Donald Trump no regañó a Volodimir Zelenski por su vestimenta. Esta vez, al recibirle en la Casa Blanca, incluso halagó su chaqueta. El gesto, aunque menor, contrasta con la tensión de anteriores encuentros, y marca un cambio en las formas del presidente estadounidense, decidido a proyectar una imagen de mediador global.
El encuentro de este viernes deja varios mensajes: la cautela de Washington ante el posible envío de misiles Tomahawk a Ucrania; la intención de mantener abierto un canal de negociación con Rusia; y la lectura política de que el éxito de Egipto -el alto el fuego en Gaza- ha reforzado el ego diplomático de Trump.
Para Sonia Andolz, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona y experta en Relaciones Internacionales, el presidente estadounidense actúa movido por el impulso y la necesidad de protagonismo. “Cuando Trump no conoce bien un tema, necesita hacer algo que llame la atención”, señala. Cree, sin embargo, que su entorno más próximo “intenta reconducirle”, y advierte de que el “éxito” en Egipto le ha dado la confianza suficiente para intentar imponer su voluntad también en Ucrania.

-¿Cómo definiría el liderazgo de Trump y Putin y qué impacto tiene en acuerdos como el que este viernes se pretendía proyectar?
-Donald Trump está siendo un líder muy volátil. Putin también. Es lo que tenemos con los líderes mundiales: señores mayores que llevan mucho tiempo en política y que están más interesados en ser ellos los protagonistas. Han querido lanzar el mensaje de que este acuerdo es muy importante. A Donald Trump Egipto le ha hecho sentir muy seguro como mediador. No soy pesimista, pero sí moderada en las expectativas.

-Y con ese perfil… ¿Qué puede salir realmente de la reunión con Zelenski?
-De la reunión podemos esperar de todo. La sensación es que cuando Trump no conoce bien un tema, necesita hacer algo que llame la atención. Quiero creer que después tiene una serie de asesores que sí saben de Relaciones Internacionales y que intentan reconducirle. Por ejemplo, ya podemos ver la diferencia respecto al anterior encuentro, cuando Trump humilló a Zelenski. Ahora parece que ha aflojado un poco al ver que tampoco se puede fiar de Putin.

-Trump llega crecido por su papel en Egipto. ¿Eso le da margen para intentar cerrar la guerra de Ucrania? ¿Qué habría que vigilar?
Creo sinceramente que Trump, a pesar de su ego, tiene buenas cualidades de gestión y claro está, mucho apoyo. Pero, sobre todo, tiene el poder de ser presidente de Estados Unidos, y eso hace que mucha gente acabe doblegándose a su voluntad. El ‘éxito’ de Egipto, que para mí fue una imposición, le ha dado fuerza para intentar cerrar la guerra de Ucrania. Ahora quizá tiene interés y consigue imponer algo. Sólo podría hacerlo él o Xi Jinping, pero hay que tener en cuenta que Putin no es Hamás. Una cosa es lo que acuerde con Zelenski y otra lo que se cierre. Habrá que estar atentos a las renuncias que le pida a Zelenski.

-En los últimos días hemos oído hablar del nuevo rol de la primera dama estadounidense como negociadora en este conflicto, ¿qué papel real puede tener Melania Trump como interlocutora en este tablero tan personalista?
-Quiero creer que hay algo de agenda interna: necesitan darle un perfil propio, y no lo tiene tan marcado como, por ejemplo, Michelle Obama. Casi todas las primeras damas de EE UU han tenido gestos parecidos. En este caso, tanto Putin como Trump llevan la política a un nivel muy personalista; tal vez ella tiene la capacidad de convencer a un líder con el mismo narcisismo que su marido. Tal vez hay sintonía. Pero Melania no tiene un rol político más allá de acompañar a su marido. Le ha acompañado en sus incursiones empresariales; fuera de eso, no soy consciente de que se haya posicionado en otros temas.

-Históricamente, ¿qué primeras damas sí han dejado huella política? ¿Hasta dónde podría llegar Melania en el caso ruso?
-Las más activas suelen ser las de líderes demócratas, con excepciones. A Jill Biden, por ejemplo, casi ni se la conoce; Michelle Obama, sí, y tenía una formación cercana a la de su marido. Si hablamos de primeras damas con agenda propia: Eleanor Roosevelt, Michelle Obama y Hillary Clinton. En el caso de Rusia, me sorprendería muchísimo que Melania consiguiera algo más que el retorno de los niños, que es importantísimo. No sé hasta qué punto confiarán en ella.