La paz firmada en Sharm el Sheij (Egipto) llega con una fotografía plagada de hombres, la única mujer jefa de Gobierno que asume un papel protagonista en la cumbre de paz en Gaza es la italiana Giorgia Meloni.
La primera ministra ha aterrizado en el balneario del mar Rojo para participar en la cumbre que sella el acuerdo que pone fin a más de dos años de guerra en la Franja de Gaza, un acto copresidido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo egipcio, Abdelfatah al Sisi. Según la agenda difundida, asisten una treintena de líderes internacionales y, en calidad de mandataria, Meloni es la única mujer con rango de jefa de Gobierno presente en el núcleo duro de las decisiones.

Pero a Meloni, además de ser la única mujer en la foto de familia de la cumbre de paz, la han agasajado en público. “Es una joven hermosa”, ha dicho el mismísimo presidente estadounidense sobre ella. “Si dices eso en Estados Unidos, es el fin de tu carrera política”, ha continuado después, “porque no se permite decir que una mujer es hermosa”. Luego, dirigiéndose directamente a Meloni, ha señalado que “no te ofenderás si te digo que eres hermosa, ¿verdad?”. Meloni es “muy respetada” y una “política muy exitosa”, ha concluido sobre la primera ministra mujer de Italia.
El énfasis de Meloni ha sido inequívoco desde antes de subirse al avión: “Hoy es un día histórico”, afirmó, adelantando que Italia combinaría aportaciones políticas y operativas para la fase que se abre tras el alto el fuego. En su propio marco de actuación, la dirigente describe un trípode —estabilización, reconstrucción y desarrollo— con equipos de Protección Civil para coordinar ayuda y reactivar servicios básicos; especialistas de Carabinieri e ingenieros militares para tareas de seguridad y desminado postconflicto (sin despliegue de combate); y un papel de empresas nacionales en la reconstrucción de infraestructuras clave, en coordinación con socios europeos y del Golfo. Todo ello, en sintonía con una apuesta política que “posiciona a Italia como puente entre Occidente y el mundo árabe”, alineada con la estrategia de Washington y atenta al diálogo con Egipto, Arabia Saudí y Jordania.
“Italia seguirá apoyando firmemente este proceso”
“Los rehenes han sido liberados —un logro extraordinario, fruto de la determinación de la diplomacia internacional y de la aplicación de la primera fase del Plan de Paz del presidente Donald Trump”, valoró la primera ministra, para subrayar acto seguido que “Italia seguirá apoyando firmemente este proceso, con la convicción de que la paz se construye con hechos, no con palabras”. Y miró a la siguiente pantalla: “Ahora comienza una nueva fase: consolidar el alto el fuego y aplicar plenamente el acuerdo para construir un futuro de paz y estabilidad duraderas”.
El compromiso, según el esquema expuesto, pasa por ayudar a gobernar la franja civilmente, reforzar los corredores humanitarios y participar en el debate —sensible— sobre los arreglos de seguridad y el papel de los actores regionales.

Ivanka Trump
Mientras el foco institucional recae sobre Meloni como única líder mujer en la primera fila, la otra gran presencia femenina de la jornada opera en un terreno distinto. Ivanka Trump, hija del presidente estadounidense, reaparece sin cargo oficial —tal y como anunció en 2022, cuando “renunció a la política” para centrarse en su familia y su carrera—, pero vinculada a los gestos y a la narrativa pública de esta paz. En los últimos días, Ivanka y Jared Kushner han vuelto a situarse en la primera línea mediática: él, como figura instrumental en la negociación junto al enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff; ella, como altavoz emocional de un mensaje que busca coser heridas.
En Tel Aviv, donde acudieron a una multitudinaria manifestación que celebraba la inminente liberación de rehenes, Ivanka se dirigió al público: “El presidente me pidió que compartiera que os ve, que os escucha, que está con vosotros”. Horas después, de nuevo ante cámaras, insistió en que “el retorno de cada rehén no es solo un momento de regreso a casa y alivio; es un triunfo de la fe, del coraje y de nuestra humanidad compartida”, antes de añadir un deseo explícito: “Rezamos… para que esta semana sea de sanación para todos”.

Su papel, sin embargo, no anticipa una vuelta a un despacho. Ivanka ya lo dejó claro al inicio del actual mandato de su padre: “Odio la política”, dijo en una entrevista, y explicó que “la razón por la que elijo no servir ahora es porque ya sé cuál es el precio a pagar”, un coste que no estaba dispuesta a trasladar a sus tres hijos. Esa distancia formal no le impide, no obstante, ejercer influencia blanda: abrazos en la pista de Ben Gurion, presencia en la Knéset y embarque posterior en el Air Force One rumbo a Egipto.