tenía 59 eurodiputados de 6 países; mañana podría tener entre 80 y 90. Luego está el Fidesz de Viktor Orban, cuyos 12 eurodiputados actuales pertenecen al Grupo de No Inscritos. Un fuerte aumento, pero lejos de la mayoría absoluta de 353 escaños. Está en juego un acercamiento al PPE, de centro-derecha (actualmente el mayor partido del Parlamento Europeo).

Pero la gran incógnita es la fragmentación de la derecha radical en torno a dos temas: las relaciones con Rusia y la economía. En el bando de Identidad y Democracia, el RN de Marine Le Pen se muestra muy cauto a la hora de apoyar a Ucrania, mientras que Giorgia Meloni, cuyo partido forma parte del CRE, está firmemente comprometida con el apoyo a Kiev. La misma CRE, más liberal-conservadora y más asertivamente atlantista, también es vista como “más accesible”.
En Francia, el partido de Marine Le Pen debe su éxito a su normalización. Existe una clara división entre las agendas nacionales y europeas de los partidos, lo que plantea interrogantes sobre su capacidad para trabajar juntos.

¿Qué pasaría si Europa estuviera dominada por partidos que la rechazaran? Supongamos por un momento que los partidos de extrema derecha ganan el 9 de junio y obtienen suficientes escaños para, al menos, liderar una coalición. ¿Qué sería entonces de la UE con partidos a veces eurófobos al frente? Los cambios de orientación política afectarán al pacto verde, pero también a políticas comunes como la competencia y la inmigración. Lejos de significar el fin de Europa, una victoria de la derecha radical sería sinónimo de una UE encerrada en sí misma, atrincherada tras sus fronteras.

El primer cambio se produciría en el lenguaje utilizado para definir Europa. Si triunfa, ya no se tratará de apuntar a la Europa de Bruselas o de hablar de abandonar la UE; se tratará de proponer otra Europa, haciendo hincapié en sus raíces cristianas y presentándose como cuna de la civilización. En términos más generales, la prioridad de esta extrema derecha europea en el poder sería garantizar la soberanía regional y defender la idea de que Europa debe ser un actor político de primer orden. La eurofobia ha dado paso a la Europa de la extrema…derecha.

¿De dónde vendrá la respuesta política? ¿De los moribundos grupos socialistas? ¿O de la extrema izquierda? En un momento en que la UE se enfrenta a una serie de desafíos e incluso peligros (la Rusia de Putin, China y los Estados Unidos bajo un posible Trump, por ejemplo), el Parlamento Europeo podría bloquear el progreso europeo porque un gran grupo de eurodiputados se fijará en las agendas nacionales en detrimento del proyecto europeo.

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