“Matan vuelve a casa, junto a sus hermanas Natalie y Shani y junto a su novia Ilana, el amor de su vida”, posteó exultante Einav Zangauker tras conocerse la firma de la tregua entre Israel y Hamás. Esta luchadora madre israelí, convertida involuntariamente en la “símbolo de los rehenes”, no se rindió nunca. Día y noche, en Jerusalén o Tel Aviv, mantuvo viva la causa por la liberación de los 251 rehenes capturados durante la matanza del 7 de octubre de 2023. Habitualmente, lucía furiosa y gritaba de dolor. Por fin vuelve a sonreír.
“Gracias al pueblo de Israel, al Ejército, al presidente Trump, a todos los que ayudaron a traer a mi hijo y el resto de los rehenes a casa. No pararemos hasta que el último llegue a nuestra patria. ¡Matan vuelve a casa!”, gritó exultante en la “Plaza de los Rehenes”. En todo este tiempo, la madre no tuvo apenas información sobre su hijo Matan Zangauker. Los concentrados en la plaza replicaron a la euforia de Einav: ¡todos a casa, ahora!”.

El rostro de Einav Zangauker, clamando desde el puente frente a la base central del Ejército en Tel Aviv, encadenada frente a la casa del primer ministro en Jerusalén, o intentando cruzar la frontera a la Franja de Gaza, desprendió furia durante dos años. Se quedó consumida. Sus ojeras daban fe del agotamiento emocional. Días enteros sin dormir. Mucha rabia. Y un enojo monumental con Benjamin Netanyahu, a quien acusó frecuentemente de dejar a su hijo y al resto de rehenes olvidados en los túneles de Gaza.
Desde el 7 de octubre de 2023, Einav perdió más de 20 kilos. Pese a su juventud -46 años-, envejeció a marchas forzadas durante este agónico periodo. Desde la “Plaza de los Rehenes”, recibía constantes muestras de ánimo de sus compatriotas. “Volverá a casa”, le prometían. Cada noche, el contador marcaba un día más. En el día 490 de la guerra, Israel se congregó para recibir más rehenes vivos, durante la última tregua que Netanyahu dinamitó en marzo de este año.

Los tres rehenes liberados, mostrados públicamente ante las masas de Gaza, lucían esqueléticos. Uno pasó 16 meses sin caminar o ponerse de pie. Los tres pasaron días enteros sin comer, sometidos a interrogatorios y torturas. Einav consideró una “catástrofe” la situación. Era consciente que su hijo estaba pasando por el mismo infierno. En breve, lo comprobará de primera mano.
A Einav y otras familias les incomodó el carácter apolítico que prevaleció en la “Plaza de los Rehenes”, donde se exigía que en los parlamentos no se criticara a Netanyahu para no afectar a las negociaciones de tregua. Esta madre, oriunda de Ofakim -cerca de Gaza-, era tradicionalmente votante del Likud. Pero desde la masacre del 7 de octubre y el estallido de la guerra, estuvo convencida de que el primer ministro israelí torpedeó anteriores treguas, donde Matan y tantos otros podrían haberse liberado.

Matan, que cumplió 25 años en cautiverio, no fue incluido en la última lista de rehenes liberados en la tregua que entró en vigor en enero, tras la toma de posesión de Donald Trump. Debía liberarse en la segunda fase de la tregua, que finalmente no entró en vigor. En respuesta, Einav montó una hoguera en la principal autopista de Tel Aviv. Luego, marchó hacia la residencia de Netanyahu. “Te perseguiré si mi hijo vuelve en un saco”, advirtió al premier.
Naama Lazimi, parlamentaria del partido laborista, dijo que para el partido del primer ministro, Einav Zangauker era lo más difícil de afrontar. “Fue parte de ellos. Judía mizrají (de origen oriental), votante del Likud de Ofakim”, consideró. La madre se juntaba habitualmente con familias más combativas junto a la sede del ejército israelí en Tel Aviv. En los parlamentos semanales no había filtros: cargaban con dureza contra Netanyahu.

Las encuestas de los últimos meses indicaban que el 70% de la población israelí estaba con Einav y el resto de las madres, pidiendo terminar la guerra para liberar a los rehenes. “Terminad esta jodida guerra”, se leía en los eslóganes. “Mientras el primer ministro está de vacaciones en Washington, nosotros vemos un Holocausto como si fuera un espectáculo televisivo”, lamentó ante los manifestantes un sábado.
“Mi Matan, el gobierno te traicionó, pero la gente de Israel está contigo. Aguanta un poco más”, le exigía a su hijo. Mientras se quedaba dormida, Einav veía a diario la misma imagen: Matan, sentado con las piernas cruzadas en el suelo de una pequeña celda sin ventanas, con los barrotes de hierro cerrados delante de él. Rehenes liberados contaron que Hamás mantuvo a algunos de los hombres en jaulas en los túneles. Con esa imagen en la mente, a Einav le resultaba imposible dormir.
El abrazo más esperado
La última vez que vio a su hijo fue el 6 de octubre de 2023, cuando acudió con su novia Ilana Gritzevsky a cenar a casa. Los dos jóvenes vivían en una humilde casa del kibutz Nir Oz. Eran una pareja feliz y energética. A Matan le apasionaba trabajar la tierra. El viernes 10 de octubre, Einav e Ilana se fundieron en un emotivo abrazo en el aeropuerto de Ben Gurion, tras el regreso de la novia de Matan del extranjero, donde abogaba por su liberación. “¡Vuelve a casa!”, celebraron entre abrazos y botellas de champán. Einav Zangauker vuelve a respirar.