Piropeados sus líderes hasta el empalago por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la “histórica” cumbre de Sharm el Sheij, un Oriente Medio sin mujeres en el poder -ni democracia- tendrá en los próximos meses y años ante sí el reto y tarea descomunal de consolidar la paz en Gaza y en el conjunto de la región.
No se encuentra una sola mujer al frente de los Estados, gobiernos o ministerios de Asuntos Exteriores en los países de la región que tendrán que evitar el regreso de la violencia y contribuir a la reconstrucción de la Franja -casi 68.000 muertos como consecuencia de la campaña militar israelí, decenas de miles de heridos, dos millones de desplazados, destrucción parcial o total del 90% de las construcciones- junto a Washington y Tel Aviv.

Tres veteranos líderes dominan la escena -y quizás lo hagan de por vida- en los países que a la postre fueron decisivos en la mediación entre Israel y Hamás: Recep Tayyip Erdogan, 71 años, al frente de Turquía -quien ha enlazado desde 2003 los cargos de primer ministro y presidente-; el emir de Qatar Tamim bin Hamad al Thani -jefe naturalmente vitalicio de la monarquía del Golfo desde 2013- y el anfitrión, el presidente egipcio Abdelfatah al Sisi, 70 años y máxima autoridad del régimen desde su golpe de Estado contra los Hermanos Musulmanes de 2013. Sólo Jordania, representada en Sharm el Sheij por el rey Abdalá II, cuenta en toda la región con una reina (aunque consorte): Rania, cuyos orígenes familiares se encuentran en Cisjordania. El único rostro femenino presente en la “histórica” cita de este lunes -llamada a traer la paz después “tres mil años”, Trump dixit, a Oriente Medio- fue la presidenta del Consejo de Ministros italiano Giorgia Meloni.
En una de sus alocuciones ante los líderes presentes en la firma del acuerdo de paz, Trump dejó una de sus habituales perlas machistas al saludar públicamente a la citada Giorgia Meloni, a la que definió como “joven y bella mujer”. El inquilino de la Casa Blanca se recreó en su suerte para recordar cómo en su país llamar “bella” a una mujer es “el fin de la carrera política” ante el rostro estupefacto de la jefa del gobierno italiano: “Pero me arriesgaré (…) ¿No le importa que la llame guapa, verdad? Muchas gracias”, insistió Trump ante una dirigente transalpina obligada a asentir.

No fue a la única mujer que se llevó un ‘piropo’ del presidente Trump en sus intervenciones en la citada ciudad balneario egipcia el pasado lunes. Tras deshacerse en elogios hacia él -“siempre está ahí cuando lo he necesitado”-, el mandatario estadounidense pidió al presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan que “dijera hola a su bella esposa”, Emine Erdogan (Gülbaran). Mientras los invitados a la firma del acuerdo de paz por parte de los países mediadores aguardaban la llegada de Trump -que se retrasó varias horas- desde Israel, Erdogan y Meloni protagonizaron otro momento paternalista en Sharm el Sheij, cuando el mandatario turco instó a la dirigente italiana a que dejara de fumar.
Sin presencia femenina en el futuro de Gaza
Si escasa -por no decir nula- es la presencia femenina en las actuales cancillerías del norte de África y Oriente Medio, el presente y futuro inmediato de Gaza y Cisjordania no es en absoluto prometedor en este sentido. A falta de que la nueva Junta de Paz presidida por el propio Donald Trump -y en la que parece confirmada la presencia de otro veterano político europeo, el ex primer ministro británico Tony Blair– desvele los nombres de los integrantes del nuevo gabinete tecnocrático palestino que deberá afrontar la administración cotidiana de la Franja -con la salida de Hamás mediante-, no hay pistas de que en él pueda haber una sola presencia femenina. Tampoco en la citada Junta promovida por el mandatario estadounidense, aunque su plan de paz contemple la presencia de jefes de Estado internacionales.

Tanto el gobierno de Hamás -islamista suní- en Gaza como el de Al Fatah -secular- en Cisjordania a través de la Autoridad Nacional Palestina son buen ejemplo de la ausencia de mujeres en puestos de relevancia. Y de democracia, porque desde su victoria en las legislativas de febrero de 2006, la organización islamista y terrorista palestina ha gobernado de manera omnímoda la Franja y no ha tenido intención en casi dos décadas de celebrar ningún tipo de proceso electoral. Por su parte, Mahmud Abbas, que cumplirá el mes que viene 90 años, lleva desempeñando el cargo de presidente de la Autoridad Palestina en Cisjordania desde 2007.
Lo cierto es que la ausencia de mujeres en el poder no es en absoluto una novedad en los países del norte de África y Oriente Medio. Más allá de los países vecinos de Israel y Palestina y del Golfo, el panorama es el mismo en el resto del mundo árabe. Sólo Túnez puede reclamar el crédito de haber tenido una mujer al frente de su gobierno, la profesora universitaria Najla Bouden Romdhane -entre octubre de 2021 y agosto de 2023- aunque la jefatura del ejecutivo en el actual régimen presidido por Kais Saied tas su autogolpe con ribetes constitucionales de agosto de 2021 tiene competencias más que limitadas.

Sin lugar para la democracia
Si la falta de mujeres en las jefaturas de los gobiernos y Estados de la región es un hecho, no menos ausente está la democracia como sistema político. Lo cierto es que, salvo excepciones -como ha ocurrido recientemente en Marruecos a propósito de las protestas lideradas por la Generación Z-, las reclamaciones de libertad y democracia o son reprimidas por los regímenes o no se producen en las calles de los países del norte de África y Oriente Medio.
Tampoco el movimiento de solidaridad planetario hacia el pueblo palestino espoleado por la larga ofensiva israelí en Gaza ha reclamado en las numerosas manifestaciones celebradas en todo el mundo en los dos últimos años -salvo excepciones- a las capitales árabes más presencia femenina en las posiciones dirigentes ni reformas democráticas. En definitiva, en el Oriente Medio de la aparente ‘paz perpetua’ las mujeres y las democracia, ni están ni se las espera.