El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha ordenado a su partido mantener una interlocución constante con los socios de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. Sin cordones sanitarios, excepto a Bildu. Así, de cara al inicio del nuevo curso político, el principal partido de la oposición busca mantener abiertos todos los canales de diálogo con los aliados del Ejecutivo para testar su ánimo de cara a una moción pero, principalmente, para comprobar qué votaciones se pueden ganar y cuales no.
Los populares, sobre todo, miran a Junts, mientras dan por perdido al PNV. Con el partido independentista catalán, el PP mantiene interlocución habitual y los canales de comunicación se han desplegado a varios niveles, según trasladan fuentes de la dirección del PP a Artículo14. Se prioriza, eso sí, la relación en el ámbito parlamentario.
Es en las votaciones del Congreso cuando el Gobierno puede sufrir más. El objetivo de Feijóo es sumar a la formación de Carles Puigdemont al bloque del “no” a Sánchez las veces que sean posibles. El Gobierno terminó el curso parlamentario con dos grandes derrotas al no lograr su voto –tampoco el de Podemos- para convalidar el decreto contra los apagones y el decreto de entregas a cuenta a regiones y municipios.
Una estrategia que volverán a desplegar cuando llegue a la Cámara Baja el plan contra los incendios del PP, a fin de situar a alguno de los aliados de Sánchez a su lado. Además, la reducción de la jornada laboral está varada a la espera del voto del partido de Carles Puigdemont. De mantener su “no” sería un nuevo golpe a encajar para el Ejecutivo.

Así, consciente de que “no dan los números” para sacar adelante una moción de censura, los populares ponen el foco en seguir cosechando victorias parlamentarias, o, dicho de otra manera, imputar derrotas parlamentarias a Sánchez con el objetivo de seguir “desgastando” al Ejecutivo.
Sin margen para la moción
En estos momentos, los populares no agitan la moción de censura aunque en el partido aseguran que “testan a diario” el comportamiento de los aliados de Sánchez. “Si alguien quiere cambiar el Gobierno, ya sabe donde llamar”, es la máxima que repiten en el PP. De fondo, el objetivo de los populares pasa por no utilizar en balde la carta de la moción de censura, dado que sí la presentan y la pierden, la derrota sería imputable al propio Feijóo.
Y es que en Génova 13 han diagnosticado este verano –revisando el curso político anterior- que los socios quieren a Sánchez “desgastado, pero no muerto”. Esto es, según la reflexión del PP, los aliados no retirarán el apoyo a Sánchez porque todavía quieren “exprimir” más su poder. Y es que en la lista de compromisos pendientes, el Gobierno debe culminar la promesa de hacer oficial el catalán en la UE, la financiación singular para Cataluña o la condonación de la deuda para la misma comunidad autónoma, entre otras promesas, para evitar que Junts o ERC amenacen la estabilidad del Gobierno.
Acercamiento a Junts
De fondo, sí hay un cambio significativo en el PP respecto al partido de Puigdemont. Tanto vicesecretarios como portavoces exteriorizan sin tapujos que existe una relación, al menos en el ámbito parlamentario. El congreso nacional de los populares fue el punto de inflexión. Allí, Feijóo quiso ser muy clarificador dejando por escrito y a viva voz su política de pactos. Con todos, menos con Bildu. “Fuera de la ley y la Constitución, nada de nada”, quiso advertir. Ese mensaje no pasó desapercibido en la presidencia de Junts aunque, como ya avanzó este diario, Carles Puigdemont no tiene de momento en la cabeza apoyar una moción de censura del PP.
Por el contrario, los puentes continúan rotos con el PNV . Partido al que el PP califica como “sucursal del PSOE”. De hecho, apenas hay relación entre el propio Feijóo y el lendakari Imanol Pradales ni tampoco con el actual presidente del PNV, Aitor Esteban. Los populares hace tiempo que dejaron de confiar en el PNV como socio con el que poder dar la vuelta al tablero político para derrotar a Sánchez. Ambos partidos se encuentran distanciados y dentro del PP se refieren a los nacionalistas vascos como un “socio estructural” del presidente. De hecho, que el PNV nunca romperá con Sánchez ante la convicción de que ello supondría, de facto, un cambio de cartas en el País Vasco.